"Soy un artista del ahora"
De Cruz Chica, donde vive y trabaja desde hace dos décadas, Remo Bianchedi vino a Buenos Aires para presentar sus trabajos de los últimos cuatro años, que no están a la venta y que iniciaron en el Recoleta una gira que culminará en Fráncfort
Hay que imaginarlo leyendo bajo la sombra del nogal de su casa en Cruz Chica. En esa localidad cordobesa Remo Bianchedi pinta, vive y junta fuerzas para venir a Buenos Aires. Ciudad de la que tratará de irse a la velocidad de un rayo, porque no le gusta. Pero está aquí porque Remo Bianchedi. Trabajos 2006-2010 , la muestra que inauguró en el Centro Cultural Recoleta, requirió de su presencia en el montaje: "Es el conjunto de unos 300 trabajos (dibujos, pinturas, collages ) que no configuran una retrospectiva sino el relato de un viaje hacia mí mismo, en donde la producción de arte resultó producción de salud", explica este artista nacido en Buenos Aires en 1950 que poco y nada tiene de porteño. A falta de su árbol y su paisaje, las magnolias de Plaza Francia hacen lo que pueden para aliviar la fatiga del ruido y el asfalto y cobijan el encanto de su inteligente charla.
-La Fundación Mundo Nuevo está por publicar un libro cuyo título, Yo no es otro , juega con el desdoblamiento y con la cita surrealista sobre la relación entre el artista, la realidad y la obra. ¿Qué une esta a muestra con el libro?
-Este libro es el acta notarial de parte del viaje que se expone en el Recoleta. Su título es el espejo invertido de aquella sentencia de Arthur Rimbaud: "Yo es otro".
-Como curador de la muestra de Remo Bianchedi figura el señor Lafuente, que luego aparece como personaje en varias de sus obras. ¿Quién es el señor Lafuente?
-No soy el curador de esta muestra. Es el señor Lafuente, que es como Ulrich, el personaje de El hombre sin atributos , de Musil. Un nombre sin atributo alguno. Aunque quizá pueda agregar algo que él, el señor Lafuente, repite en cada oportunidad: "No soy de aquí".
-¿Cómo es su relación con los curadores?
-Mi relación con los curadores nunca implicó una relación laboral. He preferido ampliar mi concepto del oficio de artista para que pueda convertirme en un artista autónomo. Es decir, en alguien que sepa imaginar, producir, difundir y comercializar los productos de su trabajo.
-¿Cómo se lleva con "el mundo del arte"?
-Lo conozco pero no vivo en él, ni de él.
-¿Hay vida fuera de ese mundo? Es una humorada, pero me gustaría que me explicara cómo es su propio mundo.
-Vida hay por todos lados. Una galaxia que gira avanzando está viva, la nube que pasa está viva, la piedra que me devuelve calor está viva, el agujero negro que se expande está vivo... Mi propio mundo es pequeño, sumamente pequeño. Consta de un paisaje, una casa, un cuerpo, un trabajo, un amor y una manera de ser y estar. Creo que vivir del trabajo que uno realiza es señal de salud. Más aún cuando ese trabajo además te preserva autónomo, sano y feliz. Siempre viví del producto de mi creación.
-"Cascar una nuez en realidad no es arte ninguno, por eso tampoco nadie se va a atrever a congregar a un público ante sí para divertirlo cascando nueces. Si, no obstante, lo hace y sale adelante con su empresa, entonces, muy posiblemente no se trate tan sólo de cascar nueces." Con esta cita de "Josefina la cantora o el pueblo de los ratones", de Franz Kafka, se abre el libro. ¿Cómo relaciona esto con la muestra y con su idea del arte?
-La cita del texto de Kafka es la representación naturalista de mi modo de producir arte.
-¿Que sería cuál? Sobre todo porque Josefina es una cantante "para oídos sordos", tal como dice el cuento. Me gustaría saber cómo hizo para que "cascar nueces" se volviera arte.
-Quizás entonces mi pintura sea para ciegos... Producir sin querer producir arte, pintar, dibujar, pensar, pintar sin querer pintar, dibujar sin querer dibujar, pensar sin querer pensar. Lo difícil es el mismo acto de cascar repetidas veces diferentes nueces. El resto es atributo del espectador. Mi deseo no es hacer arte sino vivir en libertad.
-¿De qué modo, si es que hay alguno en esta época, vincula arte y política?
-Siempre he creído que el arte político o comprometido es estética y políticamente ineficaz. Una cosa es la producción de símbolos y otra, la producción de estrategias de poder.
-Sin embargo, hay momentos en que la política vuelve político el arte. Por ejemplo, la censura. ¿Cómo fue tu experiencia en los años 70 en este sentido?
-En aquellos años fui censurado como censurado fue el resto de los argentinos. No pude pintar, no pude dibujar, no pude hablar, no pude pensar. En la medida en que el arte se convierte en política, deja de ser arte. Lo que llaman "arte político" creo que nunca ayudó a comprender ni a solucionar los problemas originados políticamente. Por eso mismo, creo que es ineficaz.
-¿Hay, en su caso, una reformulación de la militancia?
-Mi militancia fue la manera que encontré de separar arte de política. Más que una reformulación de la militancia, me hago reformulaciones del mundo. No intento cambiar el mundo sino comprenderlo en su cambio constante.
-¿Por qué vivir y pintar en Cruz Chica?
-Lo que hice al asentarme en las sierras fue no vivir ni pintar en Buenos Aires.
-¿Qué es lo que no le gusta de Buenos Aires?
-Buenos Aires.
-Leía en el libro En la palma de la mano. Artistas de los Ochenta , de Victoria Verlichak, la construcción de una marca generacional de los años 80. ¿Lo conforma esa ubicación?
-Pertenezco a la generación de los años 70, más precisamente llamada la "generación del premio De Ridder". La insistencia en encuadrarme dentro de los años 80 convierte en casi perpetua la desaparición de un modelo. Muy pocos artistas de aquella generación quedamos vivos y activos. Nuestra década parece un paisaje de desolación. Después del Di Tella y Tucumán Arde , después de la irrupción de la violencia y del pavor, muchos artistas nos inclinamos hacia el surrealismo: única manera de rebelión que no conllevaba la muerte inmediata. El surrealismo en pintura obliga a cierta objetividad en la representación, cierto naturalismo metafórico que nos fue necesario para poder hablar de lo que no se hablaba, de lo que se deseaba y estaba prohibido. Los años 80 son otra cosa. Algo que comencé a vivir en Europa durante el exilio, con el advenimiento de la transvanguardia. Es decir, la irrupción del artista como estrella y de las leyes del mercado como leyes de la producción de arte. Nada tengo que ver con eso pero tampoco deseo ser encuadrado como un artista de los años 70. Soy un artista del ahora mismo.
© LA NACION
FICHA. Remo Bianchedi
Tres por tres
Pese al esfuerzo editorial que supone, cada vez son más los libros sobre artistas que se publican en la Argentina. En 2009 ya sorprendía esa tendencia y este año arrancó con todo. Aquí, algunos ejemplos.
Remo Bianchedi
La Fundación Mundo Nuevo compiló en Yo no es otro más de 60 obras que se exhiben en el Recoleta y textos del artista
Gaby Messina
La editorial Retina, dirigida por Gustavo Santaolalla, presentó Lima, kilómetro 100, con fotografías surrealistas
Gyula Kosice
La autobiografía de este pionero del arte cinético lumínico, editada por Asunto Impreso, se presentará en el Malba el lunes 22 a las 18
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(Buenos Aires, 1950)
Discípulo de Joseph Beuys, residió en Jujuy, en Kassel, en Madrid y en Buenos Aires. Desde 1991 vive y trabaja en Cruz Chica, donde dirige un taller gratuito. En 2005, "enojado con el mundo del arte", dejó de pintar y exponer. Al año siguiente conoció a José Antonio David, presidente de la Fundación Mundo Nuevo y su mecenas desde entonces. A dicha institución pertencen las obras expustas en el Recoleta, que no están a la venta