Un personaje que tapó su propia obra
En su último libro, Cristina Mucci narra la historia oficial de Beatriz Guido y también su historia más secreta
La casa en la que vive Cristina Mucci es extraña. Un monumental edificio de departamentos cuyo portero eléctrico está conectado al teléfono de modo que, cada vez que suena el timbre, la campanilla puede indicar una llamada de España o el delivery de la pizza. "Sí -dice Cristina Mucci-, a veces se liga, alguien quiere llamar por teléfono a un pariente o atender el timbre de calle, y me llama a mí. O viceversa."
Mucci es abogada de profesión, conduce el programa Los siete locos , que ya lleva quince años en el aire, y escribió tres libros: Voces de la cultura argentina , La señora Lynch (2000) y Divina Beatrice , biografía de la escritora Beatriz Guido que acaba de publicar el Grupo Editorial Norma. Este nuevo libro es algo así como la segunda parte de una trilogía de biografías que empezó con la de Martha Lynch y que se completará con la de Silvina Bullrich. "Estas tres mujeres eran escritoras pero además, personajes públicos -explica Mucci-. Ahora no hay personajes así. Era una época en que en la Argentina se vendían muchos libros y estas mujeres tenían un lugar en la prensa no sólo por sus libros: eran referentes sociales. Beatriz era la mejor escritora de las tres, pero creo que en el mundo literario nadie se la tomaba en serio, porque era un personaje mediático, una escritora que aparecía todas las semanas en Gente y en Para ti ."
Beatriz Guido nació el 13 de diciembre de 1922 en la ciudad de Rosario, hija del arquitecto Angel Guido, que fue rector de la Universidad del Litoral, y de Berta Eirin, una señora con ínfulas de actriz y oscuras opiniones antisemitas, pese a ser ella misma judía sefaradí. Doña Berta, que vivió casi siempre en casa de su hija, ya mayor, solía pasearse monologando, whisky en mano y enfundada en una robe de chambre roja, por el living de los sucesivos departamentos que Beatriz compartió con quien sería su pareja por más de veinte años, el cineasta Leopoldo Torre Nilsson, Babsy. "Yo creo que su familia la marcó mucho -afirma Mucci-. Ella era una gran ocultadora y los personajes de su familia son muy especiales. Además de esa madre, hay una hermana de Beatriz, Berta, que todavía vive y que tuvo varios intentos de suicidio. Beatriz contaba esos episodios siniestros con un humor negro tal que los transformaba en una cosa desopilante. Si hubiera un análisis serio de su obra, se vería que en todas sus novelas hay un mundo de gente oculta, de opas, de enanos escondidos en buhardillas."
La primera línea de Divina Beatrice dice: "Beatriz Guido tiene dos historias: una privada y otra oficial" y después, durante veinticinco capítulos y a través de testimonios de familiares y amigos, recorre las dos versiones, la real y la inventada, de la vida de esta mujer. "Beatriz fabulaba mucho -cuenta Mucci-. Se había armado su propia historia, casi como la de un personaje aristocrático. Su abuelo, Agostino Guido, era un inmigrante italiano que vivía de hacer canastos y venderlos en las calles de Rosario, pero según lo contaba ella, parecía un héroe de la Independencia. A Babsy lo conoció en 1951, cuando los dos eran muy jóvenes, pero ella había tenido un matrimonio anterior con Julio Gottheil, del que nunca hablaba: su historia empezaba con Babsy. Hicieron una gran pareja, se potenciaron mutuamente. El comprendió ese mundo tan fantasioso de Beatriz y lo supo llevar a imágenes en películas como La casa del ángel y La caída . Ella hacía de todo por él y sus películas. Ganaron mucha plata y también la perdieron. Babsy era jugador compulsivo, aunque yo creo que eran jugadores los dos. No sólo en el hipódromo. Apostaban todo: al cine, a la vida. Eran espléndidos. Les gustaba mucho la plata. Ellos querían ser artistas ricos. Beatriz además simbolizaba una clase media y media alta argentina muy antiperonista. Jauretche la critica, porque Jauretche no soportaba el arribismo de esa clase media alta que trata de imitar los modelos de clase alta. Beatriz idealizaba a tal punto que las estancias de sus novelas tienen 300.000 hectáreas... en la provincia de Buenos Aires, y el desayuno, en vez de servirse en platos comunes, se sirve en platos de Limoges. Una cosa totalmente irreal."
Después de una vida repleta de glamour , viajes, películas y libros, Babsy enfermó de cáncer, murió en 1978 -diez años antes que la misma Beatriz- y todo se derrumbó. "Ella engordó, se descuidó, quedó sin plata -recuerda Mucci-. Pero había mucha gente que la quería, entonces le crearon un cargo en editorial Losada. Sus últimos años los pasó como agregada cultural en Madrid, nombrada por el gobierno de Raúl Alfonsín. Lo que más rescato es que ella tenía un mundo propio. Logró salir de los suplementos literarios, trascenderlos. Iba al programa de Neustadt, era capaz de decir cualquier barbaridad, pero tenía una obra atrás. Era un personaje tan disparatado que temo que eso haya tapado la obra, antes, ahora y siempre."