Tras la lluvia y los reclamos, anuncian un “plan de salvataje” para el Castagnino, el segundo museo más importante del país
El edificio del museo rosarino, que recibe unos 300 mil visitantes por año, está en estado crítico: la semana pasada, hubo filtraciones y estuvo en riesgo su valioso acervo; ahora el ministro de Cultura de Santa Fe, Jorge Llonch, anunció que se retomarían las obras suspendidas por el gobernador Omar Perotti en 2021, durante la pandemia
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Los funcionarios municipales, provinciales y nacionales del área de Cultura salieron de su zona de confort para intentar resolver la precariedad estructural en que se encuentra el Museo Municipal de Bellas Artes Juan B. Castagnino, de Rosario, que posee la segunda colección más importante de un museo público nacional. Para dar una idea, figuran obras de grandes artistas como Lucio Fontana, Fernando Fader, Antonio Berni, Clorindo Testa, Ernesto Deira, Grete Stern, Horacio Coppola, Marta Minujín y Rogelio Polesello, y las series de grabados Los desastres de la guerra y La tauromaquia, de Francisco de Goya. En promedio, el Castagnino recibe alrededor de trescientos mil visitantes por año.
Ayer, tras la tormenta de agua y viento que puso en riesgo el patrimonio y suscitó varios reclamos en la prensa, el ministro de Cultura de Santa Fe, Jorge Llonch, anunció en diálogo con el diario rosarino La Capital que se retomarían las obras suspendidas por el gobernador Omar Perotti en 2021, durante la pandemia, cuando las consideró “no prioritarias”. Un día atrás había dicho a LA NACION que el museo dependía de Rosario y no de la provincia. El Castagnino alberga -como puede- casi cinco mil obras en el edificio construido con los fondos donados por la madre del coleccionista Juan B. Castagnino e inaugurado en 1937.
Al parecer, la intervención del ministro de Cultura de la Nación, Tristán Bauer, fue decisiva para el cambio de actitud de los funcionarios del gobierno de Santa Fe. Fuentes del Ministerio de Cultura de la Nación confirmaron a este diario que Bauer, en diálogo con funcionarios provinciales, se había puesto a disposición de lo que necesitaran para “salvar” al Castagnino. “Uno de los pilares de esta gestión es trabajar para proteger el patrimonio cultural”, dijo Bauer.
Se estima que la ampliación del museo rosarino puede costar diez millones de dólares. El estudio de arquitectura Carballo Errasti, de Córdoba, había ganado en 2017 el concurso nacional para llevar adelante la ampliación y, antes de que Perotti frenara las obras, se habían retirado árboles del parque aledaño para avanzar en la primera etapa del proyecto.
“Después de lo ocurrido con el agua que entró en la sala principal la semana pasada, la repercusión en la prensa y las gestiones que hace la Fundación Castagnino, no solo ahora sino desde antes de la pandemia, se activaron conexiones que nunca antes habíamos tenido, como con el ministro Llonch y el ministro Bauer -dice José Castagnino, presidente de la Fundación, a LA NACION-. Bauer le dio la orden a Llonch para que pensara dos planes para mitigar los problemas que tiene el museo. El primero es un plan de salvataje y contingencia para ocuparse de las filtraciones, el tendido eléctrico, las cañerías. Y el segundo es retomar el proyecto de ampliación que ganó el estudio Carballo Errasti en 2017″.
Desde la Fundación señalaron que continuarán trabajando con los actuales gobiernos. “Y con los que vengan -agrega Castagnino-. Nuestro compromiso es institucional y no político. Queremos coordinar la relación local, provincial y nacional. Hasta ahora no hemos tenido una palabra autorizada desde la intendencia de Rosario”. LA NACION intentó comunicarse con el secretario de Cultura y Educación de Rosario, Dante Taparelli, pero aún no obtuvo respuesta respecto del plan de acción del municipio ante las reformas. Sin embargo, trascendió que hoy a la tarde se realizaría una reunión entre funcionarios de Rosario y del gobierno provincial.
El presidente de la Fundación Castaganino recordó que el museo corre un riesgo patrimonial severo, “principalmente en sus depósitos e instalaciones; estamos viviendo esporádicamente situaciones menores que pueden pasar a mayores”. Se presume que ningún funcionario querría ser responsable de una tragedia como la que sufrió el Museo Nacional de Río de Janeiro en 2018. “Hay que prestar atención a este nuevo escenario y al modo en que las tres jurisdicciones trabajan en conjunto para este plan de salvataje, que es un mientras tanto -concluye-. Si hay un salvataje, queremos que esté acoplado con el proyecto de ampliación y que no sea solo un maquillaje. Como Fundación, podemos participar si nos lo piden. Bauer ya dio el primer paso y Llonch, que en cuatro años de gestión nunca le prestó atención al proyecto, ahora se ha puesto a disposición. La ciudad aún no dio una respuesta”. El hecho de que 2023 sea un año electoral puede ayudar a acelerar el rescate del Castagnino: ver para creer.