Un historiador ganó el Premio Futuröck con una novela “onírica” sobre la guerra de Malvinas
El jurado eligió “Ovejas”, de Sebastián Ávila, entre 589 inéditos de todo el país que participaron en la segunda edición del certamen
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Nuevas voces se suman a la literatura argentina. En un emotivo acto por streaming se anunció ayer el nombre del ganador de la segunda edición del Premio Futuröck de Novela. El historiador Sebastián Leonardo Ávila (Buenos Aires, 1985), de 37 años, se llevó el primer premio por su novela Ovejas, una historia ambientada en las islas del Atlántico Sur. De esta edición concursaron 589 inéditos, que llegaron desde distintas localidades del país; un jurado de preselección eligió quince finalistas y el trío integrado por los escritores Sergio Bizzio, Claudia Piñeiro y Fabián Casas eligió a Ávila y otorgó además una mención a Romina Tamburello, por La viuda del diablo. El ganador recibirá 500.000 pesos, y tanto su novela como la de Tamburello serán publicadas por el sello Futuröck en los próximos meses.
La acción de Ovejas transcurre en un faro en las islas que pueden ser las Malvinas, y la novela -de una “escritura privilegiada” según el fallo del jurado- recupera voces y acciones de una “patrulla perdida” en la guerra, con una historia que a la vez podría ser real y otorga una nueva perspectiva sobre un conflicto bélico del que el año próximo se cumplen cuarenta años. El autor recibió la noticia en la terraza de su casa, acompañado por sus seres queridos.
¡SEBASTIÁN ÁVILA ES EL GANADOR DEL PREMIO FUTUROCK NOVELA! 💫 Mirá el anuncio de @claudiapineiro y la reacción de Sebastián que nos hizo emocionar a todes 🥲 pic.twitter.com/MpKQHltTWn
— Futurock.fm (@futurockOk) July 27, 2021
“La novela se despegó de las otras de una manera automática. Los tres llegamos a la reunión de premiación con mucha claridad de que esa era la ganadora. Es una historia onírica que no se sabe si está ocurriendo o no pero en la que aparecen los riesgos reales de la guerra, como los campos minados o un avión que lanza torpedos, en medio de personajes fantasmagóricos”, dice Piñeiro a LA NACION y señala que “conversa con grandes obras de la literatura como Los Pichiciegos, de Rodolfo Fogwill, Pedro Páramo, de Juan Rulfo, y El señor de las moscas, de William Golding”. Casas destacó “la fuerza” del texto, que “puede estar hablando de cualquier guerra, que puede ser alguien que está en un hospital soñando o puede tratarse de zombis; es una novela que hace que te pares de la silla para meterte en la historia y eso es muy potente”.
“Transcurre en un faro rodeado de una geografía rústica e inhóspita, en un clima antártico que bien podría ser el de las Malvinas o el de cualquiera de las islas que la rodean -adelanta Ávila a LA NACION-. Allí convive una patrulla compuesta por cuatro soldados y un teniente, que tiene como misión defender el faro. Desde un principio, este grupo comienza a vivir situaciones inesperadas, como la aparición de un soldado soviético desmayado en medio de un sendero, que se entremezclan y conviven con lo onírico, el hambre, la locura, la espera y el rumor de una guerra que por momentos parece alejada. Es la historia de un grupo que transita una y otra vez la frontera poco definida entre lo fantasmagórico y lo real, y en esa encrucijada los personajes ponen en juego sus memorias, sus formas de vincularse y las convicciones que los llevaron a estar allí”.
Según anticipó el autor, el relato atraviesa los “lazos humanos inestables que forjan las situaciones límites y la dinámica de un colectivo que se enfrenta a un enemigo a la vez conocido y desconocido, un enemigo que a veces deja huellas y que otras es tan solo una sombra difusa en el horizonte, y que puede confundirse con los más cercanos”. Agregó que su novela no era una obra que hubiera escrito en soledad. “Atrás mío hay un montón de gente, todos los caídos y sus familias”, y recordó a su padre, que lo llevaba a actos de excombatientes cuando estos eran invisibilizados por la sociedad argentina. Mencionó también la antología de poemas de excombatientes El viento también recuerda. “Siento que fui un canal para que bajen todas esas voces olvidadas”.
Tanto en esta edición como en la de 2019 se reconoció el trabajo de autores poco conocidos. “Nos llena de orgullo y felicidad. Si bien no es un concurso de primera novela, nos pone muy contentos que los ganadores sean autores no publicados”, reconoce la periodista Julia Mengolini, fundadora de Futuröck, que ayer condujo el acto con la escritora Gabriela Borrelli Azara.
En la primera edición del concurso, que tuvo como jurados a Mariana Enriquez, Juan Diego Incardona y Gabriela Cabezón Cámara, Belén Longo ganó el primer premio con Donde mueren las mariposas y la primera mención la obtuvo Juan Cruz Bergondi por Lo que nos queda del amor.
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