Stephen King, héroe por partida doble: contra Elon Musk y a favor de los escritores en la justicia de Estados Unidos
A la par de su imparable actividad literaria, el best seller de terror retrucó al nuevo dueño de Twitter contra del pago por la verificación de cuentas y celebró el peso de su testimonio en los tribunales, que vetaron una polémica fusión editorial
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El escritor estadounidense Stephen King se convirtió en un héroe por partida doble esta semana. Primero, con su testimonio, se acreditó un fallo antimonopolio de la justicia de los Estados Unidos contra la fusión de dos importantes grupos editoriales (un punto para los escritores) y luego, retrucó a Elon Musk, flamante propietario de Twitter, por su decisión de cobrar la verificación de las cuentas de la red social.
El infatigable autor, que el mes pasado publicó la novela Cuento de hadas (Plaza & Janés), de más de ochocientas páginas, había testificado en agosto contra la fusión editorial de Simon & Schuster y Penguin Random House (PRH). Este lunes, una jueza le dio la razón al autor de La zona muerta al estimar que esa fusión ponía en riesgo a los escritores. Para la jueza Florence Pan, del Distrito de Columbia, la posición oligopólica dañaba la competencia en el mercado de los anticipos sobre derechos de libros best sellers.
King declaró contra su propio sello editor, Simon & Schuster, al sostener que la fusión perjudicaría en especial a los autores jóvenes, para quienes resulta difícil ganar lo suficiente para vivir de la escritura. No obstante, el caso se centró en el mercado de anticipos de autores consagrados. “Llevo unos cincuenta años en el sector del libro -declaró-. Cuando empecé, había literalmente cientos de editoriales. Una a una fueron absorbidas por otras o cerraron el negocio”.
$20 a month to keep my blue check? Fuck that, they should pay me. If that gets instituted, I’m gone like Enron.
— Stephen King (@StephenKing) October 31, 2022
En 2020, el grupo editorial estadounidense más importante, PRH, propiedad del alemán Bertelsmann, había acordado comprar Simon & Schuster, el tercer grupo mayor del país del norte, que pertenece a Paramount, por US$ 2175 millones. El Departamento de Justicia se opuso y, en noviembre de 2021, inició una acción legal en contra porque la fusión le daría a PRH el control de casi la mitad del mercado de anticipos para la adquisición de derechos de publicación de los libros más vendidos. También se quiso evitar que PRH se transformara en “editor dominante” en Estados Unidos.
“Los libros han dado forma a la vida pública estadounidense a lo largo de la historia de nuestra nación, y los autores son el alma de la publicación de libros en Estados Unidos -señaló en un comunicado el fiscal general Merrick Garland-. Pero solo cinco editoriales controlan la industria editorial estadounidense. Si se permite que la mayor editorial de libros del mundo adquiera una de sus mayores rivales, tendrá un control sin precedente sobre este importante sector”.
“Tras el examen del extenso expediente y la cuidadosa consideración de los argumentos de las partes, el tribunal considera que [el Gobierno de] Estados Unidos ha demostrado que el efecto de la fusión propuesta puede disminuir sustancialmente la competencia en el mercado de los anticipos de derechos de publicación en Estados Unidos de los libros más vendidos”, resolvió la jueza Pan, quien fue nombrada por el presidente estadounidense, Joe Biden (el otro ganador de la contienda judicial, además de King y los autores de best sellers).
Ayer, el escritor protagonizó una nueva batalla, nada menos que contra el megamillonario Elon Musk. ¿El motivo? El probable costo de veinte dólares para los usuarios que quieran mantener sus cuentas verificadas en la red social, con una marca azul. Esta es una de las primeras iniciativas del magnate. “¿Veinte dólares por mantener mi marca azul? Al carajo, ellos deberían pagarme. Si eso pasa, me iré como Enron”, tuiteó King, cuya cuenta de Twitter tiene más de seis millones de seguidores. De inmediato, Musk, como buen multimillonario y sin temor al ridículo, empezó a regatear. “¡Hay que pagar las cuentas de alguna manera! Twitter no puede depender completamente de los anunciantes. ¿Qué tal ocho dólares?”. Y agregó: “Explicaré la razón en forma más larga antes de que se implemente. Es la única manera de derrotar a los bots y trolls”.
Hoy, Musk (con muchos más seguidores que King) insistió con un nuevo tuit: “A todos los que se quejan, continúen quejándose, pero costará ocho dólares”. Luego de adquirir Twitter, el empresario había escrito en clave metafórica: “El pájaro ha sido liberado”. Esta semana, volvió a la prosaica jerga comercial.
Stephen King en Netflix
Una de las películas más vistas de Netflix está basada en una nouvelle de Stephen King, El teléfono de Mr Harrigan, incluida en el volumen La sangre manda. Dirigida por John Lee Hancock y producida por el autor de It, marca desde el comienzo la filiación con la literatura al citar una de las máximas del escritor Oscar Wilde: “Cuando los dioses nos quieren castigar, escuchan nuestras plegarias” (de esta frase también proviene el título de un libro de Truman Capote, Plegarias atendidas).
En la película, el narrador y protagonista, Craig (Colin O’Brien como Craig niño y luego Jaeden Martell), un chico huérfano de madre, visita regularmente en su mansión al señor Harrigan (Donald Sutherland), para leerle libros en voz alta, en especial novelas, a cambio de cinco dólares por semana. La selección del señor Harrigan es irreprochable: Craig lee a lo largo de los años Crimen y castigo, de Fiodor Dostoievski; El corazón de las tinieblas, de Joseph Conrad; Dombey e hijo, de Charles Dickens, y ¿Acaso no matan a los caballos?, de Horace McCoy.
Si bien la película da un giro cuando Craig le regala al anciano un teléfono celular, los personajes reflexionan a partir de la lectura sobre distintos asuntos, entre ellos, el dinero, el poder y las posibilidades (negativas y positivas) que tanto el poder como el dinero facilitan. También se elogia el hábito de leer en voz alta.
-¿Por qué sigues viniendo? -le pregunta el señor Harrigan a Craig, luego de descartar que la causa sean en verdad los cinco dólares semanales.
-Vengo aquí porque me gusta el olor de sus libros. Vengo porque adoro nuestras charlas. Vengo porque cuando leo en voz alta me da una sensación de poder que no tengo cuando estoy fuera de esta habitación.
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