Una epifanía para Ricardo Piglia
6 de enero: epifanía
La solapa de Los diarios de Emilio Renzi dice que Ricardo Piglia nació el 24 de noviembre de 1940. Es decir, anticipa un año su nacimiento ya que fue el mismo día, pero en 1941. ¿Trucos de aquel que escribe un diario como Piglia, o como Renzi? ¿Erratas? Lo cierto es que ese año de diferencia me hizo seguir sus anotaciones del día de su cumpleaños.
La primera referencia del 24 de noviembre de 1970 se trata de una entrada sartreana: “Entro en la edad de la razón, como un aficionado, levemente sentimental que elude toda responsabilidad social y sabe menos de sí mismo, que cualquier otro amigo cercano”. Un año más tarde, cumple 30 años: “Miércoles, 24 de noviembre de 1971. A la tarde salí a caminar y me encontré con Inés por Lavalle, cerca de Florida. Nada, somos dos desconocidos. Desde luego, ella ya no recuerda que es mi cumpleaños”.
Por ese año, ya nos habíamos conocido. Yo ya trabajaba en la librería Martín Fierro. No sé si alguna vez celebramos un cumpleaños junto con Ricardo, tampoco con Renzi. Posiblemente pasó y quedó en el olvido. Éramos jóvenes y casi había un pudor de época en celebrar un cumpleaños.
Siempre nos regalábamos libros. No hacían falta cumpleaños.
Ese día, la cosa prosigue a la noche: “Es medianoche, escucho a Duke Ellington, estoy fisurado ya no creo y espero lo peor. Nombre que resuena en mí: Penny Post, Fournier, Eva”.
Sí, recuerdo, un día, le regalé La Eva futura de Villiers de L’Isle-Adam.
Una anotación de los diarios del 24 de noviembre de 1971, Renzi dice: “Cumple 30 años”. O sea que, verdaderamente nació ese día de 1941. La anotación continúa: “La virtud de tocar fondo y estar solo, tan abajo, sin ninguna otra molestia que la falta de aire”.
El resto de lo anotado es literatura o premonición: “Perdido, anda por la ciudad en comienzo del verano, turbio, aprendiendo a reconocer sus propios límites. Estoy muerto, dice, ya no queda nada de mí. ¿Qué ha sido de sus viejas ilusiones y de la confianza en el futuro? Vencido, no tiene nada que decir, está todo dicho”.
Se equivocaba, le quedaba siempre algo por decir. Muchos libros, como en este caso, hacen una obra.
Que el lector ponga esta frase de la última página de Los diarios de Renzi. Un día en la vida el nombre de quien quiera: Piglia o Renzi. No importa, quedan desde ahora y para siempre. Ese final se titula “La caída”: “Siempre quise ser solo el hombre que escribe”.
Según la solapa de Los diarios de Emilio Renzi, el año pasado Ricardo hubiese cumplido 81 años, y el que conocimos, 80. Sé que, no solo a mí, nos hubiera gustado que viviese más tiempo.
Día de Reyes, hace cinco años que se fue. Joyceano, tanto en su vida como en su despedida.
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