Un genio aislado
La aparición de dos novelas de Flann O'Brien, la temprana En-Nadar-dos-pájaros y la inconclusa La saga del sagú de Slattery, permite volver a uno de los más originales escritores irlandeses
James Joyce nunca dejó de preguntarse, sin arrepentimiento, más bien con horror, qué hubiera sido de él si, en vez de trocar su país por Europa continental para forjar "la conciencia increada" de su "raza" , se hubiera quedado vegetando en la verde Irlanda. De haber vivido un poco más tal vez habría entrevisto su negativo fotográfico en la figura de Flann O'Brien (1911-1966), un autor al que llegó a leer e incluso a admirar. A diferencia de él, O'Brien permaneció en la isla toda su vida, deambulando por Grafton Street y pubs adyacentes, ganándose la vida como empleado público, bajo la atenta mirada de sus coterráneos. Cuando en Crónica de Dalkey (1964), la última novela que publicó en vida, hizo aparecer a Joyce vivito y coleando, trabajando de barman, no estaba necesariamente homenajeándolo. El exiliado voluntario, a esas alturas, era un recordatorio, su bestia negra personal.
El católico O'Brien, que nació en el acérrimo Ulster aunque pronto fue trasplantado a Dublín, escribió una novela temprana, compleja y genial, En-Nadar-dos-pájaros ( At Swim-Two-Birds , 1939), pero tuvo que dejar la siguiente, El tercer policía , olvidada en un cajón a falta de editor. Esta última obra se publicaría en 1967, tras su muerte, y sería la que fogonearía su prestigio póstumo.
A partir de aquellos comienzos, Flann O'Brien (que en realidad se llamaba Brian O'Nolan) tuvo que seguir desdoblándose, como un Pessoa dublinés, aunque más cerca del pseudónimo que de la heteronimia, en diversas firmas periodísticas: Lir O'Connoll, George Knowall y, sobre todo, Myles Na Gopaalen, que, con sus frecuentes columnas, fue por décadas una institución satírica de la prensa irlandesa. De esa cotidianidad periodística le quedó el sello indeleble, por demás reductivo, de autor cómico. De sus orígenes culturales, la obligación de rendir eventual tributo al idioma gaélico ( An Beal Bocht , novelita de 1941, que se tradujo como La boca pobre ) y, en inglés, a un realismo de una sordidez burlesca ( La vida dura , 1961). Aunque en los últimos años había recuperado la confianza en la escritura ( Crónica de Dalkey lo demuestra), el primer impulso había resultado inigualable.
Los libros de Flann O'Brien empezaron a ser traducidos al español en los años ochenta, pero nunca hasta hoy su circulación había sido tan homogénea. La verdadera novedad editorial de estos meses es la publicación de La saga del sagú de Slattery , pero resultaría una trivialidad referirse a esa narración sin aludir antes brevemente a sus dos libros capitales.
El tercer policía es una de esas escasas obras maestras sobre las que, a riesgo de arruinar su lectura, conviene no explayarse más de lo necesario. Sí puede decirse que en algún momento de la trama acontece un evento del que el protagonista, un cartero en bicicleta, no alcanza a calcular las consecuencias. Tampoco, valga decirlo, el lector. Desde el punto de vista formal, las notas a pie de página (que versan en general sobre los trabajos desquiciados del metafísico De Selby) se convierten en un formidable artilugio estilístico que tendrían su réplica, mucho más cerca en el tiempo, en los excesos de David Foster Wallace.
En-Nadar-dos-pájaros , con su extraño título, es una obra maestra más radical, una profecía instintiva del posmodernismo. "Que un libro tuviese un principio y un final era una cosa con la que yo no estaba de acuerdo -se lee en el comienzo de la narración-. Un buen libro puede tener tres aperturas completamente distintas e interrelacionadas tan sólo por la presciencia del autor, o en realidad cien veces en otros finales." A pesar de las dificultades argumentales, la estratificación de la novela es de una claridad meridiana: un estudiante dublinés escribe sobre un escritor, Dermot Trellis, que escribe un libro edificante con una técnica especial, la "esto-autogamia". El curioso procedimiento permite que los personajes imaginarios cobren vida. A su turno, éstos, en rebeldía, crearán sus propias "novelas "con el fin de atrapar al creador en su ficción.
Graham Greene sugirió (algo similar anotó Borges) que O'Brien tiene en En Nadar... la ambición de presentar todas las tradiciones literarias irlandesas en una. La parte más metaficcional, con sus aires de delirio céltico, féerico y mitológico, lo prueba, aunque es de notar que al ejercicio paródico lo preside una lógica digna de Raymond Roussel.
La saga del sagú de Slattery ( Slattery's sago saga , según el más sintético retruécano original) está presentada como la novela póstuma de Flann O'Brien, definición que le corresponde a decir verdad a El tercer policía . La saga... es en realidad una narración inconclusa que no figura en la edición de referencia de las novelas del escritor (la de Everyman's), sino en un tomo misceláneo.
A pesar de ese carácter menor, el relato, como nunca satírico, tiene agudeza. Tim Hartigan, hijo adoptivo de un millonario interesado en los misterios de la agricultura pero que multiplicó su fortuna en Estados Unidos gracias al petróleo, debe recibir a un amigo del millonario. Resulta ser una mujer, Crawford McPherson, supuesta esposa de Hoolihan, que tiene un plan para evitar una nueva invasión de inmigrantes irlandeses a Estados Unidos, como la que produjo la hambruna del siglo XIX. ¿Su utópico objetivo? Reemplazar en la isla la voluble "patata" por plantaciones de sagú, árbol de origen indonesio que produce una sana y nutritiva harina.
Quizá pueda advertirse en la esperpéntica dirección final de O'Brien un segundo sentido. El escritor -que mantuvo contactos espistolares con la esperanza de publicar este libro en Estados Unidos- parecía estar imaginando un horizonte distinto al de las conocidas escalas joyceanas (Trieste, París, Zúrich) o las de Samuel Beckett (que no sólo se instaló en la Europa continental, sino que también cambió de idioma). Anclado en su periférica isla natal, O'Brien parece estar reinventando su literatura con la mira puesta del otro lado del Atlántico. Cómo podría haber terminado esa aventura editorial queda en el terreno de las conjeturas. Como si no pudiera con sí mismo, en las páginas de La saga... O'Brien se reía de su islita provinciana en la que no escaseaba el genio, pero también del gran coloso del norte al que esa clase de bravatas estaba lejos de hacerle gracia.
En Nadar-dos-pájaros . Por Flann O'Brien. Nórdica. Trad.: J. Álvarez Flores. 320 páginas. $190
La saga del sagú de Slattery . Flann O'Brien. Nórdica. Trad.: A. Rivero Taravillo. 86 páginas. $ 130