Silvina Luna como obra de arte en San Pablo, una inesperada coincidencia
Mientras en Buenos Aires se la despedía en la Chacarita, una fotografía tomada por Rosana Schoijet perteneciente a la colección de Alec Oxenford se colgaba en la exposición “Un lento venir viniendo”, en Brasil; antes se la había visto en el Malba y fue tapa de una revista cultural
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En la noche de ayer, los noticieros repasaban el triste final del calvario de la modelo, estrella de telerrealidad y actriz Silvina Luna en el panteón de actores del cementerio de Chacarita seguido de una caravana de vecinos frente a la casa del esteticista Aníbal Lotocki para quien pedían cárcel y algo más. Mientras tanto, Silvina (Rosario, 1980) tenía una nueva oportunidad. El pelo caoba suelto y echado por detrás de su cráneo con algo de la belleza indómita de Raquel Welch; los labios apenas entreabiertos dejando ver dos dientes blancos; las manos con uñas esmaltadas en blanco de mármol replegadas contra los hombros; el brazo derecho y el codo izquierdo con rastros de arena; un corpiño de bikini amarillo; los senos generosos y los ojos cerrados. A su lado la desconocida Rosana Schoijet tratando de replicar su pose. Así la vieron quienes fueron a la inauguración de la muestra Un lento venir viniendo que expone obras de la colección Oxenford en el Instituto Tomie Ohtake de San Pablo, Brasil, donde Luna recupera acaso su anonimato y belleza natural por vía del arte contemporáneo.
La obra llamada Autorretrato con Silvina Luna (2005) es de Rosana Schoijet para una serie llamada Kiosco compuesta de fotos suyas junto a las celebridades a las que le tocaba retratar en entrevistas para distintas publicaciones del grupo Perfil. En este caso, una producción para la revista masculina Hombre. Schoijet se deja ver así como un fantasma a medio camino entre un paparazzi consensuado y el futuro de la selfie digital o como ella misma lo define: “una estética de dueño de restaurante”. Sí, la de esas paredes de parrillas o cantinas en las que vemos famosos (del espectáculo o el deporte) sonriendo al lado del desconocido dueño del lugar en un intento de transferencia aurática. Schoijet había viajado entonces a Mar del Plata donde Luna estaba haciendo temporada tras su paso estelar por la segunda temporada del reality show Gran Hermano en el que fue subcampeona. Ahora recuerda la situación: “Previamente yo la había fotografiado en esa misma posición y al finalizar me sumé a su lado. Le pedí al fotógrafo Julio Romero que me había ido a asistir, que disparara mi cámara, dándole indicaciones precisas sobre cuál debía ser el encuadre y la variedad de tomas que necesitaba. Estamos con los ojos cerrados para evitar la resolana ya que era una foto de prueba para que yo diera el ok”.
Shoijet realizó fotos similares apuntándole a Silvina desde un muellecito. Recuerda que era un día desapacible, ventoso, difícil para una producción de fotos. Que fueron a una de las playas del sur alejadas del centro porque sino hubiera sido imposible y que la modelo consagrada por el nuevo formato de la televisión en el siglo XXI se mostró muy predispuesta al pedido de la foto-artista formada en la beca Kuitca. “Ella era super divina y no tuvo ningún inconveniente en hacer todo lo que le pedía”, dice Schoijet.
A la luz de los acontecimientos, claro, la obra de Schoijet, donde abandona la cámara para ponerse en el lugar de una artista conceptual y performática, cobra otro espesor. “Cuando empecé esta serie lo hice como algo reparador de la parte alienante que tenía mi trabajo en el periodismo. Pero siento que también sirvió para resguardar a Silvina y llevarla a otro lugar”, reflexiona.
De hecho, la foto se colgó en el Malba en la muestra Vida Real elegida por Alberto Goldenstein en agosto de 2005 y, luego, en 2008 fue tapa de la revista de crítica cultural Otra Parte, dirigida por Graciela Speranza y Marcelo Cohen. Lo cual le dio a Silvina Luna un lugar alternativo como imagen fetiche del arte contemporáneo. En perspectiva, Schoijet ata cabos: “Lo de Otra Parte, en particular, ya era muy sugestivo porque era eso: llevarla a Silvina fuera de su hábitat natural que era la tele. Pero también ahora el título de esta muestra Un lento venir viniendo, que es una cita de Macedonio Fernández del curador Mariano Mayer, nos dice algo. Todo lo que le pasó a ella fue un lento venir viniendo. Y el miedo que tienen todas las otras personas que fueron operadas por este tipo sienten que hay algo ahí que no se detiene”.
El coleccionista Alec Oxenford compró ocho obras de la serie Kiosco en 2022 a la galería Nora Fisch que representa la obra de Schoijet. Sin embargo, Schoijet no tuvo en cuenta la posibilidad de que Autorretrato con Silvina Luna se volviera a exhibir en los días en que la modelo y actriz peleaba por su vida en una sala de terapia intensiva del Hospital Italiano de Buenos Aires. El mismo 31 de agosto en el que se confirmó su muerte, Schoijet recibió una foto del montaje en Tomie Ohtake en el que la realidad expande la ficción de la obra. Luna no solo está recostada en la arena junto a la artista sino que el objeto también descansa en el piso de la sala. El 1° de septiembre, entonces, Schoijet publicó en su cuenta de Instagram la foto de la serie hecha en Mar del Plata y esta nueva del montaje enviada por Erica Bohm, de la galería Pasto. En el posteo, Schoijet escribió “¡Descansa con luna llena Silvina!”, impresionada por que el 31 anocheció con el satélite terrestre a pleno.
A esta obra de Schoijet que adelantó los mecanismos de las redes sociales y reformuló la idea del autorretrato pos Warhol también le hubieran cabido aquellos versos indelebles de Alfredo Le Pera: “Sus ojos se cerraron y el mundo sigue andando/se apagaron los ecos de su reír sonoro”. Pero en la versión de Sandro de 1971, para el LP Espectacular, acaso más en sintonía con el circuito por el que transitó Silvina, ahora eterna en el arte. Donde queda expuesto el lado brillante de la Luna.
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