Récord para Mondongo: Eduardo Costantini compró su “Manifestación” de plastilina por seis cifras en dólares
El empresario pagó esa suma por la obra que rinde homenaje a la pintura original de Antonio Berni, creada hace 90 años, y que se presentó ayer en el Malba; otra pieza exhibida, que recrea una villa, se vendió por un valor similar
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Un día después de las violentas protestas frente al Congreso, otra marcha es noticia: Eduardo Costantini compró para su colección personal por una suma de seis cifras en dólares la monumental obra de plastilina que rinde homenaje desde ayer en el Malba a Manifestación, la versión original de Antonio Berni, creada hace 90 años. “Nunca antes se pagó ese precio por una pieza de Mondongo”, confirmó a LA NACION desde la feria Art Basel Nahuel Ortiz Vidal, el galerista que representa al grupo integrado por Juliana Laffitte y Manuel Mendanha.
Por otra parte, la compra concretada en las últimas horas es la mayor inversión en arte argentino contemporáneo de Costantini, que solo pagó sumas mayores por dos pinturas de Jorge de la Vega. También, una cifra similar pero menor por el conjunto escultórico de Gabriel Chaile, en la edición anterior de la Bienal de Venecia, en 2022. Desde septiembre próximo, este grupo se exhibirá en forma permanente en Malba Puertos, la nueva sede del museo en Escobar. En la edición actual de la “madre de las bienales”, el empresario adquirió por 50.000 dólares otra de La Chola Poblete, reconocida con una mención especial del jurado, y que ahora acaba de vender todas las exhibidas por Barro en Art Basel.
Como si esto fuera poco, Mondongo vendió también en cuestión de horas la pintura en plastilina Villa II (2023), que acompaña a Manifestación en la muestra: la compró por una suma menor -también de seis cifras en dólares- el empresario Esteban Deak. Este último colaboró con Luciana Lamothe, autora del actual envío argentino a la Bienal de Venecia, al ofrecerle un galpón en Quilmes para que la artista pudiera trabajar una versión inicial de la instalación.
“La Manifestación de Mondongo es sorprendente -dijo Costantini a LA NACION-. Por un lado es muy taxativa respecto de la de Berni, pero a la vez tiene la impronta de un lenguaje más contemporáneo al valerse de la tridimensionalidad, que le da un gran dramatismo. También por el uso de la plastilina y los personajes, allegados a los artistas”
Si bien el empresario anticipó que prestará al museo su nueva adquisición, aún no se sabe si, una vez que termine la muestra actual en el subsuelo del Malba, la Manifestación de Mondongo se exhibirá junto a la de Berni en la muestra Tercer ojo, que pone en diálogo en el primer piso las colecciones del museo y de su fundador.
“Lo tenemos que ver con curaduría -explicó -. Porque también acabo de comprar hace dos meses otra obra de realismo social muy importante, Tragedia del Pongo (1932), de Alejandro Mario Yllanes, que está por llegar desde Inglaterra y va a dialogar muy bien en esa sala. Pero en algún momento seguramente se podrán volver a exhibir juntas”.
La Manifestación de Mondongo es aún más monumental que la del maestro rosarino, la más destacada de un artista argentino en uno de los acervos de arte latinoamericano más importantes del mundo: 120 kilos pesa la pintura tridimensional de plastilina de casi tres metros de ancho por dos de alto, que tiene cuarenta centímetros de profundidad en su base y está contenida en una caja de roble que emula el marco de la original.
También en esta versión “espejada” hay más de treinta personajes, aunque no protestan en el barrio Refinería de Rosario sino en las calles aledañas a la Plaza de Mayo. Tampoco son trabajadores anónimos. Son ellos mismos, amigos y parientes de los artistas, ubicados de forma aleatoria. “Vienen de procedencias diversas, se dedican a distintas cosas y el protagonismo de cada uno en la escena no está relacionado con el cariño que les tenemos”, aclaró a LA NACION Laffitte.
Entre ellos se cuentan Marta Minujín, Sergio De Loof, Albertina Carri, Marcelo Pombo, Sergio Bizzio, Francisco Garamona, Rodolfo Fogwill -presente en sus obras desde los inicios- y Pilar, hija de este último, visita su taller desde los tres años y ahora colabora con ellos como asistente. En primer plano aparece el rostro con gorra de Hoco Huoc, el artista que desató una polémica hace tres años en arteba con una performance que combinaba erotismo y alusiones religiosas. Incluyeron también a la abuela de Juliana, a Diego de Aduriz con una máscara de gato que suele usar en reuniones sociales y al carpintero que construyó el marco de la obra.