Un ex sacerdote presenta un libro sobre los abusos en la Iglesia católica
El autor de “El secreto pontificio” es el cordobés Adrián Vitali, que presenta mañana su crónica
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“En la Iglesia, todo lo que no es sagrado es secreto”: así empieza el libro El secreto pontificio. La ley del silencio, del exsacerdote cordobés Adrián Vitali que denuncia casos de abusos y pedofilia en la Iglesia. El autor presentará la obra mañana, a las 19, en el Centro Cultural Awkache, de la ciudad de La Plata, junto a las periodistas Miriam Lewin y Paula Bistagnino y el abogado Juan Pablo Gallego, entre otros invitados.
De publicación independiente, el libro se consigue en las librerías de Córdoba y también a través de Amazon. “Este libro pretende sacar de la penumbra y de la vergüenza a las víctimas abandonadas, que la Iglesia mantiene hace años ocultos y silenciados por el miedo y la culpa”, explica en la contratapa. Y agrega un dato escalofriante que da cuenta de la magnitud del problema: “En la Argentina tenemos aproximadamente 6.428 sacerdotes, de los cuales un diez por ciento son pederastas y solo hay 63 denunciados; se deduce que en la Iglesia de nuestro país todavía permanecen 637 curas pederastas ocultos”.
En el prólogo, Gallego dice: “Realista, escéptico, pero aún esperanzado, Vitali, con las marcas que le dejó su propia historia, nos acerca una cruda y valiente visión que describe, de un modo impactante, cómo se ha corrompido insistentemente la inocencia de cuerpos de niños trasgredidos falsamente en nombre de Dios”. Coordinada por Pía Garralda, de la charla participará también Julieta Añazco, que fue víctima de abuso eclesial en su infancia. El testimonio de Añazco aparece en el capítulo 2, junto con los de otras víctimas que se animaron a romper el silencio.
“Tardé casi 30 años en recordar que había sufrido abusos sexuales por parte de un sacerdote cuando tenía siete años. Todo empezó con el miedo, un miedo que nunca antes había conocido. Ese miedo salió a la luz cuando nació mi nieto”, revela la mujer en primera persona. Recién cuando empezó una terapia psicológica pudo recordar lo que había vivido: “El primer recuerdo fue el del sacerdote abusando de mí, pero no sabía bien quién era; me acordaba solamente que lo llamábamos Padre Ricardo”. Cuando comprendió que no era la única víctima de abusos, Añazco decidió hacer la denuncia. Ahí se enteró que el sacerdote Héctor Ricardo Giménez ya tenía una condena por un abuso cometido en Magdalena en la década de los 90. “Pero acumulaba quejas y denuncias desde 1960 y dos causas judiciales a partir de 1985, frente a las cuales la Iglesia hizo sistemáticamente oídos sordos”.
En el libro, Vitali reúne siete testimonios de víctimas de ambos sexos y detalla, uno por uno, los lugares (hogares, parroquias, colegios y otras instituciones eclesiásticas) donde se cometieron abusos.
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