Un tesoro en la Biblioteca Nacional. Los herederos de Fogwill donaron el archivo del escritor
Cajas con manuscritos, libretas, fotografías, cartas y audios del autor de “Vivir afuera” se quedan en el país, a disposición del público e investigadores
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En coincidencia con el Día Internacional de los Archivos, ayer los herederos del escritor Rodolfo Fogwill -sus hijos Vera, Andrés, Francisco, José y Pilar- donaron el archivo del genial escritor a la Biblioteca Nacional Mariano Moreno (BNMM). El acto, más bien espontáneo y sin presencia de la prensa, tuvo lugar en la Sala César Tiempo de la Biblioteca Nacional; allí, el director de la institución, Juan Sasturain, recibió de manos de los cinco hijos las diecinueve cajas del Archivo Fogwill, gran aporte para la preservación y cuidado del acervo literario del país que estuvo a cargo de la archivista e investigadora Verónica Rossi. Los materiales comprenden un periodo que va desde la década de 1960 hasta 2010.
Fogwill falleció en agosto de 2010, a los 69 años. En diciembre de ese año, Rossi fue a la casa del escritor con Vera Fogwill. “Quería que revise un poco los papeles y que la ayude a decidir qué se podía hacer con ellos -relata en el informe sobre su tarea-. Que la aconseje. Entramos. A simple vista parecía una casa muy desordenada. Lo primero que pensé es que en ese aparente desorden no había que cambiar nada de lugar, porque su ubicación nos podía decir algo. La idea era entender la lógica del Mundo Fogwill, por qué estaban las cosas ubicadas de esa manera”. En abril de 2012, ingresaron al Malba las cajas del Archivo Fogwill para ser organizado y clasificado. A partir de entonces, fue impulsado por los herederos con el objetivo de preservar el legado del escritor en el país. Como se sabe, varios archivos de escritores argentinos fueron comprados por universidades extranjeras; los investigadores locales deben viajar al hemisferio norte para desarrollar sus trabajos.
“Si la familia no se ocupa del patrimonio de nuestros artistas, se pierde -dijo la actriz y escritora Vera Fogwill a LA NACION ayer, desde Madrid-. Hace años Horacio González lo iba a adquirir, pero ni siendo amigo de mi viejo eso pasó; mi padre quería mucho a la Biblioteca”. Los herederos decidieron donar el archivo a la BNMM. El material recopilado es fruto de una búsqueda y recuperación de materiales inéditos, manuscritos, fotografías, videos y documentos digitales y diversas fuentes y fue concebido y organizado bajo la supervisión de Rossi. Libros que estaban inéditos como La gran ventana de los sueños (2013) y Nuestro modo de vida (2014) se publicaron gracias a la tarea realizada por los hijos del autor y la archivista.
“El camino de la investigación archivística no es nunca simple, en general es tortuoso, accidentado y fatigoso -destaca Rossi en su informe-. Pero también fascinante, lleno de sorpresas, seducciones y atractivos”. Entre esas sorpresas figuran cartas de amor, reescrituras y sonetos del autor de Vivir afuera, investigaciones de mercado (Fogwill era sociólogo), correspondencia con escritores, contratos editoriales, borradores y la libreta Moleskine en la que hizo sus últimas anotaciones. “El trabajo del archivo es infinito -señala Rossi-. […] Falta profundizar el estudio de la computadora y de la música, ver los casetes completos; imprimir todas las fotografías que hay en digital; imprimir todos los textos de la computadora (se realizaba el cotejo cada vez que se iba a publicar un inédito); chequear todos los audios y videos que no están en soportes de fácil lectura en la actualidad; terminar de organizar los documentos post mortem de Fogwill que fueron anexándose al archivo; poner a los documentos escaneados el número final de ubicación”.
El largo registro de todos estos años
Para su ordenamiento, puesta en valor, catalogación definitiva y posterior donación gratuita, los herederos designaron a la Asociación Tácita Buenos Aires Plataforma Cultural, que contó con el apoyo de Mecenazgo Cultural de la ciudad de Buenos Aires y el aporte del Banco Comafi. “El Archivo Fogwill es un lugar donde se resguardan sus historias de vida y sus experiencias profesionales, que pueden conversar con el presente -concluye Rossi-. Sus papeles no solo son fuentes de su erudición, sino también un complejo ensamblaje donde sus pensamientos y creatividad se ven desarrollados”.
Durante la firma del convenio de donación -en la que participaron Carlos Bernatek, Daniel Campione, Roberto Bardelli por la BNMM y Juana Droeven (madre de Vera y Andrés) y Miguel Gaya, escritor y abogado de los herederos- Sasturain sostuvo que el Archivo Fogwill “pasará a engrosar la nutrida colección de archivos de personalidades políticas, culturales y literarias que atesora la Biblioteca Nacional y muy pronto, dada la relevante labor previa de ordenamiento llevada a cabo por sus herederos, será abierto al público en una muestra especial”.
“Fogwill es y será, por definición, inarchivable -sostuvo Sasturain-. Incluso sus presentes cosas lo son. Porque todo lo que la palabra archivo connota en una primera resonancia (clausura, cierre e inventario para una memoria eventual, polvo y encierro) nada tiene que ver con él, con su literatura vivita y coleando, agresivamente incontrolable, inarchivable digo. Por eso en este acto memorable en que agradecemos el privilegio de recibir cosas en las que dejó su impronta y su huella, no podemos garantizar que no serán alteradas. Cada uno que se asome y las revuelva y se revuelva, las volverá a hacer crepitar con la lectura, sintiendo el cosquilleo de su mirada presente y socarrona. Y agradecerá que cada acercamiento sensible e inteligente las altere, las convierta en otra cosa. Cualquier cosa menos una tonta ficha, un impecable documento intacto, cualquier forma de erudición ortopédica. Embalsamadores, abstenerse. Estos archivos están vivos”.
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