Un grupo de intelectuales respondió a la Conferencia Episcopal en la polémica por Theodora: “Es un acto de censura”
Beatriz Sarlo, José Emilio Burucúa, Graciela Fernández Meijide y Jorge Fernández Díaz, entre otros, firmaron el texto de repudio que pide tramitar las diferencias estéticas, intelectuales, políticas, en una escena de libertad
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Después del comunicado crítico emitido por la Conferencia Episcopal Argentina (CEA) acerca de la adaptación de la obra Theodora en el Teatro Colón, un grupo de intelectuales tomó la palabra y calificó las objeciones provenientes de la Iglesia católica como un acto de censura.
El texto de repudio a las posturas de la CEA fue firmado por escritores, juristas, historiadores, sociólogos, pedagogos y artistas como Beatriz Sarlo, José Emilio Burucúa, Jorge Fernández Díaz, Graciela Fernández Meijide, Guillermina Tiramonti, Hugo Vezzetti, Emilio García Wehbi y Roberto Gargarella. Allí se afirma: “Si hechos semejantes [por las representaciones de Theodora] se hubieran producido en un sitio religioso consagrado por alguna fe -un templo, un cementerio, una escuela confesional- no dudaríamos en expresar nuestro repudio. Pero desde hace mucho tiempo las sociedades plurales y democráticas reconocen el derecho de los artistas a utilizar la blasfemia como parte de sus obras fuera de esos ámbitos. Hoy, objetar esa libertad es lisa y llanamente un acto de censura”
Los firmantes también señalan que la política cultural es una materia pendiente de la agenda pública en la Argentina.
Por su parte, el cuestionamiento episcopal apuntó contra la adaptación libre que se hizo en esta versión de Theodora, con dirección de Alejandro Tantanian, una obra que presenta la vida de una mártir cristiana del siglo III que se rebeló contra la idolatría impuesta por el emperador Diocleciano. La pieza, con la que se inauguró la temporada lírica del Colón, incorpora conceptos y citas de la teóloga disidente Marcella Althaus-Reid (1952-2009). La cúpula de la Iglesia Católica rechazó la adaptación del oratorio de Händel, protagonizada por la coreana Yun Jung Choi y Mercedes Morán y con textos de Franco Torchia, y manifestó que Theodora fue “una pretendida expresión artística” en la que “se bastardearon y blasfemaron la fe y la religiosidad con palabras que no se pueden aceptar referidas a la Virgen María”.
En la adaptación se glosaron textos de la teóloga y escritora argentina, que fue catedrática de Teología Contextual y docente de Teología Sistemática y Ética Cristiana en la Escuela de Teología del New College de la Universidad de Edimburgo. Althaus-Reid participó en forma activa en los movimientos de liberación feminista y LGBTQ. Murió en Edimburgo en 2009 y sus libros (Indecent Theology y The Queer God) aún no han sido traducidos al español. Para Torchia, el comunicado de la CEA pretende “disciplinar y censurar a futuro”.
Los intelectuales firmantes de la carta rechazan “enfáticamente” la apelación eclesiástica a las autoridades para que velen por “una sociedad sana”. “Conocemos, por muchas y dolorosas experiencias, cuál es el sentido y cuál es el costo de esa pretendida ‘salud social’ -advierte el escrito-. Deseamos tramitar nuestras diferencias estéticas, intelectuales, políticas, en una escena de libertad, en la que los fracasos y los riesgos contribuyan a conocer, a experimentar y a reflexionar sobre todas las dimensiones de la vida en común”.
La carta completa de los intelectuales
La Conferencia Episcopal Argentina ha emitido un documento condenando la puesta del oratorio Theodora, de Händel, en el Teatro Colón, a la que consideró “una pretendida expresión artística” en la que “se bastardearon y blasfemaron la fe y la religiosidad”. Si los obispos que firman la declaración se hubieran limitado a dirigirse a su feligresía, no tendríamos nada que objetar. Pero, además de emitir un juicio estético y moral (“pretendida expresión artística”, “blasfema”) los obispos se dirigieron también a “las autoridades” pidiendo -o exigiendo- que estas “velen por una sociedad sana y democrática, en la que se respeten todos los símbolos sagrados.
Es posible criticar aspectos de la versión presentada, pero las diferencias estéticas o intelectuales que, eventualmente, algunos de los firmantes de esta carta pudieran sostener, no nos hacen vacilar a la hora de objetar la injerencia de la Conferencia Episcopal ni de expresar nuestra defensa de los artistas.
Si hechos semejantes se hubieran producido en un sitio religioso consagrado por alguna fe -un templo, un cementerio, una escuela confesional- no dudaríamos en expresar nuestro repudio. Pero desde hace mucho tiempo las sociedades plurales y democráticas reconocen el derecho de los artistas a utilizar la blasfemia como parte de sus obras fuera de esos ámbitos. Hoy, objetar esa libertad es lisa y llanamente un acto de censura.
La política cultural está ausente desde hace mucho de la agenda pública de nuestro país. Entre la celebración demagógica de jóvenes cantantes populares y el fervor inquisitorio con que la Conferencia Episcopal exige a las autoridades que ejerzan censura confesional sobre la producción artística no parece quedar espacio para una discusión consistente acerca de qué tipo de prácticas culturales deben ser promovidas por el Estado, de cual es la situación de la creación y de la comunidad artística, ni del sentido mismo de la producción de bienes simbólicos.
Rechazamos enfáticamente esa apelación a las autoridades para que “velen por una sociedad sana”: conocemos, por muchas y dolorosas experiencias, cuál es el sentido y cuál es el costo de esa pretendida “salud social”. Deseamos tramitar nuestras diferencias estéticas, intelectuales, políticas, en una escena de libertad, en la que los fracasos y los riesgos contribuyan a conocer, a experimentar y a reflexionar sobre todas las dimensiones de la vida en común.
Firmantes:
Pablo Alabarces, Maricel Álvarez, Adriana Amante, Pablo Avelluto, Dora Barrancos, Laurent Berger, Sergio Bufano, José Emilio Burucúa, Samuel Cabanchik, Vera Carnovale, Américo Castilla, Rubén Chababo, Isidoro Cheresky, María Sonia Cristoff, Federico Delgado, Emilio de Ípola, Rodolfo de Souza, Carlos E. Díaz, Jorge Fernández Díaz, Graciela Fernández Meijide, Rafael Filippelli, Julián Gadano, Carlos Gabetta, Ernestina Gamas, Emilio García Wehbi, Rodrigo García, Roberto Gargarella, Albino Gómez, María Cristina González, Adrián Gorelik, Ricardo A. Gutiérrez, Roy Hora, Alejandro Katz, Sebastián Katz, Nicolás Kwiatkowski, Daniel Link, María Rosa Lojo, Carlos Lombardi, Oscar Lotero, Lucas Martín, Francisco Naishtat, María Matilde Ollier, José Miguel Onaindia, David Oubiña, Vicente Palermo, Mario Pecheny, Santiago Pedrero, Cristina Piña, Hinde Pomeraniec, Martín Prieto, Gabriel Puricelli, Hugo Quiroga, Margarita Roulet, Guillermo Rozenwurcel, Roberto Russell, Hilda Sabato, Beatriz Sarlo, Marcela Solá, Javier Swedzky, Rubén Szuchmacher, Susana Szwarc, Lucrecia Teixido, Guillermina Tiramonti, María Jesús Vaca, Hugo Vezzetti, Carlos Zurita.
Para acompañar esta declaración, o por consultas o comentarios, se puede escribir a theodora.haendel@gmail.com
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