Un libro oráculo sobre Astor Piazzolla
La Universidad Nacional de Rosario acaba de editar una voluminosa producción de Carlos Kuri que pone en valor su archivo y el de Víctor Oliveros, el líder de Los Poseídos, la ”barra brava” del bandoneonista
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Voluminoso, exuberante, impactante. Es unos pocos centímetros más pequeño que un disco de vinilo, tiene más de 500 páginas en un rutilante papel ilustración y su peso específico es mucho mayor a los tres kilos que indica la balanza. Archivo Piazzolla, el libro del canaya y director de la Maestría en psicoanálisis de la Universidad Nacional de Rosario, Carlos Kuri, que acaba de editar la editorial de esa casa de estudios, es una pieza monumental que tiene como eje a la vida y obra del compositor de “Adiós Nonino”. Pero hay otro nombre propio, cuya obra (acaso más silenciosa), es la que en verdad merece ser destacado: Víctor Oliveros (1932-2020).
Se trata del líder de Los Poseídos, la “barra brava” de Piazzolla que el propio Astor se encargó de bautizar a comienzos de los años 60, en una de las habituales cenas que realizaban después de los conciertos, cuando el bandoneonista y compositor era cuestionado por los sectores conservadores del tango y, por ejemplo, había taxistas que se negaban a llevarlo por sus propuestas iconoclastas. “Ustedes no son hinchas míos, ustedes están poseídos”, les espetó. Y al poco tiempo compuso y grabó un tema con ese nombre.
El fanatismo de Oliveros (1932-2020) había empezado en Comodoro Rivadavia, donde se había radicado su familia, y a su regreso a Buenos Aires, todavía un adolescente, llegó a escuchar en vivo a la Orquesta del 46. Pero fue casi una década más tarde, el 9 de junio de 1955, Astor lo recibió en su departamento de Asamblea 1276. “Mi fecha patria”, solía decir, ampulosamente.
“Es imposible reemplazar lo que Víctor provocaba hablando y «cantando» la música instrumental de Astor: en un estado de trance que nos enfrentaba repentinamente a una suerte de pedagogía musical callejera; en un bar, en un restaurante, algo en la conversación disparaba en Víctor el repaso didáctico de algún tema y en sus gestos y en su tarareo se condensaban la melodía, el contracanto, el ritmo en la mano izquierda del piano, los fraseos irregulares de los bandoneones, en una acción casi teatral de toda la orquesta a viva y ronca voz. Nunca conocí a nadie que consiguiera llevar a todo un grupo, hipnóticamente, a percibir detalles, pasajes ínfimos de una obra, o poner a la luz siempre la vena tanguera en el Piazzolla más culto. Contagiando atención y exitación: nada era neutro en Víctor”, recuerda Kuri.
Embajador en Rosario de Los Poseídos, Kuri fue el elegido por Oliveros para custodiar una colección de discos y grabaciones inéditas, recortes de periódicos o cualquier pieza de papel que tuviera acuñada la palabra Piazzolla, que reprodujera su imágen y las marcas de su obra, incluso documentos, objetos y programas de conciertos de todo el mundo que el propio Astor solía obsequiarle. La selección concebida para este libro, aclara Kuri, que también trabajó sobre su propio archivo, fue realizada sobre un conjunto cuantitativamente mayor, “aunque la operación de seleccionar y establecer un criterio resulta inevitable independientemente del tamaño”. En este caso, el criterio fue poner esa secuencia de imágenes, de polémicas y de reportajes en el horizonte de lo que ha sido la recepción social y estética de la obra de Piazzolla.
Funciona, de algún modo, como un libro oráculo. Si abrimos cualquier página al azar, podemos encontrarnos con un programa de un concierto junto a su Quinteto Nuevo Tango en el estudio auditorio del S.O.D.R.E., en Montevideo; o los anuncios de sus conciertos en el Club 676, de la calle Tucumán, junto a Joâo Gilberto, el Mono Villegas y Miguel Saravia; o la publicidad de unas presentaciones del carnaval de 1946, ilustradas por Calé -el creador de Buenos Aires en Camiseta-, entre una infinidad de documentos maravillosos que constituyen la iconografía definitiva de Piazzolla, entendido ya no como un compositor, ya no como un instrumentista, sino como la religión de los poseídos.
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