Tranquilidad e incertidumbre
El cerebro humano es un sistema que puede procesar información de manera extraordinaria. Realiza trillones de cálculos por segundo. Sin embargo, la mayoría de los problemas que enfrentamos son mucho más complicados que una simple multiplicación. No son lineales y no tienen una respuesta fácil o lógica. Nuestros recursos conscientes para resolverlos no nos sirven.
Luego de trabajar durante años sobre temas de creatividad e innovación en organizaciones, cuando le pregunto a la gente cómo resuelven problemas complejos la respuesta es similar: nadie lo hace de manera totalmente consciente sino cuando están en el auto, en el subte, antes de dormirse, en la ducha, durante un viaje, cuando realizan una actividad física o algo que disfrutan, como cocinar, pintar, trabajar en el jardín, etcétera.
Hay mucho conocimiento científico sobre cómo incrementar esas revelaciones. Y si bien parece que es poco probable controlar cuándo queremos que ocurran, sí podemos estimular la probabilidad de que aparezcan en forma más frecuente, poniendo el cerebro en un estado que incremente esas chances. Esto es lo que hacen todos los días las personas muy creativas.
Una revelación es un recuerdo lejano o una combinación de recuerdos que involucran unas pocas neuronas. Y así como es difícil escuchar el sonido de tu celular en medio de una fiesta, también lo es notar señales con menor energía cerebral. Las revelaciones necesitan una mente tranquila porque ellas son tranquilas.
Nuestra atención cambia todo el tiempo entre focalizar en algo externo –por ejemplo, esta nota– o en algo interno, como una imagen que aparece en tu mente. Las revelaciones aparecen cuando no focalizamos externamente en el problema. Es decir, cuando "apagamos el mundo exterior" y nos sentimos lo suficientemente seguros para reflexionar en los pensamientos más profundos, sin preocuparnos por lo que nos rodea en ese momento.
También estar contentos, curiosos e interesados en algo estimula más la aparición de revelaciones que cuando predomina el estado de ansiedad que produce una "visión de túnel", en el que dejamos de notar mucha de la información que nos rodea.
Por último, para tener más revelaciones hay que dejar de tratar de resolver el problema. Muchas veces, las soluciones aparecen cuando estamos en un impasse. Cuanto más insistimos en la misma mala solución, menos nuevas ideas aparecen. Esto requiere algo contraintuitivo: olvidar el problema para dejar que aparezca la solución. La incertidumbre es parte del proceso.
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