Todo comenzó con el Pompidou
PARIS.- Miles de personas celebraron el sábado la fiesta del arte contemporáneo en las calles de París durante la décima edición de la Nuit Blanche. Más de 30.000 mariposas en vuelo y artistas de todas partes, de Douglas Gordon a Leandro Erlich, fueron parte de esa noche insomne y popular tomada como modelo en cientos de ciudades del mundo.
Nada de esto hubiera ocurrido sin la existencia del Centro Georges Pompidou, que cambió para siempre las relaciones del público con el arte. Es hora de rendir homenaje, a cien años de su nacimiento, a Georges Pompidou, un político que se ganó un lugar en la historia del arte cuando decidió fundar un centro de artes visuales, con biblioteca pública, juegos para niños, cine, música y una enorme plaza seca que es punto de encuentro y ágora de la creación; la conexión entre la ciudad y el museo.
Esa plaza ocupa la mitad del terreno del antiguo mercado de abasto de Les Halles -demolido- y fue clave en la victoria de Renzo Piano y Richard Rogers, dos arquitectos jóvenes y casi desconocidos cuatro décadas atrás. Ganaron el concurso al proponer una suerte de mecano gigante con las dimensiones de dos canchas de fútbol, un contenedor con las "tripas" para afuera, que muestra todo lo que usualmente se esconde (cañerías, circuitos eléctricos, calefacción) y lo subraya con colores estridentes: verde, azul, amarillo y rojo.
Millones de personas han pasado por el Pompidou desde su apertura, en enero de 1977, cuando fue inaugurado por Valery Giscard d'Estaing. Pompidou había muerto, pero fue madame Pompidou -una "activista" del arte- quien mantuvo en alto la antorcha para que las obras se terminaran, en medio del debate público desatado por la audacia arquitectónica de un edificio que nada tenía que ver con la estética circundante.
Más visitado que la Torre Eiffel y que el Louvre, el Pompidou tiene su primera filial en la ciudad de Metz, cambió el destino decadente del barrio (Paris 4) y conquistó su lugar en la agenda de parisinos y de turistas. Un promedio de 25.000 personas por día recorren las salas en este otoño estival para ver la obra originalísima de Edward Munch, y corona la visita con un café en la terraza que domina el cielo de París. No se equivocaron los jurados Philip Johnson y Oscar Niemayer cuando eligieron el proyecto de Rogers y Piano. El gran mecano de vidrio y acero cumplió el sueño de Pompidou: "Que el arte sea una experiencia gozosa para todos y de todos".
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