Subastan hoy el revolver de Van Gogh y se reedita una intriga: ¿Se mató o lo asesinaron?
Una pistola herrumbrada y corroída por la tierra bajo la que estuvo durante décadas será subastada hoy en París por un valor estimado entre 45.000 y 67.000 dólares. Se supone que de esa pequeña Lefaucheux habrían salido las balas que terminaron con la vida de Vincent Van Gogh, aquel fatídico domingo 27 de julio de 1890. Si bien no hay certezas de ello es considerada por la empresa parisina que la saca a remate –AuctionArt-Rémy Le Fur– "el arma más famosa de la historia del arte" y su venta actualiza la duda sobre si el artista holandés se suicidó o fue asesinado.
El arma fue encontrada por un campesino en 1965, setenta y cinco años después de la muerte de Van Gogh, en el campo donde estaba el artista cuando recibió dos balazos, uno en el estómago y otro en el pecho, cerca de la posada en la que se hospedaba en Auvers-sur-Oise, al norte de París. Desde ese momento fue conservada por los propietarios de ese albergue hasta que en 2012 el libro ¿Se halló el arma del suicidio?, de Alain Rohan, dio a conocer su existencia y describió los indicios que la asocian con el pintor de los girasoles y las estrellas enloquecidas.
Además de ser hallada cerca de donde estaba Van Gogh, según estudios científicos esa pistola pudo haber permanecido enterrada desde la última década del siglo XIX; su calibre, 7 mm, es el mismo que el de la bala que se extrajo del cuerpo del artista y la baja potencia de tal pistola podría explicar por qué no murió en el acto tras el impacto.
Se sabe que Van Gogh, por entonces de 37 años de edad y con serios problemas psiquiátricos, caminó herido de bala en dirección a la posada poco más de un kilómetro hasta caer desplomado por el dolor. Murió dos días después, pero antes dijo a quienes lo atendían que él se había disparado a sí mismo. Sin embargo, otra versión cuenta que habría sido baleado por un joven de 16 años, René Secretan, quien jugaba con su hermano menor y habría disparado accidentalmente.
En su momento, Secretán –cuya familia tenía cierto poder en Auvers por lo que no habría sido investigado- admitió que el arma que hirió al artista podía ser la suya, pero sostuvo que él no estaba implicado y que el arma "funcionaba cuando quería". Una testigo declaró que Van Gogh no se encontraba en el campo de trigo en el que se lo situaba en la reconstrucción del hecho, sino en el camino que conducía a la casa de la familia Secrétan. El joven y sus amigos solían compartir alguna bebida con el artista que se había instalado en esa localidad dos meses antes tras haber pasado un año en un asilo para enfermos mentales. Quienes conocían a Van Gogh dijeron que pudo haberse hecho cargo de los disparos para evitar que el joven sea castigado por el crimen.
La hipótesis del asesinato es recogida por los investigadores estadounidenses, Steven Naifeh y Gregory White Smith, en la biografía Van Gogh: The Life, publicada en 2011, en la que también señalan que una de las balas entró por el abdomen superior desde un ángulo oblicuo, no recto, como se podría esperar de un suicidio, y que la supuesta nota suicida hallada entre la ropa del pintor era el borrador de una carta para su hermano Theo que nada tenía que ver con el suicidio. Además, el historiador de arte John Rewald había registrado esta versión de la muerte de Van Gogh entre los vecinos de Auvers a diez años de los hechos.
También da por válido el asesinato la biopic A las puertas de la eternidad cuyo director, el pintor estadounidense Julian Schnabel, dijo que Van Gogh había pintado setenta y cinco telas en los ochenta días que estuvo en y que era poco probable que fuera un suicida. Uno de los guionistas, Jean-Claude Carrière, fue categórico cuando se le preguntó sobre el tema durante la presentación del film en el último Festival de cine, en Venecia: "No hay absolutamente ninguna prueba de que se haya suicidado".
La casa de subastas dio a conocer la trayectoria del arma. Recordó que fue exhibida por primera vez en 2016, en el museo que lleva el nombre del pintor, en Ámsterdam, en el marco de la exposición "En los confines de la locura, la enfermedad de Vincent Van Gogh" y adhiere a la la suposición de que el arma podría haber sido escondida o abandonada por los dos hermanos Secretán en el campo. Por lo que, sea quien sea que la haya disparado, se apuesta que las balas que mataron al artista hayan salido de esa oxidada y vieja pistola.
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