Thomas Mann, el escritor que conoció la gloria y el rechazo
Es uno de los grandes autores del siglo XX
LUEBECK, Alemania (DPA).- Ya en su juventud, Thomas Mann soñaba con ser famoso. En 1899, con 24 años, escribió un poema en el que expresaba: "Una idea o una experiencia mía, pasará con fama de boca en boca". Y sus sueños se hicieron realidad, hasta hoy, 50 años después de su muerte, el 12 de agosto de 1955.
En vida fue objeto de la apasionada reverencia de sus admiradores, pero también del rechazo. Ganador del Premio Nobel de Literatura en 1929, es uno de los más grandes narradores alemanes del siglo XX. A su popularidad han contribuido muchas producciones cinematográficas y de TV, como "Los Mann", "Los Buddenbrook", "Muerte en Venecia", "Lotte en Weimar", "Montaña mágica" y "Felix Krull".
Al escritor nacido en Luebeck se lo ubica en el mismo nivel que a Goethe, pero sus ideales eran Tolstoi, Dickens, Ibsen y Flaubert. Su cuento favorito fue "El soldadito de plomo", de Andersen, al que calificó de símbolo de su vida.
El propio Thomas Mann se concebía como el sucesor de Goethe, aun cuando se sentía muy ligado a Schiller desde el punto de vista sentimental.
Su producción como escritor fue incesante: en más de 60 años de producción literaria llenó más de 100.000 páginas. Pero cuando apareció su primera novela, "Los Buddenbrook" en 1901, que lo llevó a la fama mundial, le llovieron duras críticas. Muchos años después, Thomas Bernhard afirmó: "El gran burgués Thomas Mann escribió una literatura pequeñoburguesa de punta a punta". Mann no podía soportar críticas y solía afirmar que le provocaban náuseas. Narrador de profundo contenido psicológico, con divagaciones y frases complementarias, las obras de Mann no son fáciles de leer. Pero hoy sigue siendo el favorito de los germanistas y, junto con Goethe, el escritor alemán más investigado.
En 2015 estará lista la primera colección de obras completas de Mann con 38 volúmenes. Los primeros aparecieron ya. "Donde estoy yo, hay cultura alemana" era una frase favorita de Mann en el exilio, cuando tuvo que huir del régimen nazi a Estados Unidos.
Su viraje de admirador de la monarquía a defensor de la república; su huida al exilio, al principio prácticamente contra su voluntad, y su negativa a volver a Alemania después de la guerra forman parte de su cambiante vida. Tanto su novela "Doctor Fausto" como su disertación "Alemania y los alemanes" tuvieron muy poca aceptación en Alemania. Como era considerado alguien que se había quedado afuera, no tenía derecho a juzgar a los alemanes, pensaban. A pesar de todo, en 1949 y 1955, en ocasión de celebrarse los aniversarios de Goethe y Schiller, fue un disertante bienvenido en los dos Estados alemanes.
El precio de su fama fue una vida desgarrada entre el erotismo y la disciplina, ya que sus diarios publicados después de su muerte asombran al lector en ese sentido.
"Puedo decir con suerte que con 25 años, con 50, con 60 y con 70, presenté pequeños éxitos, con «Los Buddenbooks», «La montaña mágica», «Joseph» y «Fausto». Pero, la verdad, no fui grande", escribió el propio Mann, con cierta ironía, en su diario, un año antes de su muerte. "Viví tiempos en que ni siquiera un perro aceptaba de mí un pedazo de pan y en los que después de una conferencia no se movía ni una mano", indicó.
En su último diario, el lector se convierte en testigo de la vida de un poeta que se va acabando; un hombre que se queja de una vida llena de incomodidades y sufrimientos y que el 27 de marzo de 1954 anota: "Es el 45º cumpleaños de Golo [Mann, su hijo] y yo sigo vivo. Un maravilloso sueño de vida, que pronto se acabará, curioso, curioso".
El 20 de julio de 1955 cae enfermo en Holanda de una dolencia arterial. El 23 de julio vuela a Zurich para hacerse atender en un hospital, donde muere el 12 de agosto de 1955 como consecuencia de una crisis cardiovascular.
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