Sofía Malamute, la fotógrafa que vio el mundo top de la moda desde Nueva York y volvió para contarlo
A los 29 años, está de vuelta en el país después de trabajar para marcas internacionales; “Allá es a matar o a morir; acá podés conectar con otros artistas y colaborar sin miedo a que te roben una idea”
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“Cuando era chica”, repite una y otra vez Sofía Malamute al reconstruir su carrera. La artista parece haber comprimido dos vidas en 29 años. Hija de una artista -Cynthia Cohen-, exhibió sus primeras fotos a los quince, en Ruth Benzacar, y a los 19 se mudó a Nueva York determinada a hacerse un lugar en el mundo de la moda. “Sabía que tenía que estar ahí para construir una carrera con proyección internacional”. Y lo logró. Trabajó para Prada, Saint Laurent, Marc Jacobs y cubrió las semanas de la moda más importantes. Volvió a Buenos Aires casi una década después con un currículum soñado y decidió hacer base acá. Pero no está cansada. Empieza una nueva etapa.
Malamute trabaja, trabaja, trabaja, pero es profundamente reflexiva: “Para mí el arte es saber vivir. Todo el resto se va alineando. Son quince años de carrera. Con cada década generalmente hay un quiebre, evoluciona tu trabajo, evolucionás como persona.”
Se abrió paso en la escena local haciendo fotos en blanco y negro en el front row de BA Fashion Week. Hoy volvió a las semanas de la moda, pero a nivel internacional y ya no tiene que perseguir a nadie. “Cuando empecé tenía que correr para encontrar la foto. Ahora en los shows de Saint Laurent armamos un set donde retrato a celebrities como Zoë Kravitz o Hailey Bieber”.
De los años que pasó en Nueva York habla como un soldado que viene de la guerra: “Allá es a matar o a morir. Estás solo, es un ritmo más corporativo. En cambio acá [en Argentina] es muy linda la manera de pensar. Podés conectar con otros artistas, compartir y colaborar sin miedo a que te roben una idea”. En casi una década en Estados Unidos, Malamute logró meter un pie en el circuito más exclusivo de la moda y en Hollywood. En 2022 dirigió el cortometraje Dimensions of self en la Gran Manzana y ahora trabaja en la posproducción de El Castillo Inflable, filmado en Paternal, para el que además escribió el guion. “Veo una o dos películas por día. Me levanto muy temprano. Hoy tuve una call con Prada a las 7.30 y aproveché un rato antes para terminar de ver Close, la última de Lukas Dhont”, contaba el ejemplo de una jornada a LA NACION. Hasta hace poco, varios retratos suyos que cruzan la moda con la música, de Oriana Sabatini posando completamente desnuda a Wos con Louta, dialogaban con la obra e Raquel Forner en el Centro Cultural Kirchner.
“Tengo una obsesión por la simetría”, dice. “Busco un diálogo entre foto y foto, conectarlas dentro de una estética. Tanto en mi trabajo más personal como en el comercial intento generar una intimidad, que el otro se sienta deseado y que el espectador pueda sentir ese deseo. Estar detrás de la cámara es ejercer un poder y hay que saber hacerlo con respeto. La apariencia física de la cámara ya es agresiva, el ruido trrrrrr. En mi caso, la forma de acercarme es muy sensorial”.
En Instagram se la ve yendo de París a Milán, comiendo con Dua Lipa, paseando con Timothée Chalamet, retratando a Salma Hayek o Jim Jarmush en la cena de los Premios Oscar y como anfitriona de Robert Pattinson en Buenos Aires. “En mi carrera le dediqué conscientemente un espacio al marketing, a armar una marca de mi propio nombre. Mi primer trabajo en redes sociales fue hacer las fotos para el Instagram de Chanel cuando Karl [Lagerfeld] vivía. Creo que fue en 2013. Iba con dos celulares a los shows y le sacaba fotos a las celebrities. En ese momento Instagram tenía otra estética, se tuneaban más las fotos. Ahora es más raw [crudo]”.
— ¿Por qué crees que es cool subir fotos feas?
— No sé. No hay nada de eso que me llame la atención. Creo que hubo un boom tan fuerte con las redes sociales que también en un momento parecía que estaban todos fanfarroneando. Se necesitó hacer contrapeso, recurriendo a una humildad extrema, incluso en situaciones de mucho lujo. Es interesante ver cómo evolucionan las redes. Hoy en día cada vez se le dedica menos tiempo a Instagram, la mayoría lo usa solo por trabajo.
—¿Se transformó en LinkedIn?
—Casi que sí. Para divertirte vas a Twitter o Tiktok. BeReal intentó recuperar la espontaneidad que tenía Instagram al principio. Aunque más allá de la plataforma, lo que subís siempre está destinado a alguien o algo.
—¿Hay mucha necesidad de ficción?
—Sí. Creo que estamos viviendo en un mundo de mucha ansiedad y neurosis disparados por la cantidad de información que recibimos constantemente. De a poco se está dimensionando el poder y el peligro de crear y vivir en un alter ego en las redes sociales, armando guiones paralelos a la realidad. Guiones a los que deberíamos tratar con mucho respeto para no creerlos.
—¿Crees más en el talento o en la perseverancia?
—Los dos. La perseverancia puede ser un talento...
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