La historia detrás del retrato: el alma de Ástor Piazzolla fundida en los ojos de Antonio Berni
El artista rosarino pintó al músico en un cuadro que gana protagonismo esta temporada de grandes aniversarios; la obra que la Reina Máxima quiso tener y no pudo
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Roma, mayo de 1975. En el taller de Carlos Alonso, Ástor Piazzolla toca el bandoneón y posa para dos de los más grandes pintores figurativos que dio la Argentina en el siglo XX. Uno, claro, es el anfitrión: mendocino, ligado al Partido Comunista y cuya estadía en la ciudad eterna se convertiría en exilio tras la desaparición de su hija Paloma en 1977. El otro es Antonio Berni, quien en pocos días inauguraba en la galería Zanini la muestra Xilo-Collage-Rilievo e disegni e tempere per il Deccamerone di G.Bocaccio (un conjunto de obras gráficas eróticas basadas en el Decamerón de 1351 que Pasolini había llevado al cine en 1971). Alonso, previsor, había bocetado el bandoneón la noche anterior y cuando Berni llegó al estudio desde su suite en el Hotel Locarno le soltó: “¡Me llevás dos bandoneones de ventaja!”. En la memoria de Alonso la sesión resultó impar: “Ástor nos posó a los dos y mientras dibujábamos tocaba, improvisaba, fue un momento supremo”. La historia de ese cuadro recupera ahora protagonismo, en el centenario del músico y cuando este año se conmemoran, además, cuatro décadas de la muerte del maestro rosarino.
Por el retrato de Berni se puede inferir que Piazzolla llevaba puesta esa tarde noche una polera negra de cuello blanco. Tal como era su estilo, el pintor atrapó al vanguardista del tango en su telaraña estética: los ojos almendrados, una expresión entre la tradición del Quattrocento y el manga japonés que sintetizó en los 70. Era doble A, como el bandoneón: el alma de Ástor fundida en los ojos de Antonio. Es un Piazzolla ligeramente bronceado por el sol peninsular cuya figura se contrapone a un fondo de un azul estrafalario que parece pintado a las corridas acorde al carácter ansioso de su autor.
El retrato de Piazzolla que Berni pintó en Roma se exhibiría pronto en Buenos Aires como parte de la muestra Berni y la música popular, que inauguró el 12 de agosto de ese mismo 75 en la galería Rubbers. El artista mostraba su remix de “Orquesta Típica”, un cuadro de la década del 40 que había repintado acompañado por retratos de músicos populares: Atahualpa Yupanqui, Edmundo Rivero, Susana Rinaldi, Mercedes Sosa, César Isella y Amelita Baltar, entre otros. No se volvió a exhibir, pero en 2002 su destino podría haber cambiado de forma radical.
El 2 de febrero la argentina Máxima Zorreguieta se casó con Guillermo de Orange en la iglesia de Nieuwe Kerk lo que la convirtió en Princesa de Holanda. En la boda sonó “Adiós Nonino” luego de la obligatoria marcha nupcial. A la futura reina desde 2013, sin embargo, le faltó algo: aquel retrato que Berni había pintado de Astor en el taller de Alonso en Italia. Lo había pedido como regalo de bodas a cambio de dos pasajes de avión e invitaciones exclusivas a la ceremonia real para Lily Berni, (1930-2013) la hija mayor del artista, y su representante, el astrólogo y tarotista Waldo Casal.
La obra nunca llegó a integrarse a la valiosa colección de la corona de los Países Bajos porque quienes oficiaron de puente entre Máxima y el astrólogo que Lily Berni heredó de su histórica marchand Ruth Benzacar equivocaron la ruta. El Piazzolla de Berni había quedado del lado de José Antonio, el hijo menor que el pintor tuvo en 1950, cuando la obra se dividió entre los herederos tras la muerte del artista, de la que el próximo 13 de octubre se cumplen 40 años. Inés Rodríguez Berni, nuera del maestro rosarino, recuerda que tras la crisis de 2001 decidió mudarse con su familia a Madrid, donde sigue viviendo y lleva adelante la Fundación Antonio Berni. “En esos primeros meses de 2002 recibimos muchos mensajes de Waldo, pero nunca nos terminaba de contar nada. Él la tenía totalmente captada a Lily y estaría fascinado con el tema de la invitación real, pero como no tenía atribuciones sobre ese cuadro ocultó la gestión”, dice ahora a LA NACION.
Los Berni establecidos en Madrid supieron de las intenciones de Máxima bastante después de la boda. “Con lo que piensa José Antonio de las monarquías más el asunto del padre con la dictadura [Jorge Zorreguieta fue funcionario del último gobierno militar] nunca nos hubieran convencido con una invitación a la boda. Sin embargo, hubiera sido interesante escuchar una oferta y tener un Berni en esa colección”, afirma Inés que para recordar los 40 años de la muerte de Berni dispuso un diálogo entre la icónica obra “Manifestación” (1934) y la reinterpretación contemporánea de la artista Maitena Servajean en el local madrileño de la Fundación en la calle Martín Izquierdo 17.
Para tener una versión actualizada de los hechos desde la corona de Holanda, LA NACION se comunicó con la oficina de prensa de la Casa Real, pero la respuesta fue lacónica: “Muchas gracias por su interés. Su pregunta atañe a cuestiones personales de los miembros de la Casa Real de los Países Bajos sobre la que no emitimos comentarios”.
El Piazzolla que pintó Berni se había establecido en Roma, vivía con Amelita Baltar en un departamento del siglo XVI ubicado en Via dei Coronari 222, pegado a Piazza Navona, según reconstruyeron María Susana Azzi y Simon Collier en la biografía editada en 2002. Para cuando le tocó posar para el retrato que Berni exhibiría en Rubbers ya había grabado en Milán y Roma dos piezas fundamentales de su discografía: Libertango y el álbum en dúo con el saxofonista de jazz Gerry Mulligan. Su relación con Baltar estaba entonces a punto de quebrarse, pero estuvieron juntos para el cumpleaños 70 del pintor que recibió como regalo el rarísimo álbum italiano Astor Piazzolla/Istituto Italo-Latinoamericano/Roma en la suite que compartía con su última pareja, la tucumana Silvina Victoria, Sunula, a quien le llevaba más de treinta años de edad. En diálogo con este diario Amelita recuerda: “Berni fue al tocadiscos para que lo escucháramos todos, pero Ástor lo atajó en el camino: ‘Por favor les pido que lo escuchen cuando yo no esté’”, pidió, en otra prueba de la paradojal timidez de Piazzolla. A la posterior inauguración en la galería Zanini, el músico fue entonces solo y siguió a un grupo estelar a una comida en la casa de un periodista italiano casado con una argentina. Según se reconstruye en el libro Los Ojos: vida y pasión de Antonio Berni se sentaron a la mesa también Federico Fellini, Rafael Alberti (que había escrito el texto de la muestra), el poeta Tonino Guerra, Eduardo Bergara Leumann, Carlos Alonso y los Berni, que protagonizaron una escena digna de la mejor comedia italiana.
El cumpleaños 71 de Berni lo pasaron en Buenos Aires y dejó una foto increíble sacada por Pepe Wolf que cubría el festejo en el departamento del pasaje Florencio Balcarce (Parque Rivadavia) para la revista Gente. Piazzolla estaba ahora en pareja con Laura Escalada: “En esa foto, que no salió publicada en la revista, Berni hizo el acto de casarnos. Yo estaba haciendo una investigación para un programa de televisión y tenía un montón de libretas de matrimonio en blanco. Nos pusimos unas boas que encontré en el departamento y él nos casó. Era muy tarde y la verdad es que estábamos todos bastante borrachos”, rememora Escalada, consultada por LA NACION. Ella no recuerda nada del retrato de Piazzolla por Berni que Máxima quiso para la Casa Real de los Países Bajos, pero sí del otro que había pintado Alonso y que tuvo destino en algunos de los departamentos sobre la avenida Del Libertador en los que Piazzolla vivió después y sin embargo nunca llegó a sus manos. Esa imagen sobrevivió, al fin, en una estampilla del Correo Argentino editada en 1997. El de Berni permanece en la colección de la familia junto con los discos de Piazzolla que el rosarino adoraba escuchar a pesar de su ostensible sordera.
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