Un género de la democracia: los libros de investigación periodística
Fueron best sellers en su década y aún funcionan como modelos de casos exitosos para la nueva generación de autores
- 10 minutos de lectura'
Los libros de investigación periodística abordaron los hitos de los cuarenta años de democracia en la Argentina. Del impacto social de la última dictadura y la guerra de Malvinas a los casos de corrupción política más resonantes, pasando por biografías no autorizadas de presidentes, gobernadores y otros dirigentes, la tradición del género se impuso en el mercado editorial y amplió su “paleta” de temas hacia las fuerzas de seguridad, la justicia, el empresariado, el sindicalismo, el narcotráfico y los medios de comunicación.
Libros como Malvinas, la trama secreta, de Raúl O. Cardoso, Ricardo Kirschbaum y Eduardo van der Kooy -que “con 200.000 ejemplares vendidos, fue el primer best seller de la primavera democrática”, según Penguin Random House-; Los dueños de la Argentina, de Luis Majul; Robo para la corona, de Horacio Verbitsky; Pizza con champán, de Sylvina Walger; Asalto a la ilusión (1990), de Joaquín Morales Solá, con la “historia secreta del poder en la Argentina desde 1983″, La bonaerense, de Carlos Dutil y Ricardo Ragendorfer, y Narcogate, de Román Lejtman, fueron best sellers en su época y aún funcionan como modelos de casos exitosos para la nueva generación de autores.
“Hubo varias etapas en los libros de investigación periodística -dice a LA NACION la escritora y editora Paula Perez Alonso, cocreadora en el Grupo Planeta de la colección Espejo de la Argentina-. La década de 1990 fue muy prolífica por la cantidad de denuncias sobre la corrupción política y económica de la década menemista. Los publicábamos creyendo que eran pruebas fundamentales que ayudarían a revertir el proceso de descomposición que parecía ganar mayor impunidad”. Robo para la corona vendió más de 250.000 ejemplares.
“También publicamos los libros que contaban lo que había sucedido durante el terrorismo de Estado como El vuelo, de Verbitsky; Almirante Cero, de Claudio Uriarte; Todo o nada, de María Seoane, y Recuerdo de la muerte, de Miguel Bonasso, y el del Juicio a las Juntas, como Nada más que la verdad, de Martín Granovsky y Sergio Ciancaglini”, recuerda Perez Alonso y los describe como “libros dramáticos y necesarios que pusieron palabras a mucho de lo que no se había podido nombrar: el plan programático de muerte, violencia, desapariciones, la inhumanidad, y también la banalidad del mal que tan bien describió Hannah Arendt”.
En simultáneo, se lanzaron libros sobre la lucha armada de las organizaciones guerrilleras durante la década de 1970. La Voluntad. Una historia de la militancia revolucionaria en la Argentina, de Martín Caparrós y Eduardo Anguita, es uno de lo más exhaustivos en esta materia (tiene cinco tomos), junto con Montoneros, la soberbia armada, de Pablo Giussani, y Galimberti, de Marcelo Larraquy. En 2022, Ceferino Reato publicó en Sudamericana el exitoso Masacre en el comedor, donde reconstruye el ataque al Cuartel Central de la Policía Federal que dejó 23 muertos y 110 heridos.
En los años 2000 la temática se diversificó. “Salieron biografías como la de José Gelbard, El burgués maldito, de Seoane, y la de Videla El dictador, de Seoane y Vicente Muleiro; Timerman, de Graciela Mochkofsky, y libros que contaban episodios cruciales de la historia reciente Operación Traviata, sobre el asesinato de José Ignacio Rucci, de Ceferino Reato, y los del Tata Yofre -destaca la editora-. En esta última etapa, los libros son más ensayísticos, como El nudo, de Carlos Pagni, o La última encrucijada, de Jorge Liotti, o testimoniales, como el de Juan Manuel Abal Medina Conocer a Perón, que relata desde su lugar privilegiado los hechos políticos cruciales en la Argentina, que van del 70 al 74 y muestra a un Perón no mostrado hasta ahora, y que estuvo entre los más vendidos durante más de un año”. A esta lista se puede sumar el colosal (de más de mil páginas) Una historia argentina en tiempo real. 2010-2020 Apuntes sobre la colonización populista y la resistencia republicana, del escritor y periodista Jorge Fernández Díaz, con 50.000 ejemplares vendidos.
Las investigaciones sobre la multiforme corrupción política continúan despertando interés entre los lectores, así como también las que indagan en espacios “opacos” del poder. “Las investigaciones de Hugo Alconada Mon, La piñata y La raíz, que denunciaron hechos de corrupción y las redes de impunidad que los sostuvieron; Código Stiuso y El libro negro de la justicia argentina, de Gerardo “Tato” Young; Los Supremos, de Irina Hauser, sobre la Corte Suprema de Justicia; Aramburu y Born y Quieto, de María O’Donnell, tuvieron miles de lectores -sigue Perez Alonso-. Tanto en el primer momento en que Planeta empezó a publicar la colección Espejo de la Argentina como ahora creemos que estos libros son valiosos porque revelan alguna verdad, ayudan a esclarecer realidades complejas, las zonas de opacidad que afectan a la sociedad, y a entender las luchas y las tensiones entre los poderes. La realidad sigue siendo fascinante y os temas siguen y reclaman a los autores que sepan investigarlos y contarlos de la mejor manera posible”.
“Los libros de investigación periodística y de coyuntura fueron muy importantes para abordar la transición democrática y los periodos gubernamentales durante el alfonsinismo, el menemismo, el gobierno de la Alianza, el kirchnerismo y el macrismo -dice a LA NACION el doctor en Ciencias Sociales Ezequiel Saferstein-. Se los puede considerar una ventana para mirar lo que sucedía. En el menemismo este género explotó con Robo para la corona que fue el best seller de la época. Los primeros libros de investigación no fueron los de Planeta o Sudamericana sino de editoriales más progresistas, de izquierda y más pequeñas como Puntosur y Contrapunto con libros de Eduardo Luis Duhalde y los primeros de Verbitsky, que después fueron tomados en Espejo de la Argentina, que sigue vigente, y se hicieron masivos, ya en una ingeniería editorial para armar libros comerciales y relevantes”.
Safersteien, autor de ¿Cómo se fabrica un best seller político?, señala que, luego, el género “se estabilizó y proliferó en cantidad de novedades” año a año. “Los títulos vendían menos pero siempre fueron exitosos -resalta-. Ayudan a pensar los hitos de estos cuarenta años, al igual que los ensayos políticos e intelectuales o de intervención como los escritos por Marcos Aguinis [El atroz encanto de ser argentinos], Santiago Kovadloff [Las huellas del rencor] o José Pablo Feinmann [La condición argentina]. La democracia fue contada a través de los libros. Los libros progresistas sobre la corrupción menemista y la corrupción kirchnerista fueron importantes para el debate público”. El Dueño, la “historia secreta de Néstor Kirchner”, de Majul, vendió más de 150.000 ejemplares.
Uno de los best sellers periodísticos fue y sigue siendo Jorge Lanata. Los dos tomos de Argentinos. 500 años entre el cielo y el infierno vendieron más de 350.000 ejemplares, y Óxido, de 2023, se acerca a los cincuenta mil; ambos fueron publicados por Sudamericana. Para Lanata, editor además de escritor y periodista, “los libros periodísticos que funcionan dependen del tema o del autor, pero nada funciona siempre”, dice a LA NACION. Como ejemplo de un libro que funciona por “tema” menciona El loco, la biografía no autorizada de Javier Milei escrita por Juan Luis González, que va por su cuarta edición.
“De los libros de periodismo de investigación me gusta que condensan dos formas de resistencia muy importantes -dice Juan Luis González a este diario-. La primera es que hoy en día, cuando hay un avance en contra de la democracia con un megadecreto, amigas de Videla y una corriente política que desprecia al que piensa distinto, estos libros funcionan como un antídoto, una forma de cuidar la democracia. Es uno de los sentidos primordiales del periodismo: funcionar como un contrapeso del poder. El segundo es que el libro de investigación se opone a la lógica imperante del consumismo e individualismo al mango, en la que prevalece la lógica del rating, el minuto a minuto y el clickbait; el tiempo y la inversión que demanda un libro es una forma de resistencia contra el ‘todo ya’ y la cosa masticada”.
La piñata y La raíz (de todos los males) fueron los libros de investigación periodística de Hugo Alconada Mon que mejor vendieron: cerca de 40.000 ejemplares cada uno. “Los libros de investigación periodística tuvieron un gran apogeo durante los primeros años 90 y luego menguaron, para después resurgir desde 2013 en adelante”, analiza el autor; agrega que no cree que estén pasando por su mejor momento en la actualidad. “La lectura de estos últimos dos años ha sido más reflexiva, con libros como los de Juan Carlos Torre, Carlos Pagni, Jorge Liotti o Pablo Semán, entre los más destacables”, sostiene.
En democracia, hasta los presidentes fueron best seller: Cristina Kirchner, en 2019, y Mauricio Macri, en 2021, siguieron su versus en la librería: Sinceramente fue un fenómeno en ventas en un momento en que la industria editorial estaba en baja. Trascartón, Primer tiempo, el libro de Macri dejó en claro que los libros son un medio que los políticos eligen para posicionarse y construirse como figuras públicas que llegan a otros espacios no esencialmente políticos. También sirven para que los mandatarios den su versión de los hechos, a veces desmentida por el periodismo.
Otros títulos destacados de estas cuatro décadas fueron El jefe (sobre Carlos Menem) y El pibe (sobre Mauricio Macri), de Gabriela Cerruti; Menem, la vida privada, de Olga Wornat (se reeditará en 2024); El otro, de Hernán López Echagüe (tras las amenazas que recibió luego de publicar la biografía no autorizada de Eduardo Duhalde, que vendió 250.000 ejemplares, el autor decidió exiliarse en Uruguay en 1998); La Tablada. A vencer o morir (sobre el atentado al cuartel militar de La Tablada, en 1989), de Pablo Waisberg y Felipe Celesia; AMIA: el atentado, de Juan José Salinas; Don Alfredo, de Miguel Bonasso; Iosi, el espía arrepentido, de Miriam Lewin y Horacio Lutzky (adaptado a una recomendable serie de streaming); La marroquinería política (uno de los primeros libros que alertó sobre la corrupción kirchnerista), de Jorge Asís; Los cuadernos, de Diego Cabot; Fuerza propia. La Cámpora por dentro, de Sandra Russo; La Cámpora. Historia secreta de los herederos de Néstor y Cristina Kirchner y Macri. Historia íntima y secreta de la élite argentina que llegó al poder, de Laura Di Marco; Hermano, de Santiago O’Donnell; ¿Quién mató a Nisman?, de Pablo Duggan, y Nisman, de Facundo Pastor; El arribista del poder (sobre Sergio Massa), de Diego Genoud; Los Monos. Historia de la familia narco que transformó a Rosario en un infierno, de Germán de los Santos y Hernán Lascano (en 2023, presentaron Rosario. La historia detrás de la mafia narco que se adueñó de la ciudad); Trolls S. A. La industria del odio en internet, de Mariana Moyano; Los 12 apóstoles. La masacre de Sierra Chica, de Luis Beldi, que este año publicó La república bonaerense, sobre el “poder paralelo” que reina en la provincia de Buenos Aires, y Muerta o presa, de Irina Hauser, sobre el atentado a la expresidenta Cristina Kirchner ejecutado por la “banda de los copitos”. En la Argentina, la realidad sociopolítica parece un asesor editorial inigualable.
Otras noticias de Arte y Cultura
“Enigma perpetuo”. A 30 años de la muerte de Liliana Maresca, nuevas miradas sobre su legado “provocador y desconcertante”
“¿Qué hace que el arte sea valioso?” La pregunta que desafía los límites desde hace más de un siglo
“Obras en proceso”. Se anunciaron los quince finalistas del Premio Estímulo a la Escritura para creadores de 20 a 40 años
Más leídas de Cultura
“Me comeré la banana”. Quién es Justin Sun, el coleccionista y "primer ministro" que compró la obra de Maurizio Cattelan
“Un clásico desobediente”. Gabriela Cabezón Cámara gana el Premio Fundación Medifé Filba de Novela, su cuarto reconocimiento del año
“Enigma perpetuo”. A 30 años de la muerte de Liliana Maresca, nuevas miradas sobre su legado “provocador y desconcertante”
La Bestia Equilátera. Premio Luis Chitarroni. “Que me contaran un cuento me daba ganas de leer, y leer me daba ganas de escribir”