Un Nobel cantado, que sopla en el viento
Ayer me llamaron como si yo fuera el hermano de Dylan, que no es novelista pero ahora ya debe ser considerado "nobelista". No conocemos del todo la mecánica de las premiaciones Nobel, sospechamos algo en tanto que los premiados con el de la Paz... Y desconocemos los rubros científicos, como la química. Por lejos, es el Nobel de Literatura el premio que más interesa, que más importa, que más esperamos. En la incertidumbre dudamos respecto de si le corresponde a un japonés, a un francés o a un gran judío. Algunos autores merecen el permanente beneficio de la duda. Es el caso de Phillip Roth, por ejemplo. No sé cuándo va a considerarse a Michel Houllebecq como posible Nobel putativo, pero desde hace unos cuantos años se venía comentando la posible premiación de Bob Dylan, un caso extraordinario tratándose de un cantante que escribe letras de canciones y las canta con una guitarra eléctrica colgada. Dudemos de que vuelva a premiarse a un escritor de canciones. Sin dudas, Dylan lo merece por la categoría, el sentido y la sensibilidad de sus versos. Por eso, consideremos este día irrepetible, como lo es Dylan entre los letristas y poetas musicales. Prácticamente todos los textos que Bob Dylan escribió para cantar son interesantes y muchos son brillantes, lúcidos, inspirados y tienen categoría suficiente para que, no después de pensarlo y de décadas de trayecto poético, le concedan este Nobel, probablemente el más celebrado en muchos años. A continuación, comparto unos versos de "Desolation Row", en una adaptación adaptada, que modifiqué un poco para nuestro gusto: "Están vendiendo postales del ahorcado, están pintando los pasaportes de color marrón, el salón de belleza está lleno de marineros, el circo ha llegado a la ciudad, ahí viene el ciego de la junta municipal, lo pusieron en trance, una mano la tiene atada al equilibrista, la otra está en sus calzoncillos y el pelotón de motines está inquieto, necesita ir a algún sitio, mientras la señora y yo vigilamos esta noche desde la fila (la calle) de la desolación".
Andrés Calamaro