Una academia con 40 años "de calle"
Es la del lunfardo, fundada en 1962, que hoy cuenta con 28 académicos y sede propia
Con el slogan "El pueblo agranda el idioma", la Academia Porteña del Lunfardo festejó anteayer sus 40 años con una sesión pública, en el salón del Colegio de Escribanos de la Ciudad de Buenos Aires.
Para disfrutar de la velada, los 28 académicos y los benefactores de la entidad y los familiares se dispusieron en las cómodas butacas del auditorio, frente al escenario. No pasó inadvertido el cartel con el nombre de la institución, fileteado y enmarcado con una brillante luz de neón color naranja.
El orden del día continuó con la solemnidad de un acto académico, de no ser por la inclusión espontánea de voces como escolaso , garpar , mina o rope en las disertaciones de los miembros de número y disfrutadas por un auditorio conocedor de la literatura y el lenguaje porteños.
Los académicos José Gobello (presidente), Ben Molar (secretario), León Benarós (emérito) y Natalio Etchegaray (tesorero) presidieron el acto, en el que no faltaron el humor, los homenajes y, por supuesto, los recuerdos.
Para cantar la justa se dio lectura del acta fundacional de 1962 y del acta de la sesión constitutiva, firmada en 1963, en el Círculo de la Prensa -primera sede de la institución-, en la que consta que las primeras autoridades fueron el periodista José Barcia, el lexicógrafo José Gobello y el historiador León Benarós, designados por los votos de los siete miembros fundadores.
Con sede propia
A cuarenta años de su creación, la institución tiene su propia sede en el barrio porteño de Montserrat, recibe a becarios extranjeros interesados en el estudio del lunfardo y posee una biblioteca a la que concurren unos 500.000 estudiantes, investigadores y curiosos por año.
"Como presidente, hice lo principal: preservar la continuidad de la Academia", aseguró Gobello.
Con las palabras del músico Ben Molar, los asistentes se sintieron identificados en sus orígenes. "Borges siempre me decía que estaba titulado en la universidad de la calle y de la noche", advirtió el músico, al recordar su infancia en los conventillos de Boedo y Villa Crespo. "No le cuenten a mi hermanita que dije conventillo, porque prefiere que diga casa de inquilinato", rogó al auditorio, que respondió con aplausos.
Molar defendió el lunfardo como el lenguaje de origen popular porteño al recordar cuando su padre le pedía de niño "andá a lo de don Ramón, pedile un kilo de marroca para morfar y decile que le vamos a garpar a fin de mes".
Así, llegó el turno de analizar el origen y el devenir de la palabra lunfardo, que en el Río de la Plata apareció por primera vez en una recopilación de las voces usadas por ladrones que publicó un comisario -del que se desconoce el nombre- en el diario La Prensa, en 1878.
La Real Academia Española registró la voz recién en 1927 ante la insistencia del bibliotecario de la Academia, Enrique Del Valle.
Un reservorio de palabras
"El lunfardo es un reservorio de palabras de uso cotidiano en oposición al habla corriente. Viene del idioma del delito", explicó el académico de número Ricardo Ostuni.
Con sus orígenes en los sectores delictivos e incultos de la sociedad, el lunfardo se relaciona con el tango y la calle. Del romanesco, lombardo, lumbardo y lunfardo, ladrón. Hoy el lunfa es el "amigo de lo ajeno".
Lejos de cualquier etimología, las sonrisas aparecieron con la disertación de la periodista Cora Cané, única mujer que ocupa un sillón en la academia desde 1998. La academia recordó que "para evitar el problema del machismo y el feminismo", las tres mujeres que la antecedieron ingresaron como miembros de número.
En el festejo del 40° cumpleaños de la Academia Porteña del Lunfardo no faltó un sentido homenaje al primer presidente, José Barcia, de quien se destacó su diálogo espontáneo, su modestia y "el don de la palabra, con la que acercaba a las personas a los rincones inéditos de la realidad porteña".
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