Silvia Plager: “Esta novela es un acto de justicia y una reivindicación personal”
La escritora publicó “Símale cumple 70″, protagonizada por ella y el espíritu de su padre, Moisés Siderer, que fue asesinado durante un robo décadas atrás; firmará ejemplares el domingo en el stand de El Ateneo en la Feria del Libro
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“Tenía urgencia en publicar esta novela, por mi edad, que es un poco mayor que la de Símale; además necesitaba cerrar una etapa de mi vida después de la muerte de mi padre, que murió asesinado hace más de treinta años”, dice a LA NACION la escritora Silvia Plager acerca de Símale cumple 70 (El Ateneo, $ 14.500), “novela de fantasmas” protagonizada por ella misma y el espíritu de Moisés Siderer, su padre, que la visita en el día en que cumple setenta años. “Quizás la resurrección de Moisés Siderer era solo una proyección del temor de Silvia Siderer, es decir yo, a envejecer. ¿Mi padre había abandonado la oscuridad o yo lo había atraído a la mía?”, se pregunta la narradora.
Décadas atrás, el padre de la autora -un joyero que en ciertas ocasiones se hacía llamar don Mario- fue asesinado. Desde hace años, Plager forma parte de la asociación civil Usina de Justicia. “Tengo un dolor inmenso cuando veo que matan impunemente a la gente y los responsables no tienen un castigo merecido -dice-. Para mí, esta novela es un acto de justicia y una reivindicación personal. Pude estar con mi padre durante la escritura; se me dio en la escritura de la novela lo que no se me dio en la vida”.
La acción transcurre en la ciudad de Rosario; en especial, en un hotel que conoció mejores épocas. “Rosario es el lugar donde mi padre tuvo una vida también, con otra familia; no me gusta la expresión ‘vida paralela’ para designarla porque todos tenemos vidas paralelas -señala la autora-. Intenté mostrar ese cambio en una mujer grande. Hay un prejuicio con la vejez: se cree que una persona mayor se queda en la casa con las añoranzas de lo que no pudo resolver, pero quizás es al revés y, a la vejez, uno conoce o comprende mejor a las personas que en la juventud le parecían molestas o insoportables. Uno cambia la perspectiva y se siente con menos derecho a juzgar a los demás”.
“Mi padre era joyero y en su maletín llevaba joyas, en la época en que la gente podía usarlas; cantaba boleros, era muy buen mozo, de tipo criollo, y no quería aceptar que se hacía grande. Lo mataron a los 82 años para robarle”, recuerda la escritora, que en ese momento tenía menos de cuarenta años. “Esperé mucho tiempo para cerrar la historia. Algunos me dicen: ‘Qué valiente, contar que tu padre era mujeriego y que tenía otra familia’. Pero hoy en la televisión y en las redes sociales hablan de su vida privada con un desenfado terrible y nadie se asombra”, sostiene. “Traté de hacer hablar a mi padre desde mí misma”.
Además de padre e hija, la novela incluye a personajes ficticios, como una médium centenaria de aspecto temible pero de buena pasta, Clara Loiácono, dueña del hotel Majestic, y su sobrina nieta, Leticia, que se enreda con un hombre perseguido por la mafia. A lo largo de las páginas, la protagonista -que podría ser la hija de Clara y la madre de Leti- comparte aventuras terrenales y espirituales, además de litros de bebidas espirituosas, con ambas.
Es la primera vez que Plager escribe una novela autobiográfica. “Ahora se dice autoficción -ironiza-. Quise contar en tono de humor judío un hecho doloroso, con piedad por los personajes. Yo, que no soy observante, creo en la existencia del humor judío. No concibo la vida sin humor”.
“Cuando mi papá murió, me hice mi propia novela: ‘Murió como un samurái, se defendió con el bastón’. Pero ¿de que estaba hablando? Debió haber sido horrible. A muchas víctimas mortales de hechos de inseguridad se los revictimiza. ‘No tendría que haber salido de noche’, ‘Para qué llevaba cosas de valor’, se dice”. Los padres del padre de Plager, que llegó a la Argentina desde Polonia a los diecinueve años, murieron en la Shoah.
-¿Creés que hay una nueva ola de antisemitismo después de la masacre del 7 de octubre en Israel?
-En la novela cuento que mi padre, en las ciudades chicas, se hacía llamar Mario en vez de Moisés. No es que no había antisemitismo, pero con esta crisis resurgió de un modo alarmante. Mucha gente aplaude a los que quemaron vivas a las personas, asesinaron a embarazadas, mutilaron a mujeres. Y creen que eso es una reivindicación. En Gaza no vive ni un judío; en Israel viven y trabajan muchos árabes. Es todo tan evidente que, citando a Sartre, si el judío no existiera lo habrían inventado. Es una necesidad para depositar el odio. Me tienen harta. Hay un odio larvado. La diputada Myriam Bregman dijo que quería protestar delante de la embajada de Israel en solidaridad con los estudiantes universitarios reprimidos por sus actos de apoyo a Palestina. ¿Qué tiene en la cabeza? Fui de izquierda toda la vida y la izquierda argentina actual me da vergüenza, está desquiciada. A los que mataron en Israel eran jóvenes de izquierda.
-Viviste en Israel.
-Cinco años, en Ascalón. Mi marido, que es médico pediatra, fue becado allá. Podíamos elegir entre Estados Unidos e Israel, y elegimos la aventura. Éramos jóvenes. Allá nació Ariel, mi primer hijo, que también es médico pediatra. En la dictadura yo sufría porque él era de perder todo, pensaba que podía perder los documentos y ser secuestrado por los militares. Viví todo eso acá y ahora tengo que escuchar las quejas de los izquierdistas argentinos sobre Netanyahu.
-¿Seguiste el debate entre los organizadores de la Feria del Libro y el Presidente por la cultura?
-La cultura argentina ha perdido el brillo que tenía. Ahora se desgarran de la falta de cultura actual, pero les pregunto ¿y la del año pasado y la del anteaño? ¿Por qué no hacemos una revisión de qué pasa con todos nosotros que hemos permitimos que se degradara tanto la cultura y la educación en nuestro país? No me gustaron esos discursos de barricada. Liliana Heker es una escritora de primera y esperaba otra cosa de ella. Alejandro Vaccaro se equivocó en enfrentar al Presidente, al que aclaro que no voté. Pero lo necesitamos; la universidad pública, la cultura, las bibliotecas, las escuelas necesitan al Presidente.
Para agendar
Silvia Plager firmará ejemplares de su nueva novela el domingo a las 17.30 en el stand de El Ateneo (916 del Pabellón Verde).
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