Sinfonía cromática
La muestra curada por Rodrigo Alonso fija la atención en la etapa geométrica del artista, que vivió entre la Argentina y Japón e imaginó la pintura como espacio de resistencia
Masashi Mizukami, embajador de Japón en la Argentina, con palabras elogiosas y sentidas dio la bienvenida en el Macba a la obra de Kasuya Sakai. Una doble celebración para el director y fundador del museo de la avenida San Juan, el coleccionista y financista Aldo Rubino, listo para celebrar el primer año de vida de la institución con un seminario sobre Curaduría entre la teoría y la práctica, organizado por el ICI (Independent Curators International). Iniciativa oportuna cuando la práctica curatorial se ha convertido en tema de público debate por su creciente protagonismo e influencia.
La vida de Kasuya Sakai es un viaje de ida y vuelta entre Japón y la Argentina. Una travesía por el territorio, pero también por la interioridad del artista de dos mundos, que asumió el compromiso de hacer del arte una militancia de efectos reparadores para un pueblo devastado. La selección del curador Rodrigo Alonso está centrada en los trabajos geométricos de estrecha y estricta relación con la música, otra de sus pasiones. Es, sin duda, un caso singular el del pintor, reconocido por su aporte al informalismo, que hoy ocupa un lugar destacado en el universo geométrico.
La explicación de este cambio de perspectiva en el conocimiento de su obra tiene fecha puesta. Fue en 2005 cuando la galerista Marina Pellegrini y la curadora Mercedes Casanegra presentaron en la sala Cronopios del Centro Cultura Recoleta una muestra del Sakai geométrico, toda un sorpresa, con obras llegadas de la Costa Oeste de los Estados Unidos. Allí pasó los últimos años de su vida tras haber vivido en México, de donde tomó prestada una paleta estridente y dejó como testimonio la huella geométrica, en una escena plástica capturada por la más visceral figuración, heredera del muralismo de Diego Rivera.
El recorrido de Sakai tiene sus propios tiempos. Llega tarde a la geometría en el contexto latinoamericano, pero no en el México del realismo mágico de Remedios Varo y Leonora Carrington. A fines de los años 50, Kasuya había tomado contacto con el fervor concreto de Maldonado y sus "correligionarios"; sin embargo, eligió ser informalista. Quizá porque la gestualidad, los silencios, los planos, el vacío y esa paleta mesurada que va del borravino al negro eran afines al arte oriental y a las estampas japonesas.
La muestra tiene como eje y punto de partida Homenaje a Korin Serie N°11 , pieza medular de la colección de Macba y tapa de catálogo. Ese rulo colorido es preciso como la caligrafía de una partitura. No en vano insistirá Alonso en la vinculación que existe entre la geometría de Kasuya Sakai y la música contemporánea, especialmente el jazz. La selección incluye el enorme friso que está en el subsuelo, cuyo destino pudo haber sido la Tate Modern de Londres si se hubieran cumplido los deseos del curador Cuauhtémoc Medina, según contó a adncultura Rodrigo Alonso. Miles in the Sky, Homenaje a Miles Davis (1976) se llama la pintura que forma parte hoy de una colección privada argentina.
Como en el caso de Mondrian, y basta pensar en Broadway Boogie Woogie de 1942 (Colección MoMA), Kasuya entiende que la pintura puede ser una coartada para hacer música. Muchos años más tarde, también en un gesto musical, Kuitca revisitaría a Andy Warhol en Naked Tango : el baile pintado con los pies descalzos.
Bajo el título La pintura desde el espíritu de la música , la muestra de Macba reúne un corpus de trabajos de los años sesenta, centrado en el homenaje a temas y procedimientos musicales. Completan el recorrido por la geometría, objetivo de la colección, obras de Fabián Burgos, Gachi Hasper, Le Parc, Kuitca, Alejandro Puente y Arden Quin, entre otros.
El núcleo internacional está formado por pinturas de Joseph Albers, Victor Vasarelly, Max Bill, Gene Davis, Paul Feeley, Tadasky, Walter Leblanc, Heinz Mack, John McLaughlin, Kenneth Noland, Polk Smith, Claude Tousignant, Sarah Morris, Julian Stanczak y Richard Anuszkiewicz.
Entre los planes futuros de Macba figura la participación en 2014 de la muestra organizada por el Frost Museum de Miami, inspirada en la famosa exhibición Responsive Eye , realizada en el MoMA en 1965.
Sakai, hijo de japoneses, nació en Buenos Aires. Muy joven viajó a Japón para estudiar e incorporar la cultura de sus antepasados. Vivió la guerra y el horror de la tragedia atómica. De regreso en Buenos Aires y tras un breve paso por la abstracción, se concentró en sus telas informalistas. El sentido de sus desplazamientos es casi un signo de la época. De hecho, estuvo en Nueva York cuando explotó el pop y fue, como el coreano Naum Jum Paix, padre del videoarte, sensible a las audacias sonoras de John Cage.
Dos pinturas de la serie que se puede ver en Macba ilustran el camino hacia la geometría y cómo la libertad propia del trazo gestual comienza a ser contenida por la línea. Bright Mississipi , de 1964, es el boceto geométrico en una matriz informalista, y Eighty One (Miles Davis) , de 1967, donde los planos apenas ondulantes preludian el comienzo de un nuevo orden, una partitura con el leit motiv de curvas, líneas y colores.
- Ficha: Kazuya Sakai. la pintura desde el espíritu de la música en el Museo de Arte Contemporáneo de Buenos Aires (Av. San Juan 328), hasta el 29 de septiembre
ADN Kasuya Sakai
Buenos Aires, 1° de octubre de 1927
A los 7 años viaja a Japón. Completa su formación en la Universidad Waseda, Tokio. Regresa a Buenos Aires en 1951. Trabaja como traductor y es agregado cultural en la Embajada de Japón.Autodidacta, expone en Bonino en 1958, se asocia al grupo de Fernández Muro, Sarah Grilo, Miguel Ocampo y Clorindo Testa. En 1961, integra el envío argentino a San Pablo.
Más leídas de Cultura
“Me comeré la banana”. Quién es Justin Sun, el coleccionista y "primer ministro" que compró la obra de Maurizio Cattelan
Perdido y encontrado. Después de siglos, revelan por primera vez al público un "capolavoro" de Caravaggio
Marta Minujín en Nueva York. Fiestas con Warhol, conejos muertos y un “banquete negro”