"Sobre héroes y tumbas", un paradigma de la obra de Sabato
La segunda novela del escritor, aparecida en 1961, se podrá adquirir mañana
"Sobre héroes y tumbas", novela aparecida en 1961, marcó un hito saliente en la producción literaria de Ernesto Sabato, que entonces tenía 50 años. Y abrió la llegada al gran público de quien en 1945 abandonó los interrogantes de la física y el trabajo de investigación científica para dejar impresas en el papel sus dudas y cavilaciones sobre la inasible condición humana, expresadas desde el ensayo o desde la ficción.
Esa novela apareció 13 años después de "El túnel", que había merecido juicios admirativos de Thomas Mann o Albert Camus y que había evidenciado una obsesión por el poder de los ciegos que volvería a aparecer, en forma recurrente, en su obra posterior. Los lectores de LA NACION podrán acceder a "Sobre héroes y tumbas" con la edición de mañana, presentando el cupón de la portada más $ 9,90.
"Existe cierto tipo de ficciones mediante las cuales el autor intenta liberarse de una obsesión que no resulta clara ni para él mismo", confesó el autor en la nota introductoria de la primera edición.
"Para bien y para mal -continuaba, buceando en su interior atormentado-, son las únicas que puedo escribir. Más, todavía, son las incomprensibles historias que me vi forzado a escribir desde que era un adolescente."
"Por ventura, fui parco en su publicación -admitía, con sencillez-, y recién en 1948 me decidí a publicar una de ellas: «El túnel». En los trece años que transcurrieron luego, seguí explorando ese oscuro laberinto que conduce al secreto central de nuestra vida. Una y otra vez traté de expresar el resultado de mis búsquedas, hasta que, desalentado por los pobres resultados, terminaba por destruir mis manuscritos. Ahora, algunos amigos que los leyeron me han inducido a su publicación. A todos ellos quiero expresarles aquí mi reconocimiento por esa fe y esa confianza que, por desdicha, yo nunca he tenido."
Encuentro fugaz
La trama comienza un sábado de mayo de 1953, en un sendero del parque Lezama. Martín, un muchacho alto y encorvado, tuvo un extraño y fugaz encuentro con Alejandra, una desconocida, alta, pálida, de pelo largo, a quien apenas vio, pero a quien no pudo quitar de su pensamiento, sabiendo que volvería a verla.
Como lo esperaba, volvería a encontrarla en el mismo parque, y el libro cuenta una relación tortuosa, atormentada, entre esos jóvenes de cuna aristocrática venida a menos, apresados en una fatalidad que los envuelve, como revela la locura que ella llevaba en sí desde sus genes familiares y que asoma en videncias y ataques epilépticos. La novela se entremezcla con una historia paralela, que remite a otra etapa del país: la huida de los seguidores del general Juan Lavalle, llevando el cuerpo de su jefe hasta la frontera, en medio del polvo y la soledad, entre caranchos lúgubres y hambrientos. Y en la trama principal, en medio del ambiente porteño de aquellos años 50 -reflejado en ideas, nombres de bares o de obras de teatro independiente, un habla característica-, se vislumbra una extraña organización, una secta poderosa y oculta a la vista de los simples mortales: la de los ciegos.
En una crítica aparecida en LA NACION al año siguiente de la publicación de "Sobre héroes y tumbas", Jorge Cruz, que años después dirigiría el suplemento literario de este diario, expresaba que esta obra "semeja a la impresión que se experimentaría ante un paisaje volcánico, donde la tierra no ha adquirido plena consistencia porque es todavía lava ardiente o ha comenzado a consolidarse en híspidas y caprichosas crestas".
Cruz se interna en la complicada estructura de esta novela, al señalar: "La materia narrativa es variadísima y opulenta, abordada desde muy diversas perspectivas, y su modo de narrar no sigue un curso lineal y sucesivo, sino preponderantemente entrelazado: se va y se viene en el tiempo, se cuentan hechos paralelamente e incluso se inserta en un período palabras de otro".
Cuando Sabato ganó, en 1984, el Premio Cervantes, Juan Carlos Herrero, profesor en letras, periodista de este diario, le dijo: "Algunos críticos opinan que Bruno, uno de los personajes de «Sobre héroes y tumbas», es usted".
"Todos los personajes salen del corazón del escritor -contestó Sabato-, provienen de lo más profundo del inconsciente del creador. Todos somos piadosos y despiadados, ateos y religiosos, mezquinos y generosos. Esos ingredientes, desarrollados en forma desmesurada producen los personajes de ficción." Y, reconociéndose en el texto, agregó: "Yo estoy en todos mis personajes".