Un paseo de media hora con Van Gogh por la Provenza
Así se vive la muestra inmersiva “Imagine Van Gogh” en La Rural; tras una demanda récord de entradas, se extenderá hasta el 1° de mayo
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Del atardecer en el campo hasta las noches estrelladas, la tranquilidad de los botes flotando sobre el agua y los almendros en flor. Un paseo por la Provenza concentrado en media hora de imágenes, con reproducciones de algunas de las obras de arte más famosas realizadas por Vincent van Gogh durante los últimos años de su vida en Francia, a fines del siglo XIX. Así es la experiencia de recorrer la muestra inmersiva Imagine Van Gogh, en La Rural, que marcó un récord global al vender 147.000 entradas antes de abrir al público. La demanda llevó a Daniel Grinbank, el productor que la trajo a la Argentina, a extender su cierre hasta el 1° de mayo.
¿Y qué sería de un viaje sin música? Un fragmento de Romeo y Julieta de Sergei Prokofiev, la Suite N°1 de Bach y las Gymnopédies de Erik Satie se cuentan entre las composiciones clásicas que acompañan el recorrido. De esa manera el programa, que incluye también proyecciones sobre el piso, logra conmover a visitantes de todas las edades. “¡Es como estar adentro de la pintura!”, decía una nena a su madre, mientras giraba sobre sí misma con su vestido blanco ante las pantallas de ocho metros de altura, durante la visita para prensa e invitados especiales.
“A los chicos les encanta correr y también hay quienes bailan o se acuestan en el piso, ¡incluso ha habido propuestas de casamiento adentro de la muestra, en Canadá!”, señaló a LA NACION Nicolas Babillon, director técnico de esta esta exposición internacional. “Lo primero que hace la gente al entrar es sacar fotos, filmar y tomarse selfies”, agregó este joven de 35 años, que llegó hace dos semanas a Buenos Aires para supervisar el complejo proceso de calibración de imágenes.
“Es mi mano derecha, y también la izquierda”, había asegurado días atrás desde Lyon sobre su enviado especial Annabelle Mauger, creadora junto con Julien Baron de la exposición, que en la Argentina se adaptó a un espacio más reducido. “Lo importante es que los techos sean altos”, observó Babillon mientras señalaba las 14 pantallas, sobre las cuales se proyectan doscientas imágenes con equipos de alta definición.
La expectativa creada por los contenidos compartidos desde otros países en redes sociales alimentó la ansiedad local. Lo más parecido a esta experiencia inmersiva hasta ahora en Buenos Aires fue la sala creada el año pasado por Marta Minujín para su muestra Implosión!, en Fundación Santander. Eso explica por qué a las 10.30, media hora antes de la primera visita programada, ya había varias personas esperando en la puerta del Pabellón Frers. Entre los primeros en llegar se contó Tristán Bauer, ministro de Cultura de la Nación.
Desde los primeros minutos, todo indicó que será un exitoso programa familiar. Si bien las entradas se ofrecen por turnos cada media hora, el ticket ofrece la libertad de quedarse todo el tiempo que se quiera. Y ganas no van a faltar. El loop de imágenes envolventes, que incluyen detalles del célebre dormitorio pintado por Van Gogh en Arlés, invita a entrar en un estado contemplativo.
“Mi querido hermano, sabes, siento que estoy en Japón”, le escribió Van Gogh a Théo cuando llegó a la Provenza, en 1888. De esa manera comparó el sur de Francia con un país que nunca había visitado, pero al que conocía a través de su colección de grabados.
Aunque no es cronológica, la secuencia de unas doscientas pinturas abarca desde ese año, cuando se mudó a Arlés, hasta su estadía en Saint-Rémy-de-Provence, donde estuvo internado tras cortarse la oreja después de una discusión con Paul Gauguin, y sus días finales en Auvers-sur-Oise. Allí murió en 1890, dos días después de haber recibido un disparo en el pecho. Si bien la versión oficial indica un suicidio, otras investigaciones sugieren un disparo accidental efectuado por dos adolescentes.
“Arlés y Saint-Rémy son dos pequeñas ciudades cercanas a Cathédrale d’Images, el lugar donde nació esta exposición –explicó Mauger a LA NACION-. Por eso la hice, para mostrar cómo este pintor había visto el lugar donde vivíamos. Y también porque allí pintó cuadros como Los girasoles y La noche estrellada… Probablemente los más importantes, los más famosos”. Entre ellos el Retrato del Dr. Gachet, rematado en 1990 en Christie’s por la cifra récord de 82,5 millones de dólares.
Imagine Van Gogh continúa el legado del abuelo de su marido, Albert Plécy, fotógrafo y cineasta francés, creador de la primera exposición de arte inmersiva en Les Baux-de-Provence. Con su concepto de Image Totale, transformó en 1977 una antigua cantera subterránea en un espacio inmersivo al que llamó Cathédrale d’Images.
Las pinturas originales que integran la muestra forman parte de prestigiosas colecciones de museos como el Musée d’Orsay de París, la Galería Nacional de Arte de Londres, el Museo Van Gogh de Ámsterdam, y el MoMA y el Met de Nueva York. Y la intención, coinciden los realizadores de esta experiencia inmersiva, es respetarlas. “No hay mucho movimiento ni cambios de color, no transformamos las imágenes. Es una forma clásica y relajada de mostrarlas”, aclara Babillon, en referencia a otras exposiciones inmersivas que suelen tomarse más libertades creativas.
“Sin añadidos ni trucos”, se aclara al entrar en el sitio imagine-vangogh.com, que no incluye videos para incentivar la experiencia “en vivo”. Allí se explica que para respetar “la integridad” de las obras se apela a la técnica de warping, que magnifica las obras de arte pero no adapta la imagen a la superficie, como ocurre con las técnicas de mapping tradicionales. “El warping consiste en ajustar perfectamente la obra proyectada a la superficie escenográfica”, señala Babillon, responsable de supervisar la calidad de las imágenes, la forma en que se proyectan y su ritmo coordinado con la música.
“Es importante quedarse un tiempo largo y ver las obras desde distintas perspectivas”, recomienda este experto en diseño de imagen y sonido. Fiel a la idea de Plécy, propone que el espectador abandone la pasividad y tome la iniciativa de emprender este viaje a su manera.
Para agendar:
Imagine Van Gogh, desde mañana hasta el 1° de mayo en el Pabellón Frers de La Rural (Av. Santa Fe 4363). Entradas: general, $3000; menores de 12 años, $2000; pack familiar (2 mayores y 2 menores de 12 años), $8000.
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