Un poco de iluminación verde
De tanto parecer mágicas algunas cosas pueden terminar pasando por magia pura. Pero la palabra magia es también una de las excusas más populares. El otro día, cuando una vez más alguien me dijo que cómo podía ser que en mi jardín (no es un jardín) todo prosperara mientras que a ella se le morían hasta las plantas de plástico, le pregunté si sabía que respiran.
–¿Las plantas? ¿Respiran? –replicó, perpleja.
–Sí. No roncan ni nada. Pero respiran.
Era una novedad. Al parecer, que un ser vivo respirara le resultó sorprendente. Advertí en ese momento que de tan silenciosas y tranquilas, la vida de las plantas está llena de secretos (pueden poner ahora el disco de Stevie Wonder). Si no conocés esos secretos, entonces, claro, es probable que te cueste que medren. O cuando menos que no se marchiten. Acá va una lista breve y muy incompleta, pero suficiente para empezar.
Respiran, por supuesto. Todo lo que vive respira. Hay varias definiciones del respirar, pero no tenés que preocuparte de que les falte oxígeno o dióxido de carbono. Lo que ciertas especies no toleran es la ausencia de viento. Es la gran diferencia entre las que se consideran plantas de interior (técnicamente, no existen plantas de interior) y las que no toleran estar encerradas. Por eso los bonsái solo se entran a la casa cuando hay visitas. Después deben estar afuera. No hay árboles de interior.
Si las hojas de un vegetal están cubiertas por una fina pátina de mugre, entonces va a tener dificultades para respirar. Pero eso ya califica como abandono de planta. Hay, no obstante, otro asunto clave para que tus macetas no parezcan las trincheras del frente occidental. El agua.
Es de sentido común que las plantas necesitan agua y sol. Pero es también una verdad de Perogrullo que esconde un abanico de sutilezas. Las plantas necesitan agua, pero el error más común es regar de más. Dos reglas, aunque cada planta tiene sus requerimientos específicos (para eso inventaron Google). Primera, en invierno, regar poco o nada. Segunda, una planta no se muere por falta de agua de un momento para el otro, pero la podés matar muy rápido si se encharcan sus raíces.
Les hace falta luz, es verdad, pero muchas exigen sol directo, otras solo soportan la sombra y la mayoría se lleva bien con una saludable combinación de ambas condiciones. Además, y esto podemos dejarlo para otra vez, no es lo mismo la luz de la mañana que la del atardecer. Un limonero no va a prosperar si el sol le da de forma directa en las últimas horas del día. Aunque sea un lugar super luminoso.
No solo respiran, sino que también comen. Son seres autótrofos, lo que significa que producen su propio alimento a partir del agua, el dióxido de carbono y la luz solar. Pero las composteras no son un mito urbano. Sin entrar en detalles, el compost añade al suelo (sobre todo al de las macetas), de forma natural y sin cambiar la salinidad, ciertos elementos de la Tabla Periódica que los vegetales necesitan, además del carbono y el hidrógeno, para alimentarse. Lo prepares vos o lo compres hecho, y sobre todo (insisto) si están en macetas, el compost restaura lo que la planta se comió –pueden ponerle comillas al verbo– de esa tierra. Pero no abones durante el período vegetativo; o sea, cuando hace frío.
Anotate esto: hay plantas difíciles. Esos jazmines de película (son gardenias, en rigor) que podés comprar en noviembre dan muchísimo trabajo y lleva años tomarles la mano; creeme, son caprichosos, discrecionales e idiosincrásicos. No empieces por esas, porque te vas a frustrar muchísimo. Lo mismo pasa con las orquídeas, que son una ciencia aparte. Arrancá mejor por los potus, los geranios, el lazo de amor, la lengua de suegra o el Syngonium. O aromáticas como el romero, la albahaca o el orégano. Cuando te vaya bien con esas, sí, va a pasar algo bastante mágico. Vas a sentir que podés. Y ese es el principio de todo.
Temas
Otras noticias de Manuscrito
Más leídas de Cultura
Perdido y encontrado. Después de siglos, revelan por primera vez al público un "capolavoro" de Caravaggio
Opinión. De “Fahrenheit 451″ a “Cometierra”: cómo empezó todo
Marta Minujín en Nueva York. Fiestas con Warhol, conejos muertos y un “banquete negro”
“Enigma perpetuo”. A 30 años de la muerte de Liliana Maresca, nuevas miradas sobre su legado “provocador y desconcertante”