Tres pintores en la sierra
La galería de la estancia La Paz, de Ascochinga, inauguró el año con una muestra de Carlos Alonso, Miguel Ocampo y Pedro Pont Vergés
Entre las salas remodeladas en años recientes en la estancia La Paz -uno de cuyos propietarios fue el presidente Julio A. Roca-, se incluyeron los establos y el depósito de la planta alta, que quedó transformado en una sala de 280 metros cuadrados con instalaciones adecuadas para galería de arte. Un solo inconveniente: el paisaje serrano es tan armonioso que puede robarse por las ventanas algún espectador, si los artistas no plantan en las paredes obras muy sólidas.
Cortinas aparte, los trabajos de Alonso, Ocampo y Pont Vergés no corren ningún riesgo. Hace medio siglo que los tres están enriqueciendo la plástica argentina. Son reconocidos y prosiguen incansables en sus búsquedas.
Aunque cada uno mantiene firme su individualidad, en el conjunto que muestran se advierte un elemento común, que no fue previamente concertado. Es una exposición sobre la soledad del hombre actual, señalada sin recursos extravagantes, a fuerza de pincel y lirismo: Alonso fértil, Ocampo poético, Pont Vergés esencial.
El primero hace camino con su ya legendaria maestría de dibujante del cuerpo humano, pero llega en cada obra a un puerto diferente, a una región que en cada rasgo dice "soy Alonso" y que al mismo tiempo descubre una novedad inesperada.
Los paisajes de Ocampo revelan el aislamiento de un ojo que vive centrado en su tarea. La crítica ha señalado su capacidad para situarse en el límite entre figuración y abstracción, pero ya se puede dar un paso más y reconocer que para Ocampo ese límite no existe: su obra está demostrando que esa oposición -que sólo desde la modernidad ha sido empleada como categoría plástica- es inútil, y que un pintor auténtico camina gozoso y despreocupado por ambos territorios, como ocurre también con las obras de los maestros japoneses, de los cuales tanto aprendió el artista.
Lo esencial de la obra que actualmente realiza Pont Vergés no actúa, como en algunos pintores metafísicos, por sustracción, sino por suma. El más despojado de los fondos de sus cuadros revela, en un análisis posterior, un cuidadoso trabajo cromático que crea un espacio rico aun en sus vacíos, un ámbito que el ojo reconoció ya antes que la mente lo analizase.
Alonso nació en Mendoza; Ocampo, en Buenos Aires; Pont Vergés, en Corrientes. Los tres viven o pasan largas temporadas en Córdoba. Esta concurrencia señala la capacidad que tiene la provincia para actuar como bisagra del país y conjugar las tendencias más íntimas -a veces ignoradas o mal comprendidas-, que tarde o temprano tendrán que empezar a dialogar con la escena cosmopolita de Buenos Aires, para que se constituya una identidad artística rica y sin mutilaciones.