Una cuestión de género
CUENTOS DE MUJERES SOLAS Por varios autores-(Alfaguara)-279 páginas-($ 22)
Trece relatos componen Cuentos de mujeres solas , muchos de ellos escritos por especialistas del género. En su apasionado prólogo, la novelista chilena Marcela Serrano nos advierte que la soledad no siempre se relaciona "con el amor de pareja" y afirma que hay una, exclusiva de las mujeres, "que resulta de haber nacido en un mundo diseñado para otros que no son los de tu especie". Largo y tendido se podría ahondar sobre esta apreciación, pero quizá convenga concluir que en esta antología la soledad, como cambiante metáfora, es apenas un punto de partida hacia una rica variedad de personajes femeninos, situaciones, escenarios y épocas.
La selección arranca con tres autores estadounidenses. En "Una aventura", Sherwood Anderson traza la minuciosa tragedia psicológica de una muchacha pueblerina que se queda esperando el regreso de su novio durante nueve años antes de convencerse de que él nunca volverá. "La buena gente del campo", de Flannery O´Connor, refleja la chatura de un ambiente rural y el aislamiento intelectual de Joy, una joven con una pierna artificial y un doctorado en filosofía cuya inteligencia no la salva de ser humillada por un perverso vendedor de Biblias. Es ésta una narración magistral, cargada de símbolos y matices, que nos va revelando las complejidades ocultas detrás de la aparente simplicidad de las cosas. Con igual eficacia, "Una mujer sin país", de John Cheever, nos habla de la soledad del exilio al que ha sido empujada Anne por un supuesto adulterio del que es inocente. Una serie de incidentes fortuitos desencadena la fatalidad y para escapar de la condena de la sociedad norteamericana ella emigra a Europa donde se debate entre la nostalgia y la negación de su patria. El mecanismo del desenlace remite, de manera curiosa, a "El cuesco histórico", una divertida anécdota de Las Mil y Una Noches . La española Nuria Barrios nos presenta, en "Tejamos, tejamos, mano enloquecida", a una familia de tejedoras sin hombres cuyo oficio adquiere una ominosa connotación mitológica.
"El ilustre amor" (extraído de Misteriosa Buenos Aires ) , de Manuel Mujica Lainez, transcurre durante el funeral del virrey Pedro Melo de Portugal y Villena. Aquí Manucho elabora un magnífico crescendo rematado en la última línea para descubrir el ardid que permite a Magdalena, menospreciada por todos, convertirse en un "ídolo fascinador". Un recurso parecido adopta la viuda retratada por Oscar Wilde en "La esfinge sin secreto": aparentar un misterio para llamar la atención.
El argentino Pedro Mairal (autor de la premiada novela Una noche con Sabrina Love ) ofrece un texto bien enhebrado y pleno de sutilezas en "El viaje de la profesora Bellini". Centrado en el relato de un viaje a Grecia, el verdadero viaje es el que no se cuenta y representa para la profesora una huida de una realidad opresiva. "Devaneo y embriaguez de una muchacha", de la brasileña Clarice Lispector, fiel al título, guía el lenguaje hacia el libre fluir de la conciencia. "Princesa", otra perla de la colección, constituye una demoledora crítica de Anton Chéjov contra el autismo social de la aristocracia rusa, encarnado en la frívola benevolencia de Vera Gavrilovna que, en el fondo, siente "una repugnancia hacia el prójimo" y sólo es capaz de compadecerse a sí misma. Doña María de la Piedad, el personaje de "En el molino", de José María Eça de Queiroz, podría considerarse la antagonista de la princesa chejoviana. Sin embargo, habita otra clase de prisión: una vida árida consumida por el deber de cuidar a un esposo paralítico y unos hijos enfermizos. También patética es la existencia de Miss Harriet, la solterona del cuento homónimo de Guy de Maupassant, que ama "con tierna pasión todas las cosas y todos los seres vivos, excepto los hombres". Katherine Mansfield, en cambio, describe en "Revelaciones" a una mujer que, a pesar de la adoración de su marido, se siente incomprendida y turbada por un confuso anhelo de libertad. Por último, "Malintzin de las maquilas", del mexicano Carlos Fuentes, muestra el desamparo económico y afectivo de un grupo de obreras que trabajan en una fábrica de televisores de Ciudad Juárez.
Cuentos de mujeres solas trae referencias biográficas sobre los autores y fuentes bibliográficas donde se indica el nombre de los distintos traductores y de qué obra fue extraído cada relato. Algunos de ellos, en virtud de su sabia condensación, funcionan como micronovelas y componen, en conjunto, una sólida colección recomendable para los amantes de la buena literatura que, en este libro, consigue un milagro paradójico: transmutar las tristes soledades de sus páginas en gozosa compañía.