Stefano Contini, gurú del arte en Venecia y galerista de Botero: “Fue y seguirá siendo inimitable”
El marchante italiano, que representa grandes nombres del arte contemporáneo, despide a su amigo colombiano y revela parte de su esencia como coleccionista: “El momento de comprar una obra de arte es siempre”
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VENECIA.- ¿Es usted un hombre valiente? El mítico coleccionista, marchante de arte y galerista de algunos de los nombres más importantes de Hispanoamérica -entre ellos, el colombiano Fernando Botero, que murió ayer en Mónaco; el uruguayo Pablo Atchugarry, el cubano Julio Larraz y el español Manolo Valdés- observa y piensa en la Contini Art Gallery de Venecia antes de responder. El hombre también representa o ha trabajado con el polaco Igor Mitoraj, Robert Indiana (el creador de la famosísima serie Love), el pintor Zoran Music, el coreógrafo y bailarín Mikhail Baryshnikov en su faceta de fotógrafo, el cineasta Julian Schnabel y muchos otros. Es el dueño de cuatro galerías de bandera en Italia que llevan su apellido, dos de ellas en Venecia, en la hermosa Calle Larga XXII, muy cerca de la Plaza San Marcos; las otras dos están en Cortina d’Ampezzo, uno de los lugares más glamorosos del mundo.
Para Contini hoy es un día triste y ayer fue un día trascendental: “Desapareció uno de los más grandes artistas del siglo -escribe en un mensaje para LA NACION-. Botero representa al arte contemporáneo así como Picasso representó el arte de su época. Para nosotros fue un gran amigo, un socio, contribuyó a darle a nuestra galería un sabor internacional. Le extendemos nuestro más sincero agradecimiento: gracias por existir y seguir existiendo”. Antes, en un comunicado oficial, había manifestado que el artista colombiano “fue y seguirá siendo inimitable”.
Con 43 años en el mercado el arte, además de representar a importantes artistas y haber convertido a sus galerías en sitio obligado de visita, ha estado detrás de acciones culturales de impacto como la muestra de Christo & Jeanne Claude en Venecia, la exhibición de la dolorosa y valiente serie de Botero sobre el horror de la prisión iraquí de Abu Ghraib; la donación de una escultura de un Dédalo posmoderno, de más de 7 metros de altura de Mitoraj, enclavada de manera permanente hoy en la entrada de Pompeya, como un recordatorio del atractivo contemporáneo de la ciudad antigua; y el emplazamiento de Mariposa de la vida, la obra de Pablo Atchugarry recientemente instalada en el Teatro del Silenzio, de Andrea Bocelli, entre otros.
En la casa de Contini, cual museo, se puede pasar por casi todos los movimientos del arte mirando las obras que cuelgan de sus paredes. Sus amigos artistas dicen que él “tienen el don “. El don, para Atchugarry, por ejemplo, consiste en la cercanía, la empatía en el trabajo y el olfato certero.
-Stefano, ¿cómo logra representar y mantener durante tantos años a algunos de los artistas más conocidos y cotizados de Hispanoamérica?
-Mis orígenes son latinos, por lo tanto me siento a gusto con ellos. Siempre establezco una relación de estima personal y profesional, y esto ha ayudado mucho a asegurar que la galería pueda continuar con éxito el viaje con estos extraordinarios genios del arte. Si me acerco a un artista, significa que detrás de su obra también me gusta el hombre que está ahí. Pienso que en toda relación tiene que haber una simbiosis. También he trabajado con artistas muy importantes, que después no me gustaron y dejé de trabajar con ellos.
-¿El entorno mágico de Venecia influye?
-Venecia es uno de los lugares más extraordinarios para poner una galería de arte porque es uno de los centros más importantes de cultura. Al menos una vez al año, los grandes coleccionistas vienen con mucho gusto. Por lo tanto, es como estar siempre en una gran feria de arte.
-Pero tuvo otras galerías en otros lugares.
-Sí, hoy son cuatro: dos en Venecia y dos en Cortina d’Ampezzo. Antes tuve una galería en Londres, en New Bond Street, con gran éxito durante seis años hasta el 2018. Los acontecimientos que se avecinaban [se refiere al Brexit] me hicieron dudar en el futuro y por ende, decidí irme de Londres a regañadientes. Todo está en la experiencia que uno adquiere. Yo comencé como gerente, muy joven, en una gran editorial como, responsable de Rizzoli Editore y Rizzoli Finarte, lo que me dio la configuración mental adecuada para analizar dónde, cómo, cuándo y por qué tomar cualquier decisión.
-Los tiempos han cambiado muy rápido en la forma de abordar el mercado del arte.
-Hasta ayer era impensable vender una obra a través de las redes. Hoy, sin embargo, la mayoría de las transacciones se realizan por correo electrónico, sitios web y plataformas específicas sobre arte. Nosotros seguimos defendiendo la idea de la visita a la galería no solo como una oportunidad de encuentro, sino sobre todo por el contacto físico con la obra, que en mi opinión, después de 43 años en esto, sigue siendo muy importante. Mis galerías se han convertido en un punto de encuentro y referencia para coleccionistas.
-Picasso, Miró, Chagall, Giacometti… Usted vendió obra de todos ellos: ¿Qué se necesita para triunfar en el mercado del arte?
-Mi filosofía como marchante de arte nunca se ha basado exclusivamente en la comercialización de obras, sino que siendo un gran amante del arte más que del dinero he intentado viajar con los artistas, crecer con ellos, promocionarlos, hacerlos querer, historizarlos. Y también está la confianza que los compradores, sean coleccionistas o no, tienen en nosotros. Lo demás viene solo.
-¿A qué tipo de proyectos o propuestas les dice sí, sin pestañear?
-Recibimos propuestas de todo tipo, pero es mi deber seleccionar con absoluto respeto a los artistas que represento así como proponer -dado el valor internacional de los artistas- única y exclusivamente exposiciones del más alto nivel. Puedo aceptar “sin pestañear” siempre después de una evaluación cuidadosa y escrupulosa, en interés de los artistas y la galería.
-¿La geografía y la edad son criterios determinantes a la hora de comprar? ¿Cómo es su relación con artistas emergentes?
-El momento de comprar la obra de un artista es siempre. La tarea de un galerista es consolidar lo que se tiene y, al mismo tiempo, afirmar y sentirse satisfecho, crear nueva savia para poder continuar con ilusión y pasión lo que ha sido una elección de vida muy concreta. Por eso los emergentes ocupan gran parte de mi atención.
-Puede completar la frase “Para un artista, un galerista es...”
-Un amigo, una persona a la que puede confiar su arte con confianza.
-Y al revés: “Un galerista es para un coleccionista...”
-Te lo digo de otra manera. El coleccionista antes de acercarse al arte con la intención de comprar debe informarse bien de quién puede ser su interlocutor, porque no solo le confiará su dinero sino lo más importante: el futuro y valor de su colección.
-El arte es una pasión que no siempre pasa de padres a hijos. En su familia, no sucede así: ¿cómo concilia lo laboral con lo familiar?
-El equipo Contini se consolidó a lo largo de los años; formado por excelentes profesionales, se destaca mi mujer Riccarda, a quien reconozco una gran inteligencia y previsión. Seguramente el ADN tiene su importancia, por lo que no se descarta que algunos hijos que retoman el negocio de su padre puedan ser más importantes que él. ¡En mi caso, eso espero! Uno de nuestros hijos tiene un arte extraordinario que está expresando a través de una línea de joyería, en oro sostenible, ES Project, inspirada en los nativos americanos. Está teniendo mucho éxito.
-Se habla mucho sobre su colección de arte. El “Contini coleccionista”, ¿por qué cosas se deja guiar?
-La colección familiar fue creada a lo largo de 45 años, cada obra lleva consigo un recuerdo y un momento de esta vida que pasa rápido. He tenido la suerte de poder viajar mucho, tratar de entender y apreciar las diversas culturas del mundo, en consecuencia he tratado de mirar el arte de forma global, pero siempre teniendo en cuenta mi gusto personal y el de mi esposa.
- ¿Le preocupan las falsificaciones de arte?
-En absoluto, porque hoy en día existen sistemas de identificación muy precisos que pueden señalar la autenticidad de la obra. Los que compran obras de arte falsas son muy a menudo los que creen que están comprando algo muy bueno por un precio bajo y no buscan una correcta asesoría. La profesionalidad de una buena galería protege de este tipo de situaciones embarazosas.
-¿Entonces, es usted un hombre valiente?
-Sí, soy un hombre valiente. El mundo no está hecho para los temerosos. Siempre debes atreverte y seguir tus ideas.