“Sur”, un cuadro que dice mucho: la pintura detrás del encuentro de los Fernández con Lula Da Silva
La foto con los tres políticos se viralizó anoche en redes sociales; no es mera decoración: el artista Nicolás García Uriburu dedicó su obra a una proclama urgente por el cuidado del planeta y a una serie de mapas invertidos, con el Norte abajo
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Cuando Alberto Fernández y Cristina Fernández de Kirchner recibieron ayer al exmandatario de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, en la quinta de Olivos, no posaron delante de cualquier cuadro para la foto que inmortalizó el encuentro y se distribuyó por redes sociales. La pintura de Nicolás García Uriburu (Buenos Aires, 1937-2016), Sur, de 1996, es el cuarto protagonista de esa imagen. Una obra potente, de colores encendidos, donde el mapa de América Latina es verde selva y está invertido.
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— Alberto Fernández (@alferdez) December 10, 2021
El cuadro integra un lote de piezas pertenecientes a la Cancillería Argentina y el Museo de Casa Rosada que fueron cedidas en préstamo para decorar las paredes de la quinta -como el Pettoruti aquel que fue noticia cuando apareció de fondo en la escena del cumpleaños del escándalo, en plena cuarentena-, cuya concesión rige hasta el 9 de diciembre de 2023, es decir, un día antes de que concluya el mandato presidencial; mide 200 x 250 cm, forma parte de la Colección de Arte Argentino y Latinoamericano del acervo público, perteneciente al Ministerio de Relaciones Exteriores, y antes colgaba en el Palacio San Martín. En su conjunto, ese lote alcanzaría un valor total de $ 192.402.000 y la pintura de García Uriburu, $ 5.040.000, según un listado al que accedió en octubre de 2020 la periodista Belén Papa Orfano, de El Cronista, por un pedido de Acceso a la Información Pública.
No es un mero decorado. Esta pintura es obra de uno de los artistas conceptuales argentinos más comprometidos y guarda un mensaje potente al que García Uriburu le dedicó vida y obra: una proclama urgente por el cuidado del medio ambiente. Pionero del land art, en 1968 coloreó de verde con tintes el Gran Canal de Venecia durante la Bienal. En 2010, repitió la acción en el Riachuelo, en Buenos Aires, junto con Greenpeace. Dijo entonces: “La globalización ha ligado salvajemente nuestras economías, creando una cruel dependencia que ha dividido aún más a la población mundial. Los países desarrollados contaminan el agua con fluidos tóxicos, derraman petróleo en nuestros mares y ríos, sin reparar el daño que ocasionan. Hace más de cuarenta años que intento dar una alarma contra la contaminación de ríos y mares, y es a través de mis acciones artísticas en distintos puntos del planeta que he transformado mi obra en una suerte de alerta contestataria globalizadora. Hoy y con más motivos que hace cuarenta años, sigo denunciando la contaminación del agua, y la salvaje destrucción que hacemos de las reservas del planeta. Un planeta que en nuestra ciega omnipotencia creemos inagotable e indestructible”.
“Uriburu siente el problema ecológico desde su ubicación latinoamericana y dirige sus dardos a los países desarrollados que están destruyendo sus reservas o apoderándose de ellas –escribió la doctora en Estética y miembro de la Academia Nacional de Bellas Artes Elena Oliveras–. Pero Latinoamérica será sólo el punto de partida. Dado que el problema afecta al mundo, las acciones de Uriburu, globalizadas, tendrán lugar en todas partes. La suya es, en síntesis, una utopía del Sur –arraigada en experiencias de marginalidad–, pero no ‘del Sur’”.
García Uriburu comenzó la serie de mapas invertidos en 1981, con Mapamundi, un planisferio según la perspectiva austral, es decir, con el Sur arriba y el Norte abajo. Con esta pintura de grandes dimensiones –heredera de los mapas invertidos del maestro uruguayo del constructivismo Joaquín Torres García– respondía a una invitación del artista Joseph Beuys para exponer en la Universidad Libre Internacional, fundada por el alemán. “En uno de sus óleos cita el título de una obra del escritor Eduardo Galeano (1940), Las venas abiertas de América Latina. Su extremo austral, situado en la parte superior, señala el cuestionamiento al poder de los países centrales; el rojo intenso de océanos que continúan en ríos que atraviesan el continente son, metafóricamente, venas con sangre que corre en su interior”, continúa Oliveras en su artículo de la revista ArtNexus. Oliveras integró el comité que curó el acervo que integra esta pieza, que se formó entre 1992 y 1998, cuando Guido Di Tella era canciller del gobierno de Carlos Menem.
En 1981, García Uriburu, junto con Beuys, coloreó las aguas del el Rin y plantó 7.000 robles durante la muestra Documenta 7 de Kassel. Un año más tarde, plantó 50.000 árboles en las calles de Buenos Aires, acción que repitió en varias ocasiones. El artista obtuvo el Gran Premio de Pintura Nacional en 1998 y varios galardones internacionales como el Prix Lefranc (1968), el Primer Premio de la Bienal de Tokio (1975) y el de la Trayectoria del Fondo Nacional de las Artes (2000).
De la misma serie que Sur hay un cuadro en el Museo Nacional de Bellas Artes: Utopía del Sur, de 1993. Otro, Sur, de 1990, fue récord en una subasta en 2013, cuando un coleccionista pagó por él 827.000 pesos. La imagen es muy popular. Ahora mismo hay serigrafías a la venta en la galería Praxis.
Cuando García Uriburu pintó Sur, esta obra tan poderosa, faltaban solo tres años para que ocurriera la primera versión de la foto de ayer. El gesto de tres pares con las manos reunidas está en otra imagen del 19 de enero de 2006, cuando en Brasilia, posaron con el mismo gesto amigo Hugo Chávez, Néstor Kirchner y Lula. Entonces, detrás se ve el verde de un jardín. A la luz de esta pintura, tampoco habrá sido un mero decorado.
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