Taparon una obra de Marta Minujín y una profesora de arte se propuso salvar la memoria del mural
Durante la pandemia, cubrieron con látex la pared que la artista había pintado con alumnos de una escuela; queda el registro fotográfico realizado para que se protegiera y fuera declarado patrimonio provincial
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Cuando Marta Minujín viajó a Río Gallegos en 1997 y pintó con aerosol un mural de unos 6 metros por 2 metros con alumnos del Colegio Provincial Secundario N°23 República de Guatemala jamás imaginó que sería tapado sin ningún miramiento. Sus inconfundibles cabezas facetadas con colores vibrantes fueron cubiertas de látex color gris este año durante la pandemia, cuando el colegio estaba cerrado y se remodeló.
“Lo hicimos con mucho entusiasmo con todos los alumnos. Fue un error taparlo, pero no me importa porque hubo muchas obras mías que quedaron perdidas en París, Nueva York, en todos lados. Ya estoy acostumbrada, no me hace nada. A los que les hace es a los que ya no las tienen”, dice a LA NACION Minujín, la primera artista en usar grafiti en nuestras pampas. Recordados son los murales con esta técnica que hizo en 2003 por motu proprio sobre la empalizada del centro de arte del espacio que se estaba poniendo a punto para el centro de arte de la Fundación Telefónica, frente a la plaza Vicente López.
Minujín prefiere pensar en sus próximos desafíos. Tras haber presentado el monumental Big Ben en el Festival Internacional de Manchester y, además, de que su histórica videoinstalación Minucode hiciera pie en el Museo de Arte Moderno de Nueva York (MoMA), proyecta hacer una Casa de Tucumán ladeada con caña de azúcar.
Andriana Opacak, artista plástica santacruceña y profesora de arte, logró salvar la memoria del mural que estaba en el pasillo del colegio con un registro fotográfico. Lo hizo cuando una amiga le avisó que habían corrido la estructura de un escenario desarmado que montaban en otro sitio para los actos. “Minujín intervino las paredes y continuó un fragmento del mural en la puerta, que fue lo primero que taparon. La otra parte se salvó durante muchos años porque había un escenario sobre el mural”, dice Opacak, quien la semana pasada intentó tomar fotografías del lugar donde estaba el mural pero no se lo permitieron.
Ya en 2011, Susana Terzo, quien fue supervisora pedagógica del colegio, alertó al director de la escuela sobre la necesidad de proteger el mural. “Él dijo que no tenía dónde poner el escenario. Luego, en 2018, fuimos a sacar unas fotos del mural completo, sin el escenario. Ahí nos dimos cuenta de que la parte de la puerta en la que había un fragmento del mural estaba toda pintada. Analizamos la posibilidad de recuperar esa zona quitando la pintura del mural, pero no pudimos hacerlo porque directamente habían cambiado la puerta”, cuenta Terzo.
Hace una década fue la primera vez que se alertó al establecimiento educativo sobre la necesidad de proteger la obra de la artista argentina más reconocida en el mundo. Luego, el mes pasado, al enterarse de que el mural había sido tapado íntegramente, Terzo quiso hacer la denuncia ante las autoridades educativas. “El supervisor no quiso aceptar la denuncia porque el mural no está declarado patrimonio provincial, le dije que no es necesario porque existe legislación sobre las funciones de los establecimientos educativos. Pero hay ciertas reticencias acá para que esto no salga a la luz”, cuenta Terzo. Y sigue: “Quería fotografiar el mural para ver la posibilidad de que fuera declarado patrimonio provincial: la intención siempre fue proteger al mural, no hacer la denuncia”.
LA NACION intentó contactarse en varias oportunidades con funcionarios del Consejo Provincial de Educación, del que depende la escuela, pero no recibió respuesta.
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