Siri Hustvedt: "Si le pidiésemos pureza moral a nuestros artistas no tendríamos a quién leer"
Desde su casa en Brooklyn, refugio intelectual, la escritora Siri Hustvedt (Minnesota, 1955) ingresa en la cita vía Zoom minutos antes de lo pautado; con una amplia sonrisa aparece entre un angosto túnel de libros. "Ha sido un gran viaje", resume esta trayectoria donde ha encontrado postas, remansos y remolinos en cada uno de los universos donde ingresó con la misma voracidad por conocer. Literatura, Neurociencia, Historia, Filosofía, Psicología y Biología son solo algunos de los campos de su saber. Cálida, alegre y ajena a toda arrogancia académica su labor ha sido "pensar sobre el modo de pensar". Estas reflexiones, a través de la ficción o de sus ensayos, se han convertido en una influencia. Referente del feminismo, de la política y de la ciencia, la narradora y poeta también publica sus artículos en prestigiosas revistas especializadas.
El Nobel tiene que ir destinado para escritores, no para compositores""
Hustvedt es una de las invitadas estrella del Festival Internacional de Literatura de Buenos Aires (Filba). Se presentará el jueves 22, a las 20, y el sábado 24, a las 19, en dos eventos que no precisan de inscripción previa y se transmitirán vía streaming. Autora de Recuerdos del futuro y de La mujer que mira a los hombres que miran a las mujeres (Seix Barral), cuando le preguntaron de un modo incómodo si alguna vez, cuando acudió a Oviedo junto con su marido, Paul Auster, ganador del Premio Príncipe de Asturias, pensó que también merecería aquel galardón, sincera, lanzó una carcajada: "Sí". Y así lo hizo. El año pasado durante su discurso de agradecimiento, se dirigió con ternura a las princesas españolas, representantes de una generación y de un género, y las estimuló a que nunca callen su voz.
–Uno de los pilares de su obra es la fragmentación del conocimiento, el modo en el que la ciencia y las humanidades no están integradas en nuestra cultura occidental. ¿Cómo imagina el futuro luego de la pandemia? ¿Sentiremos más curiosidad por la ciencia?
–Para entender la complejidad de los seres humanos en la Tierra, necesitamos no solo ciencia, sino múltiples modos de mirar al mismo problema. La pandemia es una gran oportunidad para pensar en la incertidumbre. Nadie sabe cómo será el futuro. Pero hay un gran número de científicos que piensan que hemos ingresado en una etapa donde la transmisión de virus de animales hacia humanos sea cada vez más frecuente. No sabemos hacia dónde vamos. Todos nos ponemos nerviosos ante la incertidumbre y nos hace más vulnerables a políticas conspirativas bastante salvajes, a desarrollar chivos expiatorios y a tener pensamientos tribales del tipo: "Yo tengo razón; Vos estás equivocado". Pero aún si la vacuna fuese hallada, la ciencia no es suficiente y necesitamos teorías políticas y un pensamiento filosófico sobre lo que significa ser qué humano. ¿Qué significa tener una identidad biológica? ¿De qué modo nos conectamos con otras especies? En una época de crisis necesitamos reunir muchas cabezas difererentes.
–¿Qué materia está enseñando ahora?
–Ayer di una clase en la Universidad de Zurich sobre virus, no solo sobre los virus biológicos, sino sobre las metáforas de lo viral y el modo en el que la expansión de los virus se facilita a partir de una realidad política. Pero lo que hago en el hospital donde enseño a residentes en psiquiatría es una materia llamada "Narrativas de la Psiquiatría".
–¿Cómo trabaja con estos médicos?
–Antes era muy ambiciosa y les daba mucho material bibliográfico, pero me doy cuenta de que no hay manera de que puedan leerlo. Este año estamos trabajando con la idea de pandemia, enfermedad y contagio en términos de la Psiquiatría. La semana pasada estudiamos un fragmento de Pale Horse, Pale Rider, una novela de Katherine Anne Porter, sobre la pandemia. He descubierto que los médicos son puestos en una posición de autoridad y cuando vamos al médico queremos encontrarnos con alguien que sepa qué hay que hacer. Me pregunto cuál es la transferencia, para usar términos psicoanalíticos, entre los pacientes y el médico. Los pacientes no quieren conocer la vulnerabilidad de los médicos.
En un mundo sexista, el humor es una herramienta que desarma al enemigo, una manera de demostrar cuán estúpido es todo lo que ocurre.
–Siempre habla de investigaciones interesantes. Si tuviera millones de dólares, tiempo y un equipo de personas que la ayudara, ¿cuál es el experimento que le gustaría realizar?
–Qué interesante… Bueno, en realidad trabajo con un pequeño grupo con el que me reúno de modo virtual cada 15 días, científicos y filósofos europeos, donde debatimos sobre política, ciencia y filosofía. Integra este grupo también un historiador y un científico político. Me gustaría poder escribir algo que saliera de estas discusiones. Creo en la necesidad de realizar redes y conexiones del saber, pero también con personas distribuidas en diferentes sitios.
–También trabaja con Writers Against Trump [Escritores contra Trump].
–Sí, estoy involucrada en este movimiento y he participado de un seminario online sobre Pensilvania, un "swing state". He marchado, protestado, pero nunca había organizado un seminario con activistas. Como sueño utópico la idea es trabajar con grupos progresistas que compartan un mismo sueño para que un gobierno autoritario no tome el poder en los Estados Unidos.
–Imagino que vio el debate de los candidatos presidenciales el jueves.
–(risas) Sí, me río, pero anoche no me reía.
–¿Por qué piensa que estamos siendo testigos a nivel global de varios líderes con estas características?
–Si Trump no tuviera todos los seguidores que tiene, no estaría en el poder. Hitler no podría haber llegado al poder si no hubiese tenido el respaldo popular. Creo que la respuesta es muy complicada, pero para sintetizarlo, y lo vemos bien en la pandemia: la gente quiere respuestas sencillas.
–Según su análisis, si ganara Joe Biden, aún habría que trabajar para evitar un posible regreso de Trump.
–Sí, en caso de que la elección sea legítima y de que se cuenten todos los votos, y de que la elección resulta bien, no significa que Trump se vaya. He estado trabajando tanto para esta organización, siendo parte de protestas masivas, que creo que hay que continuar.
–¿Han sufrido amenazas para silenciarlos?
–No, pero es posible que quieran callarnos y eso sí genera miedo.
–Su tesis doctoral analizó la obra de Charles Dickens, cuyo vínculo con las mujeres, y en particular con una joven, hoy genera enconos. ¿Cuál es su posición sobre la denominada "política de la cancelación"?
–Si le pidiésemos pureza moral a nuestros artistas o científicos, no tendríamos a quién leer. "Quien esté libre de pecado, que tire la primera piedra, dice el Nuevo Testamento. Dickens debería ser condenado por el modo en el que trató a su mujer y su vínculo con las mujeres. Dickens era incapaz de escribir sobre mujeres jóvenes y fértiles. Era brillante para escribir sobre discapacitados y ancianos, y tiene una heroína notable, Esther Summerson, en Bleak House, a quien le da varicela. Pero estaba atrapado en la ideología sexual victoriana y eso no significa que deba ser excusado. Pero también quiero decir que era un genio y su narrativa está llena de humor.
Una mujer que exhibe su autoridad y conocimiento enoja a los hombres. Mi impulso es reírme cuando se enojan"
–¿Qué herramientas se les debe enseñar a las niñas y a las mujeres a través de la educación para prepararlas en un mundo sexista?
–No siempre, pero a menudo, cuando doy una clase, me doy cuenta de que las primeras tres preguntas vienen de un hombre. Este sentimiento masculino de ser capaces de poder decir lo que quieren con libertad ocurre en todas las culturas. Las mujeres padecen más de depresión que los hombres y creo que eso obedece a que se sientan sobre su angustia e ira y no la dejan ir. En la Antigua Grecia, la ira era un privilegio de poder, y quienes tenían poder eran los hombres. Eso los hacía mostrarse masculinos. Por lo tanto, hablar o no permanecer en silencio es clave.
–¿Con qué herramienta contamos las mujeres en un mundo sexista?
–El humor, porque desarma al enemigo. Es una manera de demostrar cuán estúpido es todo lo que ocurre.
–Debe estar cansada de que siempre se le pregunte por el elemento autobiográfico de su obra, por lo tanto, invertiré la pregunta. ¿De qué modo todo su conocimiento y sus lecturas diversas la han ayudado a crear un escudo y a la vez ser auténtica?
–Cuando realizaba mi doctorado, mi marido me decía: "¿Por qué haces esto? Tu sueño no es ser un profesor, sino ser escritora". Me gusta la vida académica, pero creo que para las mujeres los títulos son formas de reconocimiento institucional, una especie de armadura. Sí, así lo pienso y también ha sido un modo de poder sacar mi propia voz. A los hombres se les dan cosas de modo automático que a las mujeres o a que a las personas de color, no. Creo que parte de mi ambición tiene que ver con eso: "Me vas a tomar en serio".
–Y aun así a las profesoras no se las trata del mismo modo que a los profesores.
–Sí, es cierto. Una mujer que constantemente exhibe su autoridad y conocimiento enoja a los hombres. Y también llegué, con el tiempo, a entender que no se trata de algo personal. Mi impulso ahora es reírme cuando se enojan, no en su cara, pero me río y no lo puedo evitar.
–La semana próxima se entrega el Premio Nobel de Literatura. ¿Quién le gustaría que ganara?
–(risas) ¿Además de mi marido? Creo que se lo merece. Bueno, hay una autora… ¿Cómo se llama?
–¿Margaret Atwood?
–Ella también se lo merece. Pero creo que ese premio tiene que ir destinado a escritores y no a compositores.
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