Un desafío para los ojos
En la Fundación Juan March, de Madrid, se exhibe una antología de Victor Vasarely, el francés de origen húngaro que, como pocos, exploró los alcances del op art.
LA Fundación Juan March, de Madrid, organizó una notable muestra de pinturas y dibujos del pintor francés de origen húngaro Victor Vasarely (1908-1997), uno de los grandes del arte geométrico y abstracto, que se ubicó entre los precursores del arte cinético y el op art. La muestra se hizo con el asesoramiento del director del Museo Nacional de Arte Moderno Georges Pompidou, de París, Werner Spies, y la colaboración de la nuera del artista, Michéle Catherine Vasarely. La componen cuarenta y siete pinturas y dibujos, realizados entre 1929 y 1988, que provienen de grandes museos, galerías y colecciones privadas europeas.
La selección retrospectiva comienza el año en el que Vasarely ingresó en la academia Mühely de Budapest, el "Mühely" de Bortnyik, inspirada en las enseñanzas de la Bauhaus alemana. Allí escuchó las conferencias de Moholy Nagy y conoció las obras de Malévich, Mondrian, Gropius, Kandinsky y Le Corbusier antes de establecerse en París, a fines de 1930. En la capital francesa formó parte del grupo de la galería Denise René desde que se fundó, en 1944, y trabajó como artista gráfico durante varios años. Sus primeros trabajos ópticos son de la década del 30, pero el artista no desarrolló su estilo abstracto geométrico hasta comienzos de los años cincuenta. Se fijó la tarea de relacionar el mundo material con la pintura, y lo hizo valiéndose de un concepto constructivo sostenido por la idea de un arte colectivo acorde con los cambios del mundo industrial.
Desde los comienzos figurativos, caracterizados, entre otros trabajos, por los que representan tigres y cebras, se muestra la coherencia con la que Vasarely desarrolló los fenómenos de ilusión óptica que producen la idea de movilidad. El op art ( optical art ), como lo denominó por primera vez la revista Time en 1964 por analogía con pop ( popular art ) y por contraposición a su sentido, produce en la retina la idea de movimiento propia del arte cinético. Pero si bien el op se incluye dentro del arte cinético, está compuesto por imágenes estáticas. El arte cinético, en sentido amplio, comprende también las obras con movimiento virtual, que provocan la participación del espectador por medio de procesos de la percepción. Estos van desde los efectos de muaré hasta las perspectivas ambiguas. El op art suele basarse en la alternancia de bandas y campos contrastados, que producen efectos vibratorios e ilusiones ópticas.
Algunos trabajos de Vasarely corresponden al período Denfert (inspirado por las grietas en los azulejos blancos de la estación de metro Denfert-Rochereau, de París) y las estadas en Belle Isle y Gordes. Ambos momentos constituyeron los puntos de partida de una labor no figurativa cuyos precedentes significativos fueron las investigaciones realizadas a principios de los años veinte por quienes constituyeron las fuentes históricas, Lissitzky y Berlewi, los artistas antes nombrados, Itten, Albers y, finalmente, Duchamp.
La muestra está compuesta por piezas clave de la producción pictórica de Vasarely. Por ellas es posible admirar el convencimiento y la precisión con los que el artista desarrolló su afición por las ilusiones ópticas y por una concepción escéptica cimentada en la idea de que el valor del arte no reside en las particularidades de una postura personal, sino en la originalidad de su significado, que debe ser reproducible. De ahí que haya trabajado en el campo de los múltiples, en los que una pintura es producida en serie con procedimientos industriales. Como señala Spies en un estudio que recoge el catálogo, Vasarely, que aspiraba a organizar la superficie del cuadro excluyendo cada vez más los contenidos y las técnicas subjetivos, desempeñó un poco el papel de un McLuhan de las artes plásticas.
Gran parte de su obra está realizada con estructuras binarias en blanco y negro, como lo prueba, por ejemplo, la gran pared de aluminio de más de diez metros de ancho que realizó con spray metálico en 1963. Eso no le impidió practicar en esa década una concepción decididamente cromática (puesto que el blanco y el negro no son propiamente colores) y hacer objetos tridimensionales. A menudo inscribía los colores -casi siempre sin modular- en pequeños cuadrados. Estos contenían círculos, rectángulos, triángulos y otras formas geométricas que podían articularse en innumerables posibilidades combinatorias. Por lo demás, apuntó: "En mis unidades binarias en blanco y negro, y en mis algoritmos, soy consciente también de haber realizado la primera programación importante de la plasticidad estructuralista que permite una apertura cibernética".
Vasarely dejó varios escritos teóricos. Sus obras pueden vincularse con investigaciones psicológicas, tecnológicas, con las ciencias naturales y humanas, y con el diseño industrial. Dice Michéle Vasarely que la obra de su suegro es inseparable del contexto social y del entorno urbano, ya que desde los años cincuenta se planteó el papel del artista en la sociedad y buscó la manera de crear un arte accesible a todos. Según él mismo expresó, quería "poner el arte al servicio de la humanidad, integrándolo a la vida cotidiana e incorporándolo a la arquitectura".
( Hasta el 23 de abril, en la Fundación Juan March, Castelló 77, Madrid. Luego se exhibirá en Las Palmas, desde el 31 de mayo hasta el 16 de julio, y en Santa Cruz de Tenerife, desde el 24 de julio hasta el 9 de septiembre. )
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