Un premio a escondidas
La distinción que la Feria del Libro de Guadalajara otorgó a Alfredo Bryce Echenique sigue despertando acalorados debates en el mundo literario
La más reciente controversia del mundo de las letras iberoamericanas no parece que vaya a terminar pronto. Desde que el jurado del Premio Feria Internacional del Libro (FIL) de Guadalajara en Lenguas Romances 2012 decidió por unanimidad otorgar el galardón al escritor peruano Alfredo Bryce Echenique el pasado 3 de septiembre, el huracán de opiniones de académicos y críticos literarios, periodistas, lectores y cibernautas azota con toda su fuerza los dos lados del Atlántico.
La polémica se veía venir: hace tres años, Bryce fue multado por el plagio de dieciséis artículos periodísticos en su país. Fue juzgado y condenado por la Comisión de Derechos de Autor del Instituto Nacional de Defensa de la Competencia y de la Protección de la Propiedad (Indecopi) de Perú. Irritó a sus amigos y lectores con excusas diversas. "Se trató de un error de mi secretaria –llegó a argumentar el autor de Un mundo para Julius– y por el apuro por acabar mi última novela…". También le echó la culpa a un complot fujimontesinista. Ahora declara que el proceso ha sido revertido y que lo han "desmultado". Mientras tanto, la investigadora chilena María Soledad de la Cerda documentó 31 plagios más atribuidos a Bryce en otros idiomas.
El escritor mexicano Jorge Volpi, miembro del jurado compuesto por siete escritores y académicos, lo defiende a brazo partido. Escribe que hay distintas maneras de contar esta historia, y que la versión "Premio FIL a plagiario" sólo podrá despertar indignación. Sostiene que sus colegas del jurado, provenientes de países y tradiciones muy diversas, consideran que debía contarse de otro modo: "Premio FIL a un clásico de la literatura latinoamericana". Según Volpi, el jurado integrado por él, la argentina Leila Guerriero, el canadiense Calin-Andrei Mihailescu, el peruano Julio Ortega, la colombiana Margarita Valencia, el británico Mark Millington y la puertorriqueña Mayra Santos-Febres "decidió no pronunciarse –no avalar ni condenar– las acusaciones de plagio recibidas por Bryce. En contra de lo que propugna nuestra ‘inquisición’, consideró que no es función de un jurado literario erigirse en jurado criminal". Concluye que "el tiempo verificará quién acierta" y que, por su parte, "los alaridos de la inquisición literaria pronto caerán en el olvido, mientras que Un mundo para Julius y La vida exagerada de Martín Romaña continuarán siendo clásicos de la literatura latinoamericana por muchas décadas más".
Confieso que leí la declaración de Volpi con un poco de alivio. Como muchos lectores de América Latina, creo que la obra literaria de Bryce va mucho más allá del estatus de "clásica" y tiene, más bien, estatus de culto. Además, en un plan personal, he pasado diez días como anfitriona recibiéndolos a él y a su esposa, Ana Chávez Montoya, en Guadalajara, cuando fue invitado por Carlos Fuentes y Gabriel García Márquez a la Cátedra Cortázar, que yo dirigía, en enero de 2000. Les tengo mucho cariño. Por eso me dio gusto ver a los más de cien escritores y académicos que lo defendieron en una carta pública hace dos semanas, entre ellos Carlos Andrade (España), Toño Angulo Danero (Perú) y Guadalupe Nettel (México). Señalaron que al tomar su decisión, el jurado "lo ha hecho en reconocimiento de la alta e indiscutible calidad literaria de la obra narrativa" del peruano.
La carta fue difundida por los organizadores de la FIL, que también siguen firmes en su respaldo a Bryce y al jurado. Declararon, la semana pasada, que le entregarían el premio –provisto de 150 mil dólares – "en su ciudad de residencia" (París), en los días por venir, y no durante el acto de inauguración de la FIL (último sábado de noviembre, el día 24 de este año), como es tradición. Llovieron las críticas. ¿Qué esperan los organizadores de la mayor cita editorial en habla hispana? ¿Evitar el lanzamiento de tomates podridos?
En entrevista con el diario El Universal de México, Raúl Padilla López, presidente de la FIL, dijo que si bien no podían revocar la decisión del jurado, valoraron que no había "el ambiente adecuado para entregarlo en el marco de la FIL como tradicionalmente se hace, porque la ceremonia de entrega es festiva, de reconocimiento, de celebración de la palabra escrita, y lo que valoramos es que, quizá, no habría este ambiente entre la comunidad cultural", comentó.
El escritor y periodista mexicano Juan Villoro, como muchos colegas, no perdona. Recuerda que la FIL está asociada con la Universidad de Guadalajara. "En toda institución académica el peor delito es copiar", escribe. Luego pregunta y responde: "¿Qué mensaje se les manda a los alumnos –en especial a los de periodismo– con este galardón? Un mensaje cínico: ‘Copien, muchachos, que eso no les impedirá recibir 150 mil dólares’".
Villoro también recuerda que ya "resulta ocioso demostrar que el periodismo de Ramón Gómez de la Serna, Gabriel García Márquez, Mario Vargas Llosa, Albert Camus, Tomás Eloy Martínez, Kurt Tucholsky, Ernest Hemingway, Álvaro Cunqueiro o Josep Pla es parte esencial de su obra literaria". Y es que según la descripción institucional del premio, éste "se entrega como reconocimiento al conjunto de una obra de creación en cualquier género literario". Como muchos colegas, yo misma ni siquiera me atrevería a preguntarle a García Márquez lo que piensa, y no sólo porque, para él, el periodismo es un género literario. Para Gabo, la línea entre el periodismo y la literatura es mucho más borrosa. La que no es borrosa es la línea entre el periodismo y la ética. "La ética debe acompañar siempre el periodismo, como el zumbido al moscardón", ése es el mantra tan repetido que le enseñó a la generación de periodistas que integro.
Y eso seguíamos discutiendo en los medios, suplementos de cultura, revistas literarias y las redes sociales. Y el jueves 26 de octubre pasado recibimos la sorpresa: Bryce recibió en Lima el premio y los 150 mil dólares que lo acompañan. "Premian a Bryce ¡a escondidas!", grita el titular del diario mexicano Reforma. "Con Bryce, en lo oscurito", el de Excelsior. El novelista Fernando del Paso, ganador en 2007, está furioso. "El problema con el premio a Bryce Echenique es que nos avergüenza a todos, avergüenza a la FIL, avergüenza al premio y yo, como escritor mexicano, me avergüenzo también", declara. Pero tal vez sea ésa la vergüenza mayor: el premio furtivo, sin diálogo, sin ni siquiera permitirle a Bryce un discurso redentor.
Ingrid Bejerman ha coordinado programas en la Fundación para un Nuevo Periodismo Iberoamericano, que preside García Márquez, y es docente de Teoría Periodística en la Concordia University de Montreal, Canadá.