Una crónica plural en tiempo real, con la voz de los sobrevivientes
A un año del atentado, se publica un libro que reúne hechos y testimonios de la tragedia de la madrugada del 7 de octubre en el sur de Israel
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El sello Marea publicó este mes Un pogrom del siglo XXI. Israel: 7 de octubre de 2023, conjunto de crónicas que abordan desde diferentes momentos y lugares (el festival de música, los kibutz Beeri, Mefalsim y Kfar Aza, Jerusalén, la Franja de Gaza) el trágico atentado. Escritas por corresponsales de la revista francesa Le Point -Valentine Arama, Armin Arefi, Luc de Barochez, Danièle Kriegel, Sébastien Leban, Guillaume Perrier, Julien Peyron, Bartolomé Simon, Théophile Simon, Mathilde Siraud y Géraldine Woessner- y reunidas por Jérémy André, narran en tiempo real y con testimonios de los sobrevivientes el ataque del 7 de octubre, desde la madrugada hasta las once de la noche. También se incluyen mensajes enviados por los terroristas a sus familiares, festejando la masacre.
“El libro lo hizo Le Point, con un equipo de corresponsales en el lugar y tomando como base el testimonio de los sobrevivientes, los familiares de las víctimas y los testigos; los últimos mensajes rescatados de celulares de las víctimas enviados a sus seres queridos; las palabras de soldados veteranos y de expertos en catástrofes y los llamativos informes previos de los servicios secretos israelíes sobre un inminente ataque programado metódicamente hace más de un año -dice a LA NACION la directora editorial de Marea, Constanza Brunet-. No pretende ser un trabajo de historiadores, sino un documento riguroso y descarnado de lo inmediato, para que el horror y la deshumanización no sean naturalizados”. Tiene un epílogo del escritor argelino Kamel Daoud.
“Quisimos publicarlo porque es una crónica magistral, que desarrolla desde el lugar de los hechos, con mucho nivel de detalle y una prosa atrapante, qué pasó ese día -señala Brunet-. El registro de tiempo real le da algo palpable al horror vivido. Creemos que es muy importante no olvidar qué pasó el 7 de octubre de 2023 y este libro es una manera de mantener vivas a esas víctimas y de pedir por la paz”. Y agrega: “La violencia desatada con posterioridad por el Estado de Israel contra Gaza y la crisis humanitaria actual en ese territorio en el que la ONU contabiliza 40.000 muertos es inadmisible; es un deber repudiar a todas las víctimas civiles y no permitir que se las utilice políticamente para justificar la guerra”.
La directora editorial de Marea cuenta que varias personas dejaron de seguir las cuentas de redes sociales tras el anuncio de la publicación del libro. “Sabemos que se instaló una grieta entre los que defienden una u otra postura -dice Brunet-. Algunos de nuestros seguidores en redes se sintieron ofendidos por este libro y dejaron mensajes manifestándolo o nos dejaron de seguir. La idea de muchos es que si recordás a las víctimas y repudiás el atentado de Hamas, automáticamente estás defendiendo y justificando el accionar del Estado israelí contra el pueblo palestino. Nuestra idea es que hay que tomar la voz de las víctimas de los dos lados, embanderarse con un solo lado le hace el juego a quienes quieren que esta guerra continúe”.
“A la historia le cuesta recuperarse de ciertos días -comienza así el prólogo del periodista Étienne Gernelle-. La mañana del 7 de octubre, los asesinos llegaron de a cientos. Mataron y siguieron matando con balas o cuchillos a familias, niños y ancianos, incluso a mujeres embarazadas. Violaron y mutilaron para humillar y aniquilar. Hicieron falta días, a veces semanas, para identificar ciertos cuerpos, tan destruidos que ningún padre pudo reconocerlos. Hubo que pedir ayuda a arqueólogos. Como si se hubiera negado a las víctimas no solo el derecho de vivir, sino también el de haber existido. Los asesinos reían, se filmaban, se mostraban orgullosos por los teléfonos. Todo eso no solo estaba permitido, era lo que querían. Porque el objetivo no era vencer sino erradicar, porque el blanco eran los judíos. Los hombres de Hamás luego partieron con rehenes. El único valor de esas vidas: ser otros posibles muertos”. Grenelle menciona que algunos historiadores compararon el ataque en la rave con el atentado a las Torres Gemelas, en septiembre de 2011.
Gernelle aborda la “gran relativización” del antisemitismo en el debate público en Occidente: “Estábamos conversando de todas las tonterías y obscenidades que se estaban diciendo en el mundo sobre Israel y Gaza: aquel eslogan de ‘Palestina libre, desde el río hasta el mar’, entonado en las calles de Londres y en Harvard, que significa la eliminación de Israel; la explosión de los actos antisemitas, desde Berlín hasta Majachkalá en Daguestán; el episodio del hospital Al-Ahli, que supuestamente fue bombardeado por las Fuerzas de Defensa de Israel, y a propósito del cual instituciones respetadas propagaron con entusiasmo el discurso de Hamás; y luego el silencio sobre las violaciones cometidas por los hombres de Hamás...”. Y brinda una clave de lectura de Un pogrom del siglo XXI: “Quisimos, al menos, seguir los hechos y hacer que hablaran los testigos. No olvidar, no tan rápido”.
Un fragmento de “Un progrom del siglo XXI”
El foco del festival fue durante siete horas un verdadero infierno. La fiesta terminó siendo una carnicería. En un video filmado por los terroristas, uno de ellos arroja una granada en un refugio antiaéreo donde había varios asistentes al festival. En otro, heridos son arrojados como carne a la parte trasera de una camioneta. Luego de llevar sus rehenes a Gaza, los atacantes dejaron a sus espaldas una masacre digna de Atila.
Un policía israelí filmó su llegada al lugar: una multitud de cuerpos ensangrentados yacen en el suelo, esparcidos por doquier, desarticulados. Casi sin voz por el espanto, pide a los sobrevivientes que den alguna señal, pero es en vano. Detrás del bar, cerca de los congeladores en los que varios jóvenes intentaron esconderse, decenas fueron masacrados. Tienen la mirada petrificada, parecen muñecas de trapo cuyos miembros fueron dislocados. Una joven, de espaldas, ha sido tan ultrajada que no se la puede reconocer, su rostro desapareció. Un poco más lejos, otra tiene la cabeza dada vuelta, el cuello torcido. En total, según una investigación de la Policía informada por Haaretz a mediados de noviembre, en el festival fueron asesinados 364 israelíes.
Además de las decenas de muertos, varios testimonios 79 recolectados por la Policía israelí relatan violaciones y abusos sexuales. “Durante horas, me escondí y escuché cómo secuestraban a las mujeres, las violaban, oía constantemente cómo moría la gente implorando por su vida –detalló Gad, uno de los testigos interrogados en esta investigación judicial–. Yo no podía hacer ningún ruido, si no, me hubieran capturado a mí también”.
Traducción de Ezequiel Martínez Kolodens
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