Una “atmósfera de felicidad y admiración” hacia Borges en universidades estadounidenses
Durante una gira académica en Estados Unidos, el escritor habló con profesores y estudiantes de modo distendido y provocó risas en la audiencia; también fue entrevistado en un programa televisivo; Martín Hadis tradujo al español once diálogos donde el escritor hace revelaciones inéditas
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A 35 años de la muerte de Jorge Luis Borges, sigue creciendo la biblioteca de títulos que lo tienen como autor o protagonista. Tal vez con los años se descubra que la “biblioteca infinita” que habita en sus ficciones sea la suya. En Borges: El misterio esencial. Conversaciones en universidades de los Estados Unidos (Sudamericana) se publican por primera vez en español los diálogos que el escritor argentino mantuvo con profesores y estudiantes de las casas de estudios superiores estadounidenses más prestigiosas -Chicago, Boston, Harvard, Columbia y el MIT- durante un tour académico en 1980. También se incluye una entrevista con el excomediante Dick Cavett para su programa televisivo (The Dick Cavett Show), un diálogo de 1976 en la Universidad de Indiana, una charla en el PEN Club de Nueva York y fotografías. Distendido y a gusto, Borges hace revelaciones inéditas sobre su obra literaria en los pagos de Mark Twain.
La edición original estuvo a cargo del traductor y amigo personal de Borges, Willis Barnstone (que firma un afectuoso prólogo e interviene en las charlas), y la traducción y las notas corrieron por cuenta de otro destacado “borgeólogo”, el profesor e investigador Martín Hadis, que escribió con Barnstone una introducción. “Estos diálogos ya estaban publicados en inglés, e incluso habían sido traducidos al italiano, al francés y hasta el rumano, ¡pero no al castellano! -exclama Hadis-. Me pareció que había que hacer algo al respecto, y por eso decidí traducirlos para que vuelvan a nuestro idioma y a la Argentina”. Hadis es autor de varios libros referidos al autor de Ficciones, como Borges profesor, Literatos y excéntricos: los ancestros ingleses de Borges y Siete guerreros nortumbrios. Enigmas y secretos en la lápida de Jorge Luis Borges.
“Son diálogos muy especiales -dice Hadis a LA NACION-. En primer lugar, a Borges se lo nota relajado y contento. En el ámbito del campus norteamericano, tan cosmopolita, diverso y a la vez académicamente riguroso, se movía como pez en el agua. Es un entorno propicio y hospitalario, y Borges está entusiasmado y muy entretenido y muy suelto”. Para Hadis, en las páginas del libro se refleja una “atmósfera tanto de felicidad como de admiración” que sintieron décadas atrás los anfitriones del escritor argentino. “Entonces, y esto es clave, nadie lo interrumpe. A diferencia de otros diálogos en los que sus interlocutores apenas si le dejan decir una frase, o en los que hay límites de tiempo impuestos por los medios de radio o televisión para los que fueron grabados, aquí Borges se explaya a piaccere. Esto hace que esté muy abierto a preguntas que en otros casos es renuente a contestar: por ejemplo, sobre sus propias emociones, o, sobre todo, qué quieren decir o cómo se le ocurrió redactar poemas y cuentos específicos”.
Cuando Barnstone, en la Universidad de Chicago en 1980, le pregunta cómo se siente en el auditorio, Borges responde: “Percibo la amistad. Percibo una sensación muy real de bienvenida. Me siento querido por la gente, siento todo eso. No percibo las circunstancias sino lo esencial, profundamente. No sé cómo es que lo hago, pero sé que mi percepción es correcta”.
“Otro rasgo bastante curioso es que Borges se sentía tan cómodo y contento que, por momentos, se pone directamente cómico -revela Hadis-. En varios diálogos se pone bastante travieso. Hay un profesor cuyas preguntas no le caen particularmente bien y entonces se dedica a exasperarlo. Lo hace a propósito, le contesta cosas que no tiene sentido, interrumpe su argumento. Y el otro no sabe cómo avanzar. Más allá de eso, durante todos los diálogos tiene respuestas risueñas. No filosamente irónicas, como en otras ocasiones, sino graciosas y amables. Se nota que está muy divertido, muy entretenido, y eso lo lleva a sacar su faceta lúdica. Se pone a jugar con las ideas y las palabras. Da mucho gusto leerlo y sentirlo así de contento”.
Por ejemplo, esto pasa cuando Miguel Enguídanos le recuerda a Borges que en una ocasión este había declarado que iba a abandonar la literatura. “¿Yo dije eso?”, le responde. “Permítame recordarle las circunstancias -aclara Enguídanos-. Estábamos en Oklahoma. Al parecer usted había decidido que iba a dedicarse a buscar petróleo o algo así”. Y Borges remata: “Ah, sí, claro. Ese es, sin duda, uno de mis hábitos. Es algo que hago continuamente”.
Al hallarse ante audiencias extranjeras, el escritor se refiere en varias oportunidades a la Argentina y en particular a Buenos Aires. “La Argentina no puede ser explicada -comenta-. Es tan misteriosa como el universo”. En la misma charla con Cavett, en Nueva York, recuerda la respuesta de su madre cuando recibieron una amenaza de muerte por teléfono, luego de que Borges fuera degradado a inspector de aves, conejos y huevos en ferias municipales por el peronismo, en 1946. “Matar a mi hijo es fácil -cuenta Borges que dijo doña Leonor Acevedo Suárez-. Lo puede encontrar en la calle y matarlo cuando se le ocurra. En cuanto a mí, ya tengo más de noventa años, así que le aconsejo que no pierda el tiempo hablando por teléfono y venga a matarme pronto, porque si no se apura, por ahí me le muero antes”. De tal palo, tal astilla.
Y se producen, dice Hadis, “revelaciones francamente sorprendentes sobre sus intenciones al escribir ciertos textos y los métodos que utilizó para escribirlos”. En varias ocasiones, Borges se refiere a la composición de sus poemas y cuentos. “’La rosa amarilla’ y ‘El otro tigre’ son, esencialmente, el mismo poema pero escrito mediante diferentes símbolos -declara en 1980-. Escribí ‘La rosa amarilla’, y años más tarde pensé que ese poema no servía y lo intenté una vez más, no con una rosa sino con un tigre”. Y añade que el segundo poema -“lamento decirlo”, acota el autor- tiene una moraleja: “Representa la certeza de que no podemos llegar a las cosas a través del arte”. El argumento del célebre “Poema conjetural”, dice, pertenece al poeta romántico Robert Browning. Como buen huésped, elogia a los grandes autores estadounidenses: Emily Dickinson (”es la escritora más apasionada que ha existido”), Henry James, O. Henry y Walt Whitman.
No hay referencias directas al contexto histórico de esos años en el país (”las graves tensiones políticas” a las que alude Barnstone en su prólogo y la dictadura militar). Sin embargo, cuando alguien de la audiencia, en la Universidad de Indiana en 1976, le pide que compare el Buenos Aires del presente con el del pasado, Borges responde: “Mi país se está desintegrando. Estas cosas me entristecen mucho. Cuando pienso en mi infancia mis recuerdos son muy felices. Pienso que la gente era más feliz entonces que ahora. Hoy en día no sé nada sobre Buenos Aires. No lo entiendo; solo puedo sentirme desconcertado y entristecido por todo lo que sucede en mi país”.
Para su trabajo de traducción del inglés al español, Hadis utilizó su “faceta informática” en un programa creado por él para analizar la frecuencia con que Borges recurre a distintas palabras. “Esta no fue una mera traducción, en la que el traductor es libre de encontrar la mejor manera de expresar lo que dice en el original en otra lengua según su propio criterio -dice a LA NACION-. Borges se expresaba perfectamente en inglés, pero la tarea consistió en traducir estos diálogos a su lengua materna, el castellano. Por lo tanto, decidí fijarme con sumo cuidado qué palabras y expresiones utilizaba Borges en su propio idioma, el nuestro, para expresar lo que en estos diálogos decía en inglés. Más que una traducción, fue un regreso a nuestro idioma y a la forma de expresarse de Borges”.
Barnstone y Hadis son amigos. “Él es un escritor y poeta ilustre, muy respetado en Estados Unidos. Tiene una gran obra, y es un gran traductor que maneja muchísimos idiomas. Hablamos bastante seguido. Nació en 1927, y tiene una chispa, una memoria y una inteligencia sorprendentes”. Barnstone visitó la Argentina en la turbulenta década de 1970 y luego acompañó a Borges en la gira académica por Estados Unidos. “Fue él quien recopiló los diálogos. Yo los traduje y durante ese proceso conversé mucho con él, más que nada para captar la atmósfera de los diálogos y entender cómo se llevaban. Y luego hice mucha investigación y agregué notas con el fin de facilitar la lectura, ya que Borges como siempre hace alusiones veloces a palabras y literaturas de otros idiomas y otras épocas”.
Hadis tiene pendiente un proyecto ambicioso: crear una página web dedicada a sus investigaciones literarias (que incluyen sus trabajos sobre Borges). “Estoy pensando en hacer algo que sea a la vez entretenido y riguroso, que haga pensar y que se salga de lo esperable”, anticipa. En distintos soportes, la biblioteca sobre Borges tampoco deja de crecer.
Así hablaba Jorge Luis Borges
A continuación, compartimos seis frases del autor de El Aleph en su gira académica por universidades y otros ámbitos en Estados Unidos, en los años 1980.
“Me pregunto si Fray Luis de León tuvo realmente alguna experiencia mística. Yo creo que no. Cuando hablo de místicos, pienso en Swedenborg, en Angelus Silesius, y en los persas también. No en los españoles. No creo que los españoles hayan tenido experiencias místicas”.
“Creo que puedo decir que el proceso de escribir poesía o escribir cuentos -ambas cosas son, en el fondo, similares- es algo que ocurre más allá de la voluntad de uno. Yo nunca he intentado escribir sobre un tema en particular; yo no lo elijo los temas, dejo que ellos me elijan. Y luego, mientras voy caminando por la calle, o paso en mi casa -la angosta casa de un hombre ciego- de una habitación a otra, siento que algo está por ocurrir, y ese algo puede ser una línea o una cierta forma”.
“Yo escribí ese cuento [’Funes el memorioso’] como una suerte de metáfora, o de alegoría, del insomnio. No había logrado dormir por varias noches, y entonces pensé que un hombre cuya memoria llegara a ser casi infinita terminaría, muy probablemente, volviéndose loco. Yo sufría de insomnio en aquel entonces y, curiosamente, una vez que escribí ese cuento empecé a dormir muy bien otra vez. Espero que el cuento no los haya hecho dormir a ustedes”.
“Si tuviera que elegir una única obra que representara la cima de toda la literatura, creo que elegiría a la Divina Comedia. Y eso que no soy católico. No creo en la teología. No creo en la idea de castigos y premios divinos. Nunca he podido entender esas cosas. Pero el poema en sí es perfecto”.
“Creo que la amistad es, quizá, el hecho capital de la vida. La amistad, como me dijo una vez Adolfo Bioy Casares, tiene una ventaja sobre el amor: puede prescindir de demostraciones continuas. En cambio, en el amor, uno está siempre pendiente de ser querido o no, uno vive en un estado perpetuo de ansiedad, de zozobra, mientras que en la amistad uno puede pasar un año o más sin ver a un amigo y eso no importa. Un amigo puede ofenderlo a uno, puede haberlo evitado a uno. Pero si esa persona es un amigo, no hay motivo alguno para preocuparse. La amistad, una vez que se establece, continúa funcionado sola. En este sentido, la amistad tiene algo de mágico, es como una suerte de encantamiento. Y creo que quizá la única virtud que está permitida a un país tan desdichado como el mío es la virtud de la amistad”.
“No hay que usar palabras como ‘la mejor’ o ‘la primera’, ya que esas palabras no generan la menor convicción y solo sirven para propiciar discusiones. La belleza no es algo infrecuente. Estamos continuamente sintiéndola. Por ejemplo, yo no sé nada acerca de la poesía húngara, pero estoy seguro de que en la poesía húngara encontraré sin duda un Shakespeare, un Dante, un Fray Luis de León, porque la belleza es algo frecuente. Toda la gente está creando belleza continuamente”.
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