"Siempre amé los prostíbulos"
La célebre directora italiana evoca su amistad con Marcello Mastroianni y Federico Fellini y sus comienzos como realizadora; además, habla de su pasión por el teatro y de Francesca, fi lm protagonizado por Sophia Loren que pronto se verá en la Argentina
Para LA NACION - ROMA, 2008
Lina Wertmüller nació como Arcangela Felice Assunta Wertmüller von Elgg Spanol von Braueich, en una familia aristocrática, el 14 de agosto de 1926, en Roma. Recordada por sus provocativas películas de los años 70 ( Mimí metalúrgico , Pascualino Siete Bellezas o Insólito destino) , su nombre y obra fueron olvidándose por los conocidos caprichos de la distribución cinematográfica. Pero Wertmüller fue la primera mujer nominada al Oscar como directora y como guionista, en 1976, por Pascualino Siete Bellezas . Su reciente film, Francesca , permite reencontrar a la siempre vigente Sophia Loren en un papel que la hace envejecer hasta los noventa años. En esta conversación, mantenida en su departamento con vista a Piazza del Popolo, en Roma, la realizadora explica su estética cinematográfica y habla de la puesta en escena de La viuda astuta , de Carlo Goldoni, que acaba de presentar en esa ciudad.
-¿Por qué eligió a Goldoni para su retorno a la labor teatral?
-Goldoni es el comediógrafo italiano por excelencia y acepté el desafío porque esta es una de sus obras menos conocidas; además, se cumplieron 300 años de su nacimiento. En su juventud, Goldoni formó parte de una compañía de comediantes que iba de pueblo en pueblo. La viuda astuta es una obra históricamente muy importante, porque marca el nacimiento de la comedia italiana y el papel protagónico es femenino. Una mujer independiente, inteligente, que construye el destino con sus manos.
-La puesta incluía una gran cama que dominaba la escena
-Cuando el texto te permite construir una escena conceptual, es una bendición. Esa gran cama resume la historia de la jovencita rica que se ha casado con un viejo y enviuda. Todos comentan que es rica, joven y busca marido. ¿Quiénes son los pretendientes? Un inglés, un francés, un español y un italiano. Los pretendientes representan a Europa, cada uno con las características de estas naciones en ese momento histórico. Ella debe vérselas con los pretendientes, aunque ya ha elegido. Está enamorada del italiano, que es un personaje muy celoso y por eso probablemente no sea buen marido. Entonces, ella le tiende una trampa con los otros aspirantes y la obra termina siendo una reflexión sobre la profundidad y la sinceridad del amor. Carlo Goldoni tiene una vida llena de misterios y muy interesante. Era un veneciano que no estaba en el momento ideal, era un mantenido del rey en tiempos de plena revolución. Aunque era un personaje de la corte, con el advenimiento de la República consiguió que lo siguieran empleando por un tiempo. Luego se fue a París, donde escribió muchísimas comedias. ...l escribía en tiempos de la Revolución francesa, con la guillotina y las cabezas que rodaban, pero seguía fiel a su universo, a la voluntad del comediógrafo. En la "comedia del arte", el personaje no tiene máscaras y representa los prototipos habituales del ser humano: la muchachita, la mujer, el padre, el enamorado. Goldoni, en cambio, muestra a la burguesía de Venecia con su verdadera vida, vuelve humanos a esos personajes. Podría haber tenido miedo de escribir sobre la humanidad de la burguesía y de la vida que conocía, pero siguió adelante. Eso permite conocerlo y saber cómo es su teatro. La República no comprendió que estos artistas vivían de la generosidad de los nobles y una prueba de ello es Vivaldi, una figura fundamental en la cultura veneciana de su tiempo, que murió casi olvidado, en Viena.
-¿Existe alguna relectura que se pueda hacer de la Italia actual en La viuda astuta?
-Ninguna. Aunque el temperamento de la mujer es anticipatorio de tantas cosas que la mujer pudo hacer suyas mucho tiempo después. Hablamos de la personalidad, la inteligencia, la claridad en el juicio y también de la independencia a la hora de hablar del amor. Una mujer de hoy, pero con las características del año 1748, y Goldoni fue uno de los primeros que trató estos temas debido a su propia pasión por el teatro. Era un hombre que amaba el teatro y por eso el papel de la mujer es siempre de primer orden. Todos los papeles siempre estuvieron bien definidos en su teatro, pero él dotó de una gran fuerza a la prima donna .
-¿Cuándo descubrió usted el cine?
-Yo era una niña terrible y muy revoltosa. En la primaria era compañera de una chica llamada Flora Carabella, hija del maestro Carabella, que dejó la escuela para tomar clases en la academia de teatro. Siguiendo a mi amiga, me enamoré súbita y perdidamente de ese mundo teatral, piensa que en la clase estaban Nino Manfredi y Paolo Panelli, grandes y bellísimos actores. Yo, que era un poco pequeña, empecé a frecuentar ese mundo. Como hija de un abogado proveniente de un ámbito burgués, era algo completamente nuevo para mí. Al igual que todos los jóvenes, no quería hacer dirección sino ser actriz, pero no podía ingresar en la Academia de Teatro porque no tenía 18 años. Entonces tomé cursos con Pietro Sharoff. Era un ruso imponente que seguía la escuela de Stanislavski y hablaba de "el método" cuando nadie lo hacía. Me formé con él en un ambiente de nombres rusos y franceses que se discutían en clase. Al cine salté por un golpe de suerte, porque Flora se casó con Marcello [Mastroianni]. Y si bien era necesario tener cabeza, debo decir que, en Roma, también era necesario tener culo.
-Gracias a Mastroianni usted conoció a Federico Fellini, con quien trabajó y de quien se hizo muy amiga
-Si no has conocido a Fellini, solo puedo decir "pobre de ti". Al conocerlo, me transmitió la sensación de un niño que mete la mano en un tarro de mermelada. Era un gran compañero de juegos pero su figura era la de un comandante, un general o un almirante. Crecimos, nos convertimos en directores serios y respetados, pero en realidad siempre éramos chicos a los que solo nos interesaba jugar. Muchas veces, si la profesión lleva a ser abogado o arquitecto, uno entra en ese personaje, pero siempre dentro hay un chico que quiere divertirse. Federico había decidido prolongar el juego toda la vida. Eso es clásico en los artistas, porque en el hecho artístico nunca se pierde el juego y, aunque el arte sea duro o pesado, no pierde nunca esa pequeña llama, que te permite estar contento. Conocer a Federico era como abrir una ventana y ver un paisaje que te gustaba mucho, pero que no sabías que podías ver de esa manera. Hasta Ocho y medio, yo nunca había hecho cine y siempre había estado refugiada en el teatro, pero con Federico era un placer inmenso el mundo del cine. Era extraordinario trabajar con él en el set. Muy particular, creativo y lúdico, no le importaba nada que no estuviera dentro de su juego. Todo lo que pueda decir es poco. Federico era magnífico. Me acuerdo de cuando recorríamos Italia en busca de locaciones para Ocho y medio y acababa de hacer "Le tentazioni del dottor Antonio", uno de los episodios de Boccaccio ´70 . La chica que cantaba "Bevete più latte, il latte fa bene" era la misma que en una escena toma helado en la terraza donde el doctor Antonio echa a una mujer. Federico tenía un amor inmenso por esa niña y ella por Federico, no podían separarse. ¿Cómo terminó la historia? La madre y la niña con nosotros de viaje, porque ninguno podía estar sin el otro.
-Usted hizo dúo célebre con Giancarlo Giannini. ¿Cómo se conocieron?
-No sé cómo surgió esa química tan especial. Nos conocimos en la Academia. ...l era un actor de teatro que les daba mucha energía a los personajes. Yo estaba haciendo Il giornalino di Giarburrasca , una serie musical con grandes nombres de la escena italiana. La música era de Nino Rota y encabezaba el elenco Rita Pavone, para la RAI. Hice muchos musicales e incluso westerns pero los firmé con otros nombres, como George Brown o Nathan Wich, porque no me sentía como verdadera autora de ellos, era un trabajo para comer. Giancarlo es uno de los pocos grandes actores italianos que quedan. Quizás ha tenido películas que no estuvieron a su altura, pero un actor debe probar y arriesgarse con el papel, el director, la historia, el film y la distribución.
-Los problemas de distribución explican en parte que haya pasado tanto tiempo sin películas suyas en la Argentina
-Sí. Aunque de la Argentina tengo mis más gratos recuerdos. Allí tengo un gran amigo llamado Giorgio Nocella. Durante un festival en Punta del Este, nos envió una avioneta y fuimos a conocer las cataratas del Iguazú. De Buenos Aires no puedo olvidar los lugares para bailar tango, aunque no sé por qué quedan tan pocos locales antiguos. En el mundo, la Argentina es el tango y no entiendo cómo, a veces, no se valora la importancia de algunas tradiciones. El tango es romántico, pasional.
-En Amor y anarquía usted introduce ciertos ribetes operísticos en el burdel.
-Nunca lo había pensado, si bien hice muchos musicales. Amor y anarquía es un film que quiero mucho. Me gusta mucho la historia, la ambientación, porque el lupanar muestra lo íntimo de un pueblo. Generalmente, son historias trágicas, con pobreza, hijos no deseados, amores turbios, hermanos mantenidos y todos están en un mundo ilusorio de aparente alegría. Siempre amé los prostíbulos porque son un concentrada de humanidad, en especial en lo que respecta a las chicas, aunque también a los hombres que van. Honestamente, son un símbolo de alegría que a nosotras no nos toca seguido [risas]. Claro que no digo que sea bueno tener a las chicas secuestradas, cautivas. Amor y anarquía ganó en Cannes el premio al mejor actor. Tiene música de Rota, y a Mariangela Melato y Giannini, Anna Bonaiuto, Isa Daniela y Pina Cei como la madama Era un quilombo pero de calidad [risas]. Cuando me propusieron hacerla en teatro fue una batalla contra mí misma: un éxito tan grande es muy difícil de repetir. Resultó insólito y muy divertido pero no fue fácil sustituir a semejante elenco. Fue un gran éxito y en parte tiene su lógica, porque era un texto pensado para el teatro. Luego fue un film y cambió para siempre. Mimí metalúrgico , por ejemplo, fue diferente porque fue una suerte de salto mortal.
-¿Cuál es la relación entre el sexo y la política? Sus films muestran mucha afinidad entre ambos.
-No sé por qué. Estoy interesada en las cuestiones sociales; por eso, Amor y anarquía es una película que no presenta una historia de amor, sino una historia sobre los seres humanos en relación con la sociedad, su momento histórico y también la política. Pero no soy de naturaleza sentimental o romántica, me gusta mucho la ironía. Todo lo que es dulce, en ese sentido, no es parte de mi naturaleza.
-Aun en sus últimos films, más reposados, se ve ese vínculo, como en Ferdinando y Carolina
-Ferdinando era un pobre rey vulgar, que se casó con Carolina, hija de María Teresa de Austria. No le importaba el casamiento, sino cumplir con los pactos reales. Su padre, Carlos VII, rey de Nápoles y Sicilia, había sido un gran soberano pero, al morir Fernando VI en España, debió abdicar en favor de su hijo para hacerse cargo de la corona española. Así quedó en el trono este jovencito holgazán y perezoso, más acorde a una pandilla callejera que al ritmo de la corte. En realidad, quien tenía en sus manos el destino del reino era Bernardo Tanucci, un brillante administrador toscano. Eso hasta que llegó esa hija de María Teresa (una gran estratega, muy inteligente, pues conquistó Europa con sus hijas). Lo interesante es la comprensión que existió entre esos jóvenes que debían compartir un lecho, siendo él una especie de bribón y ella, una princesa educada con los más refinados modales. Me interesan estos personajes históricos exóticos. La historia parte de un trabajo sobre los Borbón de Raffaele La Capria, con quien hicimos el guión.
-En Buenos Aires pronto se estrenará Francesca, luego de varios años
-Es una bella obra de Maria Orsini Natale, que vive en la Torre Annunziata, muy cerca del Vesubio. Es su primera novela, escrita cerca de los setenta años, con una estructura muy cercana al clasicismo de 1900. Es un film que quiero mucho y creo que es uno de los grandes papeles de Sophia Loren.
-Háblenos de Loren en Francesca.
-Ella es una grandísima actriz dentro del cuerpo de una mujer descomunal. Trabajé sobre ese contraste, porque su papel es el de una señora de pueblo, sin gran educación, fulgurantemente bella. En la vida real, a Sophia su gran belleza física no la hizo dudar en cuanto a la búsqueda de su calidad como actriz. Tiene todo. Alberto Sordi la llamaba el "árbol de Navidad" y dentro de ese árbol hay una gran actriz y una persona extraordinaria. Simple, simpática, cariñosa, una gran madre y una gran esposa. Cuando Ponti murió, estaba desesperada. Su rol en Francesca es interesante porque es una empresaria de principio del siglo XX, inventora del proceso industrial de la pasta que, hasta entonces, se amasaba en las casas. Así se hace rica, se casa con un noble venido a menos y juntos adoptan a una pequeña en un orfanato. Nunziata, la hija adoptiva, es Claudia Gerini, otra actriz muy bella y talentosa. La Loren envejece hasta los 90 años en el film. Es algo increíble de ver. Aun con esa edad, en Francesca sigue siendo hermosa. Siempre se hace hincapié en la belleza de los actores como una cualidad y es cierto que abre puertas, pero después las cierra. La belleza de Sophia es inalterable y ella se permite jugar con la vejez de un personaje, lo que demuestra que no solo es bella por fuera
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