Un tesoro de 2400 años atraviesa el tiempo y el océano para llegar a Buenos Aires
“Formas y colores de la Italia prerromana” trae al Instituto Italiano de Cultura armaduras, cerámicas, joyas y ornamentos de ajuares funerarios de los Daunos
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Antes de que Roma fuera Roma, la península italiana estaba habitada por numerosos y muy distintos pueblos. Uno de ellos eran los Daunos, asentados en la parte más septentrional de Apulia, desde la segunda mitad del siglo VII a.C. Armaduras, cerámicas, joyas y ornamentos atravesaron el Océano y 27 siglos para llegar a Buenos Aires, a la muestra Formas y colores de la Italia prerromana. Canosa di Puglia, organizada por la Embajada de Italia en Buenos Aires, puede verse en la Sala Benedetto Croce del Instituto Italiano de Cultura de Buenos Aires.
Con curaduría de Massimo Osanna y Luca Mercuri, objetos de ajuares funerarios se ponen en escena, con videos que detrás de una cortina permiten imaginar que el cortejo fúnebre continúa a través del tiempo. Las piezas pertenecieron a príncipes que vivieron entre el siglo IV y el II AC., personalidades en la cumbre de la élite local, que eran sepultados en hipogeos (tumbas de cámaras familiares, excavadas en la piedra local toba), con ricos ajuares funerarios que ponen en evidencia su estatus económico y cultural.
“El 90% del patrimonio arqueológico de Italia está guardado en los depósitos de los museos. Tenemos muchísima herencia de la antigüedad. Por eso, los museos buscan estrategias para poner las piezas a la vista, como estas muestras en el extranjero”, señala Giuliana Gentile, directora del Instituto Italiano de Cultura. En ese sentido, llegó al Museo Nacional de Bellas Artes en diciembre pasado la muestra Tesoros del Museo Arqueológico Nacional de Taranto. Griegos y otras civilizaciones antiguas del Sur de Italia, y antes, visitantes ilustres del hall de ingreso del museo mayor, como el Doríforo en 2011 y la Afrodita de Capua en 2018.
Las piezas de esta nueva exposición provienen en gran parte de las salas de guarda del Museo Arqueológico Nacional de Canosa di Puglia y de las colecciones Museo Arqueológico Nacional de Taranto, de los depósitos de la Superintendencia de Arqueología, Bellas Artes y Paisaje de las provincias de Foggia y Barletta-Andria-Trani, del Museo Arqueológico de Santa Escolástica (Bari) y de la Superintendencia Nacional de Patrimonio Cultural Subacuático con sede en Taranto. La exposición es parte del programa de valorización y promoción del patrimonio cultural italiano en el extranjero Narrar la belleza (Il racconto della bellezza). La muestra se vio primero en Santiago de Chile, y en 2024, se verá en San Pablo y Ciudad de México.
“La intención es valorizar el papel de la arqueología en la narración de la historia y de mostrar la magnitud del patrimonio cultural (estimado en casi un millón y medio de objetos) que, principalmente por problemas de espacio, no se expone al público; pero gracias a su valor histórico y artístico, contribuyen a formar el tejido conectivo de la historia de la cultura italiana”, explica el director general de los Museos del Ministerio de Cultura de Italia y curador de la exposición, Massimo Osanna, de visita en el país para inaugurar la exposición. “No es tan común tener un objetivo tan ambicioso como crear una exposición que dure más de un año viajando por cuatro países de América del Sur y América Central”, explica.
Los jarrones, joyas y metales que se exhiben en la exposición ilustran un período de la historia que se vivía en la parte norte de Apulia, justo antes de la llegada de los romanos, e ilustran los mitos, la religión y la artesanía del pueblo dauno. “Los grandes jarrones están decorados con figuras rojas, una técnica importada de Grecia y reproducida, con variaciones originales, en Taranto desde principios del siglo IV AC. Los objetos expuestos en la muestra, notables por su forma y decoración, fueron probablemente realizados por ceramistas que se trasladaron específicamente a Daunia para satisfacer las necesidades de la clientela adinerada de Canosa y sus alrededores, deseosa de mostrarse cercanos a la cultura griega de Taranto”, dice Osanna.
Parte de los objetos son resultado de la llamada Operación Teseo, llevada a cabo por los Carabinieros de la Unidad Italiana de Protección del Patrimonio Cultural, encargados de combatir el comercio ilícito de bienes culturales. “Como parte de una de estas investigaciones, los objetos recogidos ilegalmente por un famoso coleccionista, la mayoría de ellos de Daunia, y guardados en los depósitos de los museos de Apulia, fueron encontrados y devueltos al uso público”. En la región de Canosa todavía se pueden visitar los sitios arqueológicos donde estas piezas fueron encontradas. Hay casas, templos, tumbas, edificios termales, puentes y catacumbas donde se encuentran aún hoy restos de la Edad de Hierro.
Mientras se escucha el ruido de una fuerte tormenta y los murmullos de una procesión, se adivinan caminantes por sus sobras detrás de las cortinas. Habitan universos paralelos, que llegan por un rulo temporal a través de la historia. En una vitrina, de pie, hay un guerrero, hoplita a caballo invisible, del que sí se ve una impecable armadura, con su yelmo, coraza, espinilleras, puntas de lanza y asadores para preparar la cena. Todo ritual gastronómico está contemplado en el paso a la otra vida. Sobre todo, el vino: hay ánforas para contener, jarras para beber y juegos de vasos. El ajuar femenino comprende anillos de oro y bronce, ungüentarios, una cuchara y alfiler de pelo. Un jarro con forma de cabeza de mujer permite conocer peinados y joyas de la antigua Grecia: se usaba la diadema de hojas y el recogido en la nuca con redecilla.
La cerámica canosina es muy particular: policroma y con tal relieve que pierde su posibilidad de ser usada en la vida cotidiana, más que por los habitantes del más allá. Un jarrón, por ejemplo, incorpora cuatro caballos, tres figuras humanas y una cara. Estas formas se repiten con una matriz, y se pintan después de la cocción de la pieza con témpera fría obtenida a partir de pigmentos naturales.
En la última vitrina de la exposición hay dos estatuas de terracota que representan figuras femeninas, un poco más pequeñas de lo que sería el tamaño natural, con gestos de pena y dolor. “Son las llamadas oraciones y constituyen una peculiaridad absoluta de la artesanía perteneciente al área de Canosa di Puglia, ya que no se han encontrado figuras similares en ningún otro lugar. Por lo general, se interpretan como las mujeres que seguían las pomposas ceremonias fúnebres de los miembros ricos de la élite dauna llorando y mostrando enfáticamente desesperación por la muerte del difunto”, cuenta Osanna.
La cultura expresada por los objetos expuestos es el resultado de la superposición y conjunción de diferentes matrices culturales: la local, más puramente Dauna, combinada con la progresiva penetración de la cultura griega, que llegó a través del comercio y se extendió gracias a las numerosas colonias griegas en el sur de Italia, y con los primeros impulsos procedentes de Roma a partir del siglo III a.C. Señala el curador: “Estos objetos son símbolos de la civilización occidental porque muestran cómo nuestra civilización se basa en la combinación de diferentes elementos culturales”. Cuando las culturas se encuentran, se enriquecen.
Para agendar
Formas y Colores de la Italia prerromana. Canosa di Puglia. Sala Benedetto Croce del Instituto Italiano de Cultura (Marcelo T. de Alvear 1119). Hasta el 2 de febrero 2024, de lunes a jueves de 10 a 19 y viernes de 10 a 16. Entrada gratuita.