Todo muy normal
Cuando fue el desastre de Bahía Blanca, a mediados de diciembre, quisimos creer que el fenómeno había sido excepcional. Alguien ensayó incluso una estadística: que estas cosas ocurren una vez cada tantos años. Este fin de semana, la catástrofe atmosférica se repitió en Córdoba, con destrozos y 230 evacuados. En Mar del Plata granizó y los turistas debieron huir de playas por el temor (fundado) a los rayos. LA NACION publicó, también este fin de semana, el video de un tornado que tocó tierra en Fort Lauderdale, Florida, Estados Unidos, y causó no solo graves daños y cortes en el suministro eléctrico, sino que exhibió una escena de cine distópico.
Por supuesto, el clima puede cada tanto producir eventos extraordinarios. Es un planeta, no una pecera. Así que dadas ciertas condiciones, tendremos nieve en el Sahara (o en Buenos Aires, el 9 de julio de 2007) y casi 20 grados en la Antártida (en enero de 1982). Pero sería prudente, al menos para la seguridad del público, que aceptemos el hecho de que los fenómenos climáticos extremos hoy son la norma y no la excepción. De eso también se trata el cambio climático, y puesto que no hemos conseguido las metas para revertirlo (a lo mejor ya no es posible), al menos sepamos cómo enfrentar sus consecuencias.