Mañana abre en París "On air", la mayor muestra del artista tucumano, radicado en Berlín, sobre las presencias que pueblan el aire; entre otras, están sus famosas telas de araña
PARÍS.– Tomás Saraceno adhiere al lema de Marshall MacLuhan: "No hay pasajeros en la nave espacial 'Tierra'. Todos somos sus copilotos". Esa es probablemente la idea central de On air, la mayor exposición realizada por el arquitecto tucumano, radicado en Berlín, que le consagra a partir de mañana el Museo de Arte Contemporáneo de París, más conocido como Palais de Tokyo.
En los 13.000 metros cuadrados del célebre centro de arte de vanguardia, acompañado por un equipo de astrofísicos, músicos, filósofos e investigadores de distintas disciplinas y todas partes del mundo, Saraceno presenta el proyecto más importante de su carrera: una "jam session cósmica". Una experiencia sensorial única, que combina sus tres grandes pasiones: el arte, la ciencia y la arquitectura.
"La idea es actuar juntos en un sistema en devenir, siempre contingente y en permanente evolución, siguiendo varios ritmos y trayectorias, para obtener un conjunto del universo", explicó ayer en la visita guiada para la prensa internacional, junto con la curadora Rebecca Lamarche-Vadel. Con pasión incansable, Saraceno señaló que cada respiración hace resonar una multitud de voces -humanas y no humanas- y contiene más de 25.000 millones de moléculas que vuelan a nuestro alrededor en forma permanente, más rápido que el sonido.
Desde esa óptica, "On air" es un ecosistema en movimiento que acoge en su seno una coreografía polifónica entre humanos y no humanos, donde las obras revelan los ritmos y trayectorias comunes, frágiles y efímeras que unen esos mundos. Así, la exposición se construye gracias a una miríada de presencias, animadas e inanimadas, que se encuentran y cohabitan.
Allí están sus telas de araña -que hasta principios de año se vieron en el Mamba, en Buenos Aires- y también los globos impulsados por energía solar del proyecto Aeroceno. Pero la muestra está pensada para revelar la fuerza de todas las presencias que pueblan el aire y la forma en que cada una de ellas nos afecta: del dióxido de carbono (CO2) al polvo cósmico, de las infraestructuras y frecuencias radiofónicas a los nuevos corredores de movilidad aérea. "Esas historias invisibles, que componen la naturaleza de la que formamos parte, nos invitan a repensar poéticamente nuestra manera de habitar este mundo. Y de reevaluar nuestra forma de ser humanos", insistió.
¿Qué diferencia a "On air" de las exposiciones anteriores del arquitecto argentino, conocido por los investigadores de las universidades e institutos científicos más prestigiosos? Quienes lo conocen bien aseguran que esta muestra es mucho más importante en cantidad de obras.
¿Críptico Saraceno? Escuchándolo declinar cifras, datos científicos y referencias eruditas, el desprevenido probablemente lo crea. Pero el personaje tiene facetas fascinantes. Por ejemplo, en su atelier de Berlín tiene un piso entero consagrado a criar arañas para aprender sus distintos modos de convivir. Tanta es su fascinación que apenas llegó al Palais de Tokyo partió con su equipo en expedición por el edificio, donde consiguieron censar casi 500 arañas que viven tranquilamente hasta en los sitios más expuestos. "Allí -dijo apenas comenzó la visita-, en ese inmenso cartel que anuncia la exposición, en el ángulo superior izquierdo, había una de ellas tejiendo serenamente su tela".
Pero, además del artista y el científico, también está -y tal vez sobre todo- el Saraceno político. "Vivimos una época en que el 1% de la población mundial toma decisiones cuyas consecuencias debe soportar el otro 99%. Creo que nunca en la historia hubo tanto poder concentrado en las manos de tan poca gente, donde las empresas suelen ser más poderosas que los gobiernos, mientras faltan mecanismos de regulación necesarios para garantizar los procesos democráticos", reflexiona. ¿Cuál es para él la solución? A su juicio, la respuesta no se encuentra en la inteligencia artificial (IA) ni en los algoritmos o los centros de datos, porque persiste la misma interrogación: ¿quién los controla? "La respuesta no consiste tanto en jamming (embotellar) el ritmo de tal o cual inteligencia humana o artificial, sino en hacerlo al ritmo de lo que llamo inteligencia social de las arañas (ISA)", dice.
Música para arañas
Y así es. En "On air", arañas medusa interpretan otra revolución difundida por una radio, mientras que el polvo cósmico también se hace oír.
En "Drawing of Particular Matter(s)", creada este año, un rayo de luz ilumina una nube de polvo cósmico. Su presencia amplificada es proyectada en una pieza oscura. Varias cámaras graban en directo la posición y la velocidad de esas partículas que viajan en el espacio transformándolas en notas de una partición difundida por parlantes. Las frecuencias así producidas son enviadas hacia una tela, en la que su araña trabaja. Los movimientos vibratorios producidos por el insecto son amplificados por un parlante colocado debajo del rayo de luz. La interacción entre el animal y los rayos cósmicos se ve ampliada por la presencia del público, cuyo desplazamiento provoca nuevas variaciones en el ecosistema. "Decidimos darles micrófonos para que la gente entienda cómo funciona una cosmogonía", dice, con una sencillez desarmante.
Por eso, Saraceno también invitó a músicos a participar de esa jam session cósmica. Para el Palais de Tokyo, el artista trabajó con Evan Ziporyn en un instrumento musical, una suerte de tela de araña digital concebida y desarrollada en colaboración con el profesor Markus Buelher e Isabelle Su, del Laboratory for Atomistic and Molecular Mechanics del MIT. El público tendrá que moverse en medio de esa tela sonora gigante, en la que cada vibración se convierte en una señal que refleja la forma en que las voces son articuladas e imaginadas.
Para la curadora Rebecca Lamarche-Vadel, que trabajó con él en la preparación de esta muestra durante casi dos años, la acción de Saraceno es remarcable "por la consideración igualitaria que acuerda a disciplinas tan disímiles como la filosofía, la sociología, la antropología, la música, la etología, la ingeniería o la astrofísica". Y concluye: "Esa visión y formas de conocimiento tan diferentes se imbrican en sus trabajos hasta constituir una plataforma de búsqueda 'exterior' al límite de todos esos terrenos".
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