Skármeta ganó el Premio Planeta y recordó su paso por la Argentina
Dijo que los años que estuvo en el país, durante su infancia, influyeron en su literatura
El escritor chileno Antonio Skármeta ganó ayer la IV Edición del Premio Iberoamericano Planeta-Casa de América con la novela Los días del arco iris, ambientada en el Chile de fines de la década del 80, cuando el país debió decidir en un plebiscito si Augusto Pinochet continuaba en el poder.
Skármeta, de 70 años, que recibirá 200.000 dólares por el premio, es una especie de doble ganador: en 2010, el galardón no fue entregado debido al terremoto que asoló a Chile y, aunque había quedado finalista, debió competir con los postulados para este año, siempre bajo el seudónimo de Cosme Catiboratos, un personaje de Calderón de la Barca. Skármeta habló ayer telefónicamente con La Nacion, y manifestó que siempre recuerda a la Argentina y al barrio de Belgrano como uno de los lugares más importantes de su mundo. Y si bien dijo no coincidir ideológicamente con el presidente chileno Sebastián Piñera, elogió su voto en contra de la continuidad de Pinochet.
- ¿Cómo es esta novela?
-Es básicamente alegre, impulsiva, porque cuenta de manera muy ingeniosa, no exenta de dramatismo, por supuesto, cómo los chilenos enfrentaron a Pinochet y lograron derrotarlo en un plebiscito. Cuenta la vida de un publicista que tiene que hacer una campaña por el no a Pinochet y debe convencer a los votantes indecisos de que voten contra el dictador. Y, paralelamente, cuenta cómo vive un profesor y su hijo de 18 años este momento último de la dictadura. Incluso, hay partes que están narradas por el chico.
- Usted vivió aquí entre los nueve y los once años. ¿Qué hay de argentino en sus novelas?
-[Risas] Huy, qué pregunta. Yo tengo un amor muy intenso por la Argentina. Estuve a una edad en que la sensibilidad está completamente abierta, receptiva, mágica, al borde de la adolescencia, cuando todo lo que uno vive lo siente de una manera muy intensa... De Buenos Aires aprendí la vida de barrio, lo que es el grupo de amigos, la barra, la sensación de que tú eres tú y los otros, como decía Ortega y Gasset. Aprendí a salir de mí mismo hacia los otros, a tener un sentimiento fraternal de la existencia, a relacionarme cálidamente con la gente y a recibir la efusividad cariñosa del grupo. Esto me ayudó mucho para hacer una literatura comunicativa.
- Como el cartero de Neruda. ¿Le gustó ese personaje?
-Lo amé completamente. La relación entre el gran poeta y el hombre sencillo es uno de mis grandes motivos, esa fusión entre la gran inspiración y lo que podríamos llamar la subcultura, la gente más simple. Y me gusta cómo se interrelacionan a través de la amistad.
- ¿Qué piensa sobre la actitud de los intelectuales del gobierno que no quieren que Mario Vargas Llosa abra la Feria del Libro?
-Me parece completamente insólito lo que pasó allí. Un escritor tiene derecho a decir, a escribir, a expresar lo que se le venga en ganas, cuando se le dé la gana y donde se le dé la gana, y cualquier intento de reprimir eso está muy mal.
-¿Le extraña que haya ocurrido acá?
-Por cierto que me extraña. La práctica democrática implica oír opiniones adversas, cualquiera sea el tenor. Aun cuando las expresiones sean molestas o injustas, hay que aceptarlas, lo que no implica necesariamente estar de acuerdo. Eso es sagrado. Y también está la cortesía de recibir al extranjero con cordialidad, aunque tenga opiniones que no nos gusten. A Vargas Llosa lo encuentro más conservador que lo que me gusta habitualmente, pero al mismo tiempo tengo que admitir que ha sido un demócrata consecuente; permanentemente ha atacado a las dictaduras de cualquier color. La disidencia es la alegría de la democracia.
-¿ Qué hará con el dinero?
-Soy un atorrante, lo tengo que administrar bien. Tengo hijos y nietos en Alemania y otro hijo y mi esposa acá, en Chile. Además, no tengo un trabajo fijo, ni cátedras ni nada, no tengo una vida holgada y hay que balancearla, como a las calorías, aunque yo no empecé la dieta.
-¿Cómo ve a Piñera?
-Yo apoyé durante todo el tiempo a la coalición de izquierda y la última presidenta se fue con el 80% de imagen positiva. Y, sin embargo, ganó la derecha. En mi opinión, el presidente debería profundizar lo que ha hecho la Concertación a lo largo de estos años.
- ¿Esperaba este premio?
-Hum, no sé. Se dilató por un año y mi novela estaba entre las diez mejores. Luego se volvió a abrir el premio y con mi editor estuvimos mucho tiempo pensando si retirábamos la novela y la editábamos o la dejábamos. Y tuve la inspiración de dejarla. Y no me equivoqué.