Una aventura de seis jóvenes amigos llamada El Gran Pez se convirtió en “la mejor librería del país”
Sobran motivos para festejar en el local de Mar del Plata donde un grupo de lectores compinches ideó “este proyecto loco”, premiado el fin de semana en la FED
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MAR DEL PLATA.- Entre decenas de cajas apiladas, cientos de títulos recién llegados por acomodar y atender a clientes que llegan para felicitar y, de paso, comprar algún libro, habrá que encontrar tiempo para el ahora doble festejo pendiente. O triple, si se suma la mudanza original que por complejidad siempre creyeron que ameritaba celebración. Es que la inauguración de flamante local, a comienzos del año pasado, quedó postergada por la pandemia y las medidas de confinamiento. Y si faltaban motivos para ese merecido brindis, los socios que dieron forma a El Gran Pez ahora también podrán alzar las copas por el premio recibido este fin de semana por ser considerada la mejor librería del país.
La distinción llegó durante la última Feria de Editores Independientes (FED) para esta aventura de seis jóvenes amigos unidos sobre todo por el amor a la lectura y lanzados a dar forma a un proyecto superador de la mera acumulación de lomos ordenados, bien visibles, variados y numerosos como para saturar anaqueles. Querían también fanzines, stickers, agendas, posters, serigrafías, ilustraciones… y un millón de ideas más.
Así es que abundan armonía y calidez en el universo literario que habita ese pequeño local de calle San Luis 2100, una cáscara de nuez si se lo compara con otros competidores en el mercado con locales de varias plantas y pasillos anchos y ociosos. Pero enorme en relación al lugar que hace cinco años fue punto de partida de este proyecto: apenas 18 metros cuadrados donde entonces había más espacio para sueños que libros. “Eran dos baños químicos”, bromean sobre lo escueto tamaño.
Francisco Casadei, Sebastián Chilano, Manuel Passaro, Alejandra Rumitti, Esteban Prado y Santiago Subiela recién empiezan a recuperar horas de sueño tras el viaje a Buenos Aires, la emoción del premio y el retorno a Mar del Plata con la satisfacción del reconocimiento a una idea que nació en 2017 de la unión de sus editoriales locales La Bola, Letra Sudaca y Puente Aéreo (esta última ya desaparecida). “Había cierta sintonía del concepto de librería que queríamos, se profundizó la afinidad y avanzamos hacia esta amistad hermosa”, dice Subiela a LA NACION.
La experiencia inicial fue hacer ferias y eventos con otros pares que conocieron en este circuito, pequeño y de relaciones cercanas. Así un día se encontraron con miles de títulos de todo el país y propusieron lo que se bocetó como un mini proyecto de librería alternativa. “Si bien el rubro en Mar del Plata tiene muy buenas propuestas, sentíamos que no había ninguna que tuviera la bibliodiversidad que nosotros pretendíamos como lectores, que por sobre todas las cosas es lo que somos”, precisó.
A ocupar ese espacio, entonces. En medio del verano se lanzaron con ese rincón de Hipólito Yrigoyen y Moreno, a tres cuadras del palacio municipal y cuatro de Peatonal San Martín. La respuesta fue buena y casi inmediata. En esa superficie reducida lograron condensar una oferta rica para una clientela que se empezó a fidelizar. Mínimo el local y sin depósito, todos los títulos estaban a la vista.
Casadei fue el último en sumarse a la sociedad, hace poco más de dos años. Fue el momento de pensar en un salto y se decidieron a ganar superficie. A un par de cuadras apareció el actual punto de ventas que se preparó durante el verano del año pasado y, cuando se creía que todo estaba listo para cortar cintas y abrir puertas pareció el aislamiento obligatorio por coronavirus.
La cuarentena también les dio una lección: la venta electrónica domina el mercado y profundizaron esa búsqueda de construir una librería soñada, que por sobre todo habilite una experiencia al cliente/lector que elige ir al local. Y en este nuevo, dentro de las comodidades limitadas, hay sillón, espacio para niños, un carrito cargado de títulos que se puede mudar a la vereda, un pequeño patio cubierto donde quizás alguna vez se pueda leer con una cerveza en la mano y un sótano de 100 metros cuadrados que replica la planta baja y se insinúa como un espacio multicultural: charlas, reuniones, entrevistas, mini recitales, muestras y mucho más.
La impronta de los dueños, que se reparten en los turnos de atención al público, está hasta en los señaladores e incluso los carteles de protocolos sanitarios, obra de uno de los socios, Passaro, que es ilustrador. Y señales de apertura a la comunidad, como la persiana metálica del frente que está intervenida por el colectivo artístico Proyecto Fauna. Detalles que distinguen.
Una de las propuestas que incorporaron hace más de un año y medio fue Club Tifón: una suscripción con envío mensual y a domicilio de una caja que lleva un libro y un vino –de editorial independiente uno, de pequeña bodega el otro- y un regalo sorpresa.
Esto y mucho más se valoró en la FED, la segunda más importante del país en el mercado del libro y que ya sin tantas restricciones tuvo un muy amplio movimiento de público. El concurso habilitó a todas las librerías del país para presentar sus proyectos, lo que son y lo que pretenden ser. Entre 150 participantes se seleccionó una docena entre la que el jurado eligió y premió a El Gran Pez. El premio ganado son 350000 pesos en libros de editoriales que fueron parte de la feria.
Subiela y Casadei admiten que este reconocimiento les aportará visibilidad en el mercado, tanto para clientes como para el vínculo con los proveedores. Saben por experiencia que desde el interior todo se hace un poco más difícil que en la metrópoli.
Trabajan muy poco libro de coyuntura. Tampoco de los grupos editoriales más grandes. Predominan títulos de filosofía, estudios de género, literatura contemporánea, cómic y mangas, mucho para niños y un abanico muy amplio de libros ilustrados, así como plaquetas de poesía y títulos artesanales. ¿Autoayuda, política y economía? Casi nada. Quizás a pedido.
En las estanterías y mesas hay espacio también para mucho escritor que edita a pulmón. Marplatenses, también, que entienden a El Gran Pez como canal para llegar a lectores muy especiales. “Es un proyecto loco”, dice Subiela de algo que los tiene encantados.
¿Y el nombre de la librería? No nació de la película, aunque pueda encontrar en el espíritu de esta aventura entre amigos algunas coincidencias con la sucesión de historias delirantes de la obra de Tim Burton. En realidad, aclaran, nació en una ilustración de Passaro, una cabeza de merluza negra que se convirtió en logo. Había una imagen, le faltaba nombre. Así surgió El Gran Pez, donde sobran motivos para festejar.
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