Tununa Mercado recibió el premio Sor Juana Inés de la Cruz
La escritora cordobesa, que vivió gran parte de su vida en México, ganó el galardón por su novela Yo nunca te prometí
GUADALAJARA.– Habla pausado y mira a los ojos. A pesar de los años vividos a la fuerza fuera de su Córdoba natal, la tonada no se le fue a Tununa Mercado. La escritora argentina fue ayer el centro de atención de la feria del libro más importante de América latina. Es que la comunidad literaria le entregó uno de los premios más prestigiosos, el Sor Juana Inés de la Cruz, que ganó por su novela Yo nunca te prometí , que plantea el problema de las emigraciones provocadas por guerras y persecuciones.
La sala Juan Rulfo repleta le hacía el honor anoche, al cierre de esta edición. Su esposo, el también escritor Noé Jitrik, aplaudía desde las primeras filas.
La mañana de "su" día comenzó movidita. Uno de los compromisos fue el descubrimiento de una placa con su nombre a los pies de la estatua de Sor Juana, en el barrio Chapalita, no muy lejos de la Expo, sede de la Feria del Libro de Guadalajara, la FIL.
"¡Una placa con mi nombre! –exclama–. Porque me llamo Tununa, que no es Enriqueta ni Elizabeth, es llamarse Tununa. Y los pies de la estatua de la monja, donde vamos a estar sus seguidoras, sus admiradoras, las que llevamos el nombre de su premio." El otro compromiso era con La Nacion.
–¿Qué significa ganar el premio Sor Juana Inés de la Cruz?
–Acá, en México, le dan una relevancia enorme. No sólo porque es uno de los premios de la FIL sino porque es la presencia de Sor Juana, una luminaria en la vida cultural mexicana. Tiene mucha importancia para mí porque viví muchos años en México; es casi un lugar común en mi discurso. Viví quince años aquí y México es una marca muy importante en mi pensamiento, en mi desarrollo, en mi vida.
–Fue una salida obligatoria.
–Sí. Fue en tiempos de la Triple A. Fue antes del golpe, el período en que golpeaban de manera selectiva a personajes de la cultura, del derecho y gremial.
–¿Recuerda esa época como una de las peores de su vida?
–Fue una de las peores. No viví en la Argentina el terror de los años del golpe porque ya no estaba. El miedo es una interferencia en la vida diaria. Estar con la sensación de que uno se tiene que cuidar las espaldas porque podía ser seleccionada. En ese tiempo yo trabajaba en el diario La Opinión, era periodista. Siempre tenía la sensación de que podían entrar a buscarme y yo estaba de espaldas… sentía el miedo en la espalda.
–¿Cuánto hay de aquello y del exilio en Yo nunca te prometí , la novela premiada?
–Mucho. Tiene una presencia importante. Es como si de pronto te pusieras en un tono en la vida. Desde el momento en que te vas de tu país lo maldecís, porque es como una mala madre que te echa. Y echa a los tuyos, a tus amigos; el mundo al que pertenecés ya no está más. Es una violación permanente a tu intimidad y a la posibilidad de pensar y de crear.
La propia autora habla ahora de su libro. Cuenta cómo surgió. "Este libro es una historia que yo capturo de un libro que escribí al regresar a Buenos Aires que se llama El estado de mi memoria . Esa pequeña historia, de un niño que pierde a su madre y de una madre que pierde a su hijo en medio de una guerra, y la búsqueda en pueblos de Francia donde había niños huérfanos… Esa historia sólo la pude concebir en ese tono, todo lo que significa la pérdida, el refugio, el fascismo… todo lo que daña a la naturaleza humana".
Tununa Mercado nació el día de Navidad de 1939. Su primer cuento de relatos Celebrar a la mujer como una Pascua obtuvo una mención del premio Casa de las Américas en 1967. También publicó La letra de lo mínimo , Canon de alcoba , La Madriguera y Narrar después .
Los recuerdos parecen llegarle a oleadas cuando habla de México. "Fue un refugio", resume. Y recuerda que los argentinos que llegaron a fines de los setenta no se cerraron en la comunidad sino que se integraron a la vida de acá. Muchos se quedaron y echaron raíces.
–¿Cuándo se produce esa sanación, esa reconciliación con la Argentina para poder volver?
–El país de la "mala madre", como dicen acá, fue variando. Fue muy duro y la sensación de extrañamiento fue muy grande siempre a través de los años. Hubo que acostumbrarse a pensar en la gente que no estaba, que había sido liquidada, que había tomado otros rumbos, y que con la democracia empezaba a regresar. Y el reencuentro en la Plaza de Mayo, una cosa muy simbólica … Y esa mala madre se convirtió en las Madres. Las heridas nunca se cicatrizan totalmente, pero uno va integrándose de nuevo a su país.
–¿En qué momento personal de su vida la encuentra este premio de la Feria de Guadalajara?
–Ya soy una persona grande… pero es una celebración. Hay algo que no sé cómo explicar porque estoy a unas pocas horas y más bien siento ganas de huir.