Un músico demoníaco
PAGANINI Por Ezequiel Martínez Estrada-(Beatriz Viterbo)-250 páginas-($16)
Nidia Burgos, presidenta de la Fundación Ezequiel Martínez Estrada -cuya sede, en Bahía Blanca, es la casa donde vivió y murió el insigne escritor-, cuenta, en las Palabras Liminares de este libro, las vicisitudes editoriales que padeció el original antes de ver la luz ahora, gracias al renovado esfuerzo de la Fundación y a "todas las voluntades que se unieron para concretar este empeño". Es conveniente conocerlas como muestra de los tropiezos que suelen hallar -y no sólo en nuestro medio- aun los autores de genuino prestigio. Es indudable que "los libros tienen su destino", según dejó escrito el gramático y poeta latino Laurentianus Maurus en la única frase suya que perduró. En vida del autor, Paganini fue rechazado por las universidades de Córdoba y Tucumán y por Ricordi. En 1978, catorce años después de la muerte de Martínez Estrada (1895-1964), no se concretó el interés de la universitaria Eudeba ni el de la venezolana Monte Avila. Hay que añadir que durmió en el Fondo de las Artes y que Emecé fue otra de las casas editoras que lo excluyeron. Al cabo de más de dos décadas, al fin aparece con el sello de una editorial rosarina, en la provincia natal de Martínez Estrada.
Después de su muerte, la viuda del escritor le encomendó a Mario A. Lancelotti (1909-1982) la preparación de una edición póstuma. Nadie más autorizado. Lancelotti, cuentista, ensayista y asiduo colaborador de las páginas literarias de LA NACION, era también músico y había publicado Cuatro ensayos sobre Paganini , El violín y sus maestros y Filosofía del violín . En la Introducción de la edición póstuma del libro de Martínez Estrada, afirma: "no vacilo en considerar el presente trabajo como un ejemplar singularísimo entre los múltiples dedicados al gran músico y violinista".
Martínez Estrada, como Sarmiento y como Lugones, no cursó estudios universitarios. En cambio, como aquéllos, se procuró, ávidamente y sin orden, una cultura que se lanzó a abarcar vastos territorios. Escribió sobre Sarmiento, su alma gemela; sobre Nietzsche, Montaigne, Shakespeare, Horacio Quiroga y Balzac, y preparaba, en sus últimos años, un estudio sobre Martí. No cabe duda de que el centro de su obra lo constituyen los ensayos sobre la índole argentina - Radiografía de la pampa , La cabeza de Goliat y Muerte y transfiguración de Martín Fierro -, obras amargas, despiadadas, enojosas para el engreimiento nacionalista, pero, en sus diagnósticos y pronósticos y a la luz de lo actual, tremendamente fieles a la realidad. En esta línea dura se inscriben otros ensayos menores, algunos francamente partidistas, pero sin resabio de oportunismo, sinceros.
No obstante, en su obra de ensayista (y aparte de la poesía, el cuento y el teatro) hay libros más blandos, sosegados, aunque siempre vibrantes. Ocupaban, como él decía, sus "ratos perdidos"; eran "papeles" o "entretenimientos". En esa línea están El mundo maravilloso de Guillermo Enrique Hudson , sus consideraciones sobre el ajedrez y este reciente Paganini póstumo, que nos revela al Martínez Estrada músico y musicólogo. LA NACION anticipó sus primeras reflexiones sobre el tema a comienzos de la década del 40.
En principio, es un trabajo para especialistas y, sobre todo, para expertos en el arduo instrumento de arco. Sin embargo, a poco que avanza en sus páginas, el lector con sensibilidad para la literatura no tarda en sentir la seducción de una prosa en la cual aun pasajes técnicos o eruditos adquieren vuelo poético sin faltar a la precisión. Adjetivación eficaz, imágenes esclarecedoras, profunda identificación con el tema y un poderoso raciocinio que los fundamenta impulsan este ensayo argentino sobre el legendario violinista.
Luego del relato de la trayectoria vital del maniático, estrafalario y excéntrico Paganini, el autor se concentra en el instrumento que le dio fama descomunal y hasta demoníaca, y en la relación entre violín, compositor e intérprete. El cuerpo del ejecutante, sus manos sobre todo y el brazo que maneja el arco, formaban con el instrumento un todo indisoluble. Conforme con una afirmación de Renée de Saussine, también Martínez Estrada creía en "la realidad del hombre-instrumento; su conciencia muscular, melódica, armónica y poética a la vez". Esta "radiografía" del músico se empeña en descifrar el misterio del fenómeno Paganini, indagando -según el método que Martínez Estrada aplicó a otros personajes- en la biografía y en la historia, en la anatomía, la fisiología y la psicología. Acerca de este rasgo característico del escritor, vale la pena citar unas compendiosas palabras de José Luis Romero: "Lúcido, penetrante, genial a veces en el descubrimiento de un secreto escondido o en la manera de revelarlo, Martínez Estrada fue -símbolo argentino- un espíritu contradictorio, un hombre de la crisis". Paganini es otro ejemplo concluyente de su talento y de su alta espiritualidad.
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