Un mundo de hombres que hablan con hombres
A principios del 2015, una investigadora finlandesa armó un página de Tumblr llamada Congratulations, you have an all male panel (podría traducirse como "Felicitaciones, tienes un panel en el que todos son hombres") donde se postean charlas, paneles, encuentros en cualquier lugar del mundo donde los que hablan son solamente hombres. Los eventos pueden ser un encuentro de políticos reunidos en Paris para discutir la emergencia en Siria o una discusión sobre el rol de la mujer en el cómic en la Universidad de Denver. La página es una suerte de escrache mundial del machismo con una alta dosis de ironía. Todos los eventos anunciados reciben una estampa con la cara de David Hasselhoff, el actor de Baywatch con el pulgar levantado.
Hace unos días, nuestro país tuvo el honor de ser parte de la página porque alguien posteó la foto de todo el equipo del Ministerio de Ciencia y tecnología de Lino Barañao: quince hombres en una larga fila ordenados atentamente para nivelar las distintas estaturas. Casi todos llevan las manos cruzadas sobre los genitales: parecen jugadores de fútbol esperando un penal. Aunque no es exactamente un panel, es claro que la foto anticipa el espíritu de las reuniones del equipo: hombres que hablan sobre cosas de hombres: ¿la ciencia y la tecnología?
Pero la política o la ciencia no son los únicos territorios donde nadie cuestiona que los expertos sean hombres. En la literatura y en el arte no es raro aterrizar en charlas, encuentros, ciclos rebosantes de testosterona donde son todos hombres o hay alguna mujer como para darle un poco de color a la cosa. Repaso algunos de 2015: "Memoria de paso, homenaje a Fogwill", tres días de encuentros, nueve intelectuales, todos hombres; "El borde de sí mismo": ciclo de artistas en el Mamba: ocho hombres, dos mujeres. Es raro el ejercicio de contar hombres y mujeres pero ayuda a ver el panorama.
Hace algunos años no me ponía a hacer estos cálculos. Sin ir más lejos, en 2010, el artista suizo Stefan Kaegi y yo curamos un ciclo de intervenciones urbanas llamado Ciudades Paralelas donde fuimos ocho artistas hombres y una mujer. Creo que ahora no volvería a pasarme pero me pregunto: ¿Cómo combatir el propio sexismo? Una amiga escritora dice que si te invitan a una mesa redonda donde sos la única mujer, tenés que negarte a participar a menos que incluyan a otra mujer. Y que si todas las mujeres hicieran lo mismo, dejarían de colocar una mujer por charla como quien pone flores en un centro de mesa y se pondrían a investigar qué mujeres pueden hablar sobre tal o cual tema.
Recuerdo que cuando recién empezaba a escribir, me invitaron a participar de un encuentro de autores argentinos en Nueva York. Éramos tres dramaturgos hombres y yo. Cuando llegamos a migraciones, el policía hizo pasar a cada uno de los dramaturgos y les preguntó sobre qué escribían. Cuándo llegó mi turno me miró y dijo: "Ah, usted debe ser la musa". El comentario pretendía ser halagador, pero no lo era: si es mujer no escribe, es escrita por un hombre.
La autora es escritora, dramaturga y directora de teatro
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