Una aventura polifónica
Paraná Ra’anga. Itinerancia 2011-2013 es el registro de una travesía que inspiró en los participantes obras de serena belleza y sumó el invalorable aporte de piezas de museo
Filósofos, cineastas, fotógrafos, sociólogos, escritores, científicos y artistas, la naturaleza y la labor del hombre, saberes e instituciones se entreveran en la aventura Paraná Ra’anga. Itinerancia 2011-2013. La muestra es el registro parcial, como es forzoso, de las observaciones e incitaciones que la travesía suscitó en los participantes. A estos trabajos se sumaron piezas procedentes del Museo de Ciencias Naturales y del Fernández Blanco, y tallas estofadas y policromadas de la Misión de San Cosme y San Damián. Sobre ellos gravitan las célicas inspiraciones de Florián Paucke, misionero jesuita, naturalista y pintor (1719-1780), y de su cofrade Domenico Zipoli, músico y formador de músicos en las misiones guaraníes.
La muestra opera como la suma de cuadernos de bitácora de esta singular y rica aventura polifónica, ofrecida en la sede de OSDE y en las dos sedes del Centro Cultural de España en Buenos Aires como antes lo hiciera en Asunción del Paraguay, Corrientes, Santa Fe, Rosario y Reconquista. El río Paraná –para (semejante) na (mar)–, caudaloso, aluvional, acicate de los voraces buscadores de El Dorado, es por su caudal el sexto en volumen entre los ríos de llanura. Desde el Delta hasta Asunción, los conquistadores lo remontaron con ventura y desventura diversa.
En su ribera, Juan L. Ortiz erigió su poética zen alternada por la escucha del silencio y el rezongo, breve, en sordina, del mate. Una jujeña, Libertad Demitrópulos, asumió mixturas y decires en su inolvidable novela Río de las congojas. María Teresa Constantin pilotea la ingente riqueza de la propuesta y las preseas de los aventureros. Vaya que es diverso lo colectado: mapas, fotografías, textos, animales embalsamados, tallas, dibujos, música, pinturas, obras colectivas o en solitario. Cada grupo partícipe de la aventura supone saberes, intereses, índoles y compartidas experiencias sensibles, intelectuales y físicas desovilladas en tiempo y espacios infrecuentes.
La enumeración es aluvional, redundante y, por imperio de la situación, precaria. Tiene analogías con los matrimonios por poder de legalidad irrefutable, pero se omite el implacable decir que en España se aplica a tal circunstancia. La experiencia es imprescindible.
La visibilidad del Paraná, en este caso el río de aguas oscuras, encuentra en los óleos de Félix Eleazar Rodríguez texturas ópticas y signos ominosos de las congojas y desabrimientos, contrapuestos a las labores y los días portuarios que traza en carbonilla. Matices, brumas, nubes ocupan la maravillosa lente de Facundo de Zuviría. Y hay un cameo insólito de Daniel García originado en sus nadadores que evoca los apuntes de Paucke, Mónica Millán y Laura Glusman. Humor y parodia concurren en la obra de Fernando Bedoya y las atravesadas visiones de Andrés Loiseau Lazarte.
Como antaño, el Paraná es hogaño trajinado por españoles, como Pere Joan, que afirma desde el gracejo que viajar es un paréntesis en el tiempo cotidiano y grafica su aserto del viajar en el río, que es también como estar dentro de un paréntesis. Pere Joan encuentra en el perfil del Obelisco porteño y la plazoleta donde está emplazado una hilarante y lacónica sincronía. Buen contrapunto a las tallas de los anónimos imagineros de las misiones jesuíticas.
La muestra es mixturera, mestiza; de allí procede su savia vital. Cabe sólo subir a bordo y ser paranauta con aire propio.
Paraná Ra’anga. Itinerancia 2011-2013, en Fundación OSDE (Suipacha 658, 1° piso), hasta el 13 de abril.
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