Un personaje épico para beneficio de sus lectores
Ayer cuando me llegó la noticia, recordé una de las últimas conversaciones que tuve con Ricardo Piglia, no sé por qué esa precisamente, de todas las infinitas conversaciones que mantuvimos durante treinta años de amistad -para mí toda una educación-. Piglia fue mi maestro, casi un padre (él me hubiera objetado esta última frase). Un día, cuando la enfermedad ya lo tenía confinado a la casa, me dijo:
-¿Te acordás de la carta de Kafka a Felice?
-¿Cuál? -Él me había prestado el libro, y quería saber si lo había leído
-Esa en la que hace la más extraordinaria descripción que se pueda imaginar de las condiciones de una escritura perfecta: "Con frecuencia he pensado que la mejor forma de vida para mí consistiría en encerrarme en lo más hondo de una vasta cueva con una lámpara y todo lo necesario para escribir. ¡Lo que sería capaz de escribir entonces! ¡De qué profundidades lo sacaría! ¡Sin esfuerzo!"
-Es impresionante.
-Al lado de esa cueva, la torre de marfil suena frívola. La isla de Robinson, demasiado poblada.
-¡Sí!
-Bueno. Yo también siempre soñé con lo mismo: no tener que salir nunca de casa, estar encerrado sin otra ocupación que escribir. Y mirame: ahora realmente estoy encerrado.
-...
-¡Cuidado con lo que deseas!
Largó una carcajada contagiosa. Y entre risas, agregó:
-¡Te lo digo en serio!
La muerte llega como un punto final inesperado, aunque fuera previsible. Mientras siguiera escribiendo, imaginé, nunca podría morir. En este último par de años, de hecho, desde que se manifestó su enfermedad, Ricardo Piglia no ha dejado de escribir. Al contrario, incapaz de hacer muchas cosas, ha escrito más que nunca. En ese sentido, ese deseo de Kafka, que podría parecer egoísta, resulta ser una manifestación de generosidad, de la apertura del escritor que entrega su vida a los lectores. Y al hacerlo, ilumina nuestras vidas. Es como si tuviera la llave de la cueva secreta y pudiera entrar y salir a voluntad. O dicho de otra manera: nos permite entrar y salir a nosotros. Por eso la risa, que es la risa de la libertad. En ese sentido, Ricardo Piglia se ha convertido para todos nosotros en un personaje épico. Un escritor que se aventura a los extremos de la experiencia para beneficio exclusivo de sus lectores.
Cineasta. Su película 327 cuadernos trata sobre los diarios de Piglia
Andrés Di Tella
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