Sincretismo poético
Sobre El camino de la siesta, de Nicolás Correa
Autor de una trilogía de terror ambientada en el conurbano bonaerense, Nicolás Correa (Morón, 1983) escribe además cuentos y poemas que comparten temas, atmósferas y cierta mirada sobre el universo de los desclasados por el statu quo. Presos, desocupados, travestis, seguidores de cultos heterodoxos, espiritistas, villeros y punteros políticos pueblan sus ficciones y reaparecen también en los extraordinarios poemas de El camino de la siesta. Divido en tres secciones -dos de ellas compuestas por siete poemas (en la segunda parte, "Solsticio negro", los poemas van del séptimo al primero, lo que produce un logrado efecto de suspenso temporal luego de las misas herejes de la primera parte)-, el libro repara en materiales sensibles: la enfermedad del padre, la pobreza y la rabia, los pactos imposibles con el mal. Para eso, Correa crea un lenguaje con el vocabulario de ese mundo: "y si después de tantas palabras pensé/ los propios desastres los ajenos/ la descortesía// corta macumba el marfil de los chicos/ ni superpoderes ni el fuego espartano/ lenguas de fuego".
Con emblemas y figuras de creencias antagónicas, El camino de la siesta allana conflictos (entre padre e hijo, entre sueño y realidad, entre el pueblo donde ronda "el amor de la niebla" y "las comadrejas" que habitan las tinieblas), funda un territorio de sincretismo poético y perfila el método de su canto: "no hay mundo me dije/ ni invisible dominio oculto/ ni espíritus ni mundos de espíritus// nada de eso/ simplemente lo oculto invertebrado/ y los trabajos diarios bajo el sol".
El camino de la siesta
Por Nicolás Correa
La Bola Editora
70 páginas
$ 75
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