Un maestro del "periodismo portátil"
Es tan actual. Viajar, escribir historias por el mundo y publicarlas en diferentes medios de distintos países. Entender que una redacción también puede estar en los hoteles, en los puertos, en las terminales. Acumular timbres en el pasaporte, en busca de descifrar tu pequeña aldea. Saber que la crónica es también un oficio físico, que requiere moverse, cargar maletas, esperar, caminar por horas y llegar lejos. Amar hasta fracasar, como en su famoso cuento.
Es tan actual que muchos jóvenes sueñan con vivir ese periodismo hoy. La tecnología digital ha sido la ganzúa para abrir y masificar la aventura de cruzar fronteras y publicar internacionalmente. Pero Rubén Darío lo hizo hace más de un siglo, cuando Internet no era ni una idea. Fue el primer hipster latinoamericano.
Es un legado que merece más atención. Más allá de sus libros clásicos, de sus poemas obligatorios y de su busto en el panteón del modernismo de América latina, hizo literatura con su propia vida. Antes que todos, y sin Wi-Fi ni teléfonos con cámaras ni cuentas bancarias en línea ni amigos de Facebook en cada puerto, entendió que un periodista podía vivir de contarlo.
Cien años antes del boom de la crónica latinoamericana, él ya las hacía y las publicaba en diferentes países. No publicó libros de cómo debíamos escribirlas, pero en su recorrido abrió un camino. O una tradición.
De ahí vienen España contemporánea (1901), que son sus crónicas en la península. Peregrinaciones (1901), con sus periplos por Italia y Francia. El viaje a Nicaragua e Intermezzo tropical (1907), el emotivo testamento de un escritor errante.
Tomás Eloy Martínez solía poner a Rubén Darío en un tridente clave, anterior e influyente del Nuevo Periodismo de Estados Unidos, junto a José Martí y Manuel Gutiérrez Nájera. Lo volvió a repetir en Santiago de Chile en 2004, en un taller del que me tocó ser relator.
Tomás Eloy debe ser el último cronista latinoamericano que sentía el deber de saldar la deuda con el nicaragüense. Con este autor que llevó a la práctica esto de sobrevivir escribiendo historias por el mundo, y que a mí me gusta llamar "periodismo portátil".
Juan Pablo Meneses
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